Voces del Periodista Diario

UAM crea tecnología para medir la calidad del agua potable


  •  El dispositivo, en trámite de ser patentado; 95% de los capitalinos consume líquido embotellado

  •  Registra la temperatura, el pH, la turbidez y la presencia de bacterias patógenas

 

MÉXICO, 17 de julio de 2017.- Un grupo interdisciplinario de investigadores –hidrólogos, economistas, químicos y diseñadores industriales– de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) elaboró un dispositivo de alta tecnología, fácil empleo, bajo costo y respuesta rápida para medir la calidad del agua potable, de modo que el usuario pueda saber si la proveniente de la llave en el hogar es o no bebible.
 
Este instrumento inspecciona –mediante sensores– los parámetros que determinan las condiciones física –turbidez– química –conductividad– bacteriológica –coliformes fecales– y de satisfacción –temperatura y pH– del recurso, explicó el doctor Eugenio Gómez Reyes, profesor del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Unidad Iztapalapa.
 
El fluido que distribuye el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) es de buena calidad, pero en el proceso para llegar al grifo pasa por cisternas o tinacos en los que tal propiedad empieza a degradarse, contaminándose incluso de bacterias, por lo que la mayoría de los consumidores no lo ingiere, expuso.
 
Si bien 40 por ciento del agua para abastecer la capital es traída del Sistema Cutzamala y registra condiciones excelentes, el 60 por ciento restante –proveniente de pozos que tienen sus propios mecanismos de filtrado y tratamiento– no registra esta característica al contener manganeso, fierro y gran cantidad de sales, así como conductividad muy alta, por ejemplo, la entregada en la Delegación Iztapalapa, donde “no es potable”, por lo que no puede beberse de manera directa del suministro público.
 
Pese a que en las otras demarcaciones es adecuada, 95 por ciento de los habitantes toma el líquido embotellado y sólo cinco por ciento utiliza el de la tubería a través de filtros, aunque no todos son eficientes, en tanto que el promedio mensual de consumo de la envasada en las familias de cuatro o cinco miembros es de 200 litros, cuyo valor económico representa más de 240 pesos, contra un promedio de 165 pesos al mes por el abastecimiento local.
 
Para los hogares con un ingreso económico de más de cinco salarios mínimos mensuales tal vez ese monto no resulte significativo, como sí lo es para quienes perciben menos de dos salarios mínimos en el mismo periodo, por lo que tal escenario “nos hizo pensar en un aparato de fácil empleo y bajo costo que posibilitara la medición de componentes de calidad”.
 
Existe una norma que considera 46 parámetros para determinar que el fluido es limpio, entre ellos: olor, sabor, turbidez y radiactividad, así como la presencia de cadmio, mercurio, plomo y manganeso, y Escherichia coli, entre otros compuestos orgánicos, señaló el doctor Gómez Reyes en entrevista con el Semanario de la UAM.
 
Para analizar la existencia de esos contaminantes en el recurso potable suelen realizarse procedimientos que en algunos casos son muy rápidos, mientras que en otros –el referente al cultivo de bacterias– tardan hasta 72 horas, además de ser muy costosos porque requieren de un estudio para cada elemento, por lo que esta tarea la hace el Sacmex.
 
Aun cuando son aplicados estos exámenes, no hay un reporte que informe a diario para prevenir sobre la impureza del líquido, tal como ocurre con el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire, que funciona como un valor de referencia para alertar a la población sobre los niveles de concentración de determinados contaminantes con la idea de adoptar las acciones pertinentes.
 
El dispositivo diseñado por la Red de estudios del agua de la UAM no mide los 46 parámetros indicados en la norma oficial, pero sí los cinco básicos que “nos darán un cálculo de cómo está la calidad” y “si tenemos señales de que alguno de ellos no está en el reglamento correcto es una advertencia para desarrollar una examinación completa”.
 
El prototipo posee un sistema central de procesamiento que a partir de una muestra mide la temperatura, el pH, la conductividad eléctrica, la turbidez y la presencia de bacterias patógenas, por lo que con estas cuantificaciones el microcontrolador efectúa una comparación con el rango de concentración establecido en la norma de agua potable para avisar al usuario por medio de un led de color verde si el fluido está dentro del rango y rojo, en caso contrario.
 
Estos datos, así como la fecha y la hora de la medición, son almacenados en la memoria del desarrollo y recuperados por medio de un protocolo de comunicación –vía Bluetooth– que permite transferir el contenido al activar una aplicación a un celular con sistema Android para transmitirlo –junto con la posición GPS del teléfono– a un servidor.
 
El usuario puede consultar los resultados para conocer las condiciones locales del bien y otras ventajas del instrumento son el diseño compacto y portátil, pues es el único equipo para tal efecto del tamaño de un teléfono móvil que mide estos parámetros y ofrece una respuesta casi instantánea –33 segundos– incluso para la detección de coliformes fecales, cuya resolución en equipos ya probados tarda de cuatro a ocho horas.
 
La Casa abierta al tiempo solicitó ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial el registro de patente del aparato, que alcanzaría un costo por unidad de alrededor de 8,000 pesos y podría ser menor –hasta de 300 pesos– a partir de una producción industrial.
 
El doctor Gómez Reyes trabaja en el desarrollo de simulaciones numéricas para el manejo hídrico de la cuenca del Valle de México bajo condiciones de cambio climático, conduce un programa para depurar la tecnología de los sistemas de recarga-recuperación y participa en el diseño de lineamientos para la captura y el aprovechamiento de agua de lluvia en centros escolares de la Ciudad de México.

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