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Guadalajara es campeón de Liga en el Clausura MX al vencer a los Tigres 2-1

Un triunfo en la Liguilla le bastó a las Chivas para volver a ser campeón. El más importante, al ganar la final de vuelta del Clausura 2017, 2-1 sobre Tigres en un abarrotado Estadio Chivas, que vio encumbrarse al equipo rojiblanco, después de 11 años de espera, para levantar su título número 12, que lo convierten en el máximo ganador del futbol mexicano junto al América.

Con Jair Pereira de regreso en la central y por lo mismo Carlos Salcido en medio campo, las Chivas mantuvieron el afán ofensivo.

Tigres también intentaba y de ahí un primer esbozo de Jürgen Damm que apenas salvó Rodolfo Cota en el achique. Los felinos habían hecho cambios respecto al jueves porque el mencionado volante apareció en el once en lugar de Lucas Zelarayán.

Una vez más Alan Pulido vacunó a su ex equipo los Tigres –había señalado previo al juego de vuelta, que se había guardado los goles para la final, luego de anotar en la ida-.

Apenas al minuto 16, el delantero aprovechó un trazo largo de Oswaldo Alanís, que definió de volea para que el esférico entrara pegado al poste contrario de Nahuel Guzmán para el 1-0 y el 3-2 en el marcador global.

Los 45 mil espectadores que acudieron al estadio, en su mayoría rojiblancos, y que desde el inicio se hicieron sentir con el grito “Chivas, Chivas”, explotaron en júbilo al ver la anotación de Pulido que los acercaba al añorado título.

Pero no solamente fue el gol, sino que la forma de jugar del Guadalajara demostró lo que es un equipo grande. Los rojiblancos jugaron por nota, tocaron bien, le quitaron el balón al rival y sobre todo Jair Pereira se encargó de anular a André-Pierre Gignac, el hombre que tanto daño les hizo en la ida.

Pero Tigres siempre fue un rival digno. No el cuadro aplastante que se engrandeció en la recta final del torneo, pero sí el que se mantenía al acecho. Más allá de algunas imprecisiones, los del Tuca Ferretti avisaban, a André-Pierre Gignac se le iba el partido entre intentos y reclamos a punto de ebullición.

Tigres salió con todo en la segunda parte. Ismael Sosa pudo haber empatado de inmediato, pero Rodolfo Cota lo evitó con una buena salida. Posteriormente Gignac desperdició una oportunidad sin portero y su remate que aparentemente fue desviado por Alanis pasó por encima del marco rojiblanco. Minutos después Juninho remató un córner, pero su cabezazo pasó apenas por arriba de la puerta de Cota.

Sin embargo, al 69’, un tiro desde fuera del área de José Juan Vázquez le dio rumbo definitivo al encuentro, el Gallito prendió un balón que le rebotó a la defensa de Tigres y que lentamente se incrustó en la portería de Guzmán mientras todo el estadio vibró al festejar el 2-0.

Cuando el estadio parecía no resistir más decibeles, el volumen subía. A cada minuto que pasaba, más ruido, más ilusión de la afición que colmó su casa para buscar un título como local.

En la recta final del encuentro se encendieron los ánimos y se armaron varios conatos de bronca. Jesús Dueñas le puso la mano en la cara a Rodolfo Pizarro y estuvo a punto de desatarse la trifulca, pero los equipos se resistieron. Los Tigres no se rindieron e Ismael Sosa logró descontar a dos minutos del final con un tiro raso y cruzado… y se vino el cierre dramático. De hecho, minutos más tarde hubo una aparente falta dentro del área del Rebaño sobre Sosa, pero el árbitro no marcó penal.

Los minutos finales fueron puro nervio para los rojiblancos presentes tanto en la cancha como en la tribuna, pero el arropo de su gente los hizo seguir adelante para evitar una reacción de Tigres que les arrebatara el añorado título.

Al final, cuando Luis Enrique Santander acabó el juego, todos los rojiblancos se fundieron en un abrazo y festejaron por fin que el trofeo 12 llegó a sus vitrinas.

(Nota de Carlos Horta Martínez para La Crónica)

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