Voces del Periodista Diario

Mexicanos: Historias de revisión con la migra de EU (Primera de dos partes)

-Abusos, revisiones exhaustivas y chequeo de celulares

-Otros refieren una marcada bienvenida, incluso con Vivas

-Uso de drones gigantes en carreteras; llegarán a 200 mil

 

¡No te metas con América!, gritaba en tono amenazante el oficial de Migración a un mexicano, quien intentaba cruzar hacia Estados Unidos por la Garita 1 de Mexicali.

En realidad, eran cinco oficiales, rodeándolo, pero uno era el más agresivo… Amagaba con golpes. “Aún estoy en mi tierra”, decía el hombre. Los agentes estadunidenses se habían internado a territorio mexicano y eso encendió al resto de las personas formadas en la línea internacional. Muchos sacaron sus celulares y comenzaron a grabar. Luego se unieron en un grito: “Fuera, fuera, fuera”… Una de ellas fue Karyna Muñiz, quien regresaba a la Unión Americana después de haber llevado a su esposo al aeropuerto de Mexicali, donde tomaría un vuelo de negocios hacia el centro del país.

“Los tipos sobrepasaron nuestra frontera para hostigar a mexicanos. No se cansaban de decir: ¡don’t mess with America!”, narra a Crónica.

Cinco viajeros mexicanos con estatus legal: Eduardo, Francisco, Karyna, Iñigo e Israel, quienes en los últimos días se han trasladado de México hacia Estados Unidos o viceversa por motivos académicos, de trabajo, negocios o visitas familiares, comparten a este diario la experiencia de sus travesías en la era Trump. Por tierra y por aire.

Y cada cual con su historia…

 

Vivas y drones

Unos refieren desde revisiones exhaustivas, incluso con el uso de drones en carreteras y la participación activa de agentes de la patrulla fronteriza, hasta alertas por la información contenida en sus celulares.

Otros describen un cruce sin hostilidad ni marcada diferencia con respecto a la administración Obama. Sí en cambio, la urgencia de cámaras de comercio estadunidenses por concretar más alianzas con mexicanos ante el temor de perder mercado para sus productos y servicios. Y recibimientos efusivos en los aeropuertos por su simple condición de mexicanos.

Así ocurrió por ejemplo con Iñigo Guevara, nacido en tierra mexicana, pero quien es residente permanente en EU. Actualmente es consultor en temas de seguridad y profesor en la Universidad de Georgetown, en Washington D.C. En días pasados, tras una visita a México para una conferencia académica, retornó entre vivas a la capital estadunidense:

“Me encontré en el aeropuerto con un grupo de unas mil personas, estaban recibiendo a extranjeros. Cuando saqué mi pasaporte mexicano y lo levanté para que fuera visible, los ahí reunidos comenzaron a gritar de júbilo, a aplaudir y gritar frases como ¡Welcome Mexico! Incluso escuché un ¡Viva México! en español. En un viaje subsecuente a California, recibí sólo palabras de apoyo y repudio total a la construcción del muro, por parte de taxistas, meseros y choferes tanto inmigrantes como estadunidenses. Hay un sentimiento de respaldo a los mexicanos por parte de la sociedad estadunidense”.

Karyna, quien tiene autorizada una visa de negocios, tuvo una vivencia opuesta a principios del mes de febrero… Además de presenciar la incursión violenta de agentes migratorios en territorio nacional, vivió su propio suplicio.

Tardó dos días en entrar a Estados Unidos. Estaba con su pequeña hija de cuatro años en Algodones, Mexicali. “Se reían de mí mientras mandaban a revisar el carro con rayos gamma. Mi hermana me había alertado que tenía que borrar del móvil todo el contenido contrario a Trump: memes y todo eso, porque si traes algo malo te quitan la visa o la green card… Me la hicieron cansada con el permiso de internamiento de la bebé”.

—Esto es racismo— le dijo a uno de los agentes.

—No me venga con esas cosas— se limitó a responder el oficial, quien al final le prohibió el paso. Debió intentarlo por la Garita 2, donde tuvo mejor suerte.

En otro de sus viajes, aún más reciente y éste de vacaciones a Baja California Sur, se replicó la adversidad…

Regresó por carretera. Había pues que cruzar Arizona y California para llegar a Nevada, donde tiene su hogar.

“En la oficina de Migración ya no tienen al personal de antes, ahora operan agentes de la Patrulla Fronteriza. Mientras uno te distrae con preguntas, otros pasan perros y te escanean todo el automóvil, dicen que su tarea es garantizar que no lleves armas, droga o personas escondidas. Y eso no es lo peor”.

¿Qué lo es?

—Vas en las rectas interminables, todo oscuro por el desierto, y de repente aparecen luces que te deslumbran y te hacen perder el control del vehículo. Te salen de momento porque están casi a ras de piso. Son drones del tamaño de un automóvil en forma de helicóptero y se mueven a una velocidad impresionante: arriba, a un lado, al otro. Captan una especie de radiografía del auto, sientes cómo te traspasa la luz. Un amigo nos contó que en poco tiempo tendrán 100 mil drones en operación, aunque el plan es que lleguen a 200 mil”.

Fue a las afueras de Yuma, Arizona…

 

Inquietud

Francisco Ramírez pasó dos semanas en la Ciudad de México y Oaxaca, en visita familiar y para la compra de unos terrenos. Apenas el domingo 19 de febrero regresó a San José, California, donde vive como residente permanente desde 1986. Hizo escala en Power, Texas.

“Venía nervioso, por los rumores de la gente: decían que te estaban poniendo muchos peros para entrar, que te obligaban a llenar la forma I-407 con la cual te piden renunciar a la permanencia legal. Cuando me formé en la línea de revisión pensé: aquí se verá la realidad”, cuenta.

¿Y cuál fue la realidad?

—No hubo un acoso más allá del normal ni preguntas raras. Sí me tocó segunda revisión, pero también se la estaban haciendo a otros residentes, a turistas y a ciudadanos americanos, todos parejo.

¿Segunda revisión?

—Tratan de encontrar algo en tu récord. No era la primera vez que me tocaba. Aparece en pantalla que tuviste un problema con la justicia o debes algo. Recordé que un día me agarraron manejando y el oficial decía que estaba tomado, aunque luego reconoció que era una equivocación, pero el asunto quedó registrado en mi historial. Así que me recogieron la mica y el pasaporte y me pasaron a una oficina especial. El proceso duró como 20 minutos, al final, por fortuna, dijeron: usted puede pasar…

(Reportaje de Daniel Blancas Madrigal para La Crónica)

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