Voces del Periodista Diario

Miles marcharon por los 43

Marcha 20 nov

La marcha de apoyo a las familias de estudiantes de Ayotzinapa, que reunió a más de 80 mil mexicanos, no sólo pedían el regreso de los alumnos, sino la renuncia del Presidente de las República: Enrique Peña Nieto. Las voces de hombres, mujeres, niños, campesinos, obreros, amas de casa, estudiantes, empleados e indígenas de Guerrero, eran de hartazgo hacia el estado. La marcha, que encabezaron los familiares de los estudiantes fue en paz, hasta en tanto, no se encontraron –ya casi a las 8 de la noche- cuando un grupo de 50 embozados, atacó Palacio Nacional.

Apenas moría la tarde fría, con una ligera llovizna, cuando iniciaba la marcha desde el Ángel para dirigirse por la avenida Reforma. Los gritos de rebelión, de enojo, de cansancio y coraje iniciaba uno tras otro: “Fuera Peña, Fuera Peña”; “Todos somos Ayotzinapa”; “No somos uno, no somos cien, pinche gobierno cuéntanos bien”.

En el cruce entre Reforma e Insurgentes, cuando la marcha avanzaba en orden un estudiante de medicina del Instituto Politécnico Nacional tomó el micrófono de una de las camionetas que avanzaban al frente del contingente y con voz dolida aseguró: ”Somos Ayotzinapa, pero también somos Tlatlaya, somos Tlatelolco, somos ABC, Colosio, Juárez y las muertas del Estado de México. Protestar es recordar, y son muchos más que 43, son miles de muertos y de injusticias, pero también somos millones de voces que exigimos paz para nuestro país”.

Cabezas 2

Estudiantes de la UNAM, UAM, Politécnico, Universidad Autónoma de Chapingo, UACM y del estado de Michoacán, Morelos, Estado de México, Hidalgo, así como de Bellas Artes, de la Escuela de Enfermería, libre de Derecho, entre otras, unieron sus cantos y reclamos. El grito de hartazgo y furia en contra del gobierno de Peña Nieto acompañó a padres de familia, obreros y campesinos.

“Llegamos a las cuatro de la tarde; no hemos comido, apenas si nos alcanzó para comprar tamales y atole antes de llegar al Distrito Federal. A las nueve regresamos a Acapulco. No queremos dejar solos a nuestros hermanos de Ayotzinapa. Celestina Huesca, de origen humilde, caminaba descalza sobre el asfalto mojado de la calle 5 de Mayo. Con gestos de dolor se recargó en una de las bardas colocadas por elementos de seguridad del gobierno del Distrito Federal desde las primeras horas del jueves. El grupo, formado por aproximadamente 70 campesinos del puerto de Acapulco, caminaban tomados de la mano y su grito era: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Por la noche, el Zócalo se fue llenando de miles y miles de mexicanos que exigían la renuncia del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam; del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y del Presidente Enrique Peña Nieto. “Estamos determinados a cambiar de una vez por todas este país; estamos dispuestos a mandar a la fregada a las instituciones, porque ya no sirven. Apostamos por la vía pacífica, pero no se puede hablar de paz cuando nos faltan 43 jóvenes. No puede hablar de gobernabilidad cuando envían a sus provocadores y policías a reprimir al pueblo. Y eso debemos cambiarlo”. contraluz De entre la oscuridad, las sombras dejadas por los manifestantes, surgieron campesinos del municipio de Atenco, quienes montados a caballos, manifestaban su apoyo a los padres de familia de los desaparecidos estudiantes de Ayotzinapa. Levantaron sus machetes y gritaron: “No están solos, Atenco los apoya”.

Cerca de las 8 de la noche miles de personas estaban cantaban y balaban al centro del Zócalo, cuando se presentó el enfrentamiento entre 50 embozados y elementos de la policía federales y del gobierno del Distrito Federal. Los encapuchados lanzaron cohetones, granadas de humo, bombas molotov y proyectiles, la respuesta fueron macanazos y golpes. Grupos de estudiantes actuaron de inmediato para tranquilizar los ánimos. Hubo varios heridos entre estudiantes, granaderos y medios de comunicación.

Las marchas de regreso de estudiantes, amas de casa y campesinos fue por las calles de 5 de Mayo, Madero, 20 de Noviembre, Allende, Venustiano Carranza. Los grupos de apoyo a los familiares de los estudiantes desaparecidos se fueron perdiendo. Un menor de escasos siete años de edad, le preguntó a su madre del porqué había tanta gente y habían caminado muchas calles, con una sonrisa en su boca le contestó “porque ya no queremos al presidente”. Lo cargó y descendió las escaleras del metro Hidalgo.

Gerardo Bono González

Articulos relacionados

Denuncian que hay sierras filosas en el ‘muro acuático’ entre Texas y México

Voces Diario

Suman 324 personas fallecidas en el país, actualiza Protección Civil

Inicia Sedatu renovación integral del centro histórico de Cuautla, Morelos

Voces Diario