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Tardíamente, republicano se lanza como candidato independiente contra Trump

Quizá muy tardíamente, y con un reto inmenso frente así, ha surgido un republicano decidido a competir por la Presidencia de la República como candidato conservador independiente en contraste con Donald Trump.
Como lo anunció en una carta promovida en su cuenta de Twitter, Evan McMullin, ex funcionario de la CIA y ex director de política de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, ha lanzado su candidatura presidencial independiente denostando tanto a Hillary Clinton, a quien califica de una “política de carrera corrupta”, y a Trump, quien “apela a los peores temores de los estadounidenses en un tiempo que necesitamos unidad y no división”.
La crítica a Clinton es obvia por venir de un republicano –el rechazo a Hillary es, presumiblemente, el principal pegamento que ha mantenido hasta el momento unido al Partido Republicano– pero el rechazo a Trump tiene que ver con la noción, defendida por muchos en el llamado movimiento ‘AntiTrump’, de que el magnate no representa los valores conservadores y, en cambio, tiene inclinaciones hacia el autoritarismo y una conducta frecuentemente irresponsable en temas clave para el país.
Ciertamente, McMullin no es el único que desde una perspectiva de la derecha busca la Presidencia en la elección del 8 de noviembre, pues Gary Johnson, candidato del Partido Libertario y ex militante republicano, está ya en campaña y ha logrado en promedio un 8% de la intención de voto, de acuerdo a RealClearPolitics. Pero las posiciones de Johnson en varios temas sociales y en política exterior lo alejan de los conservadores y, por ello, no estaría recibiendo el apoyo de los líderes y donantes republicanos tradicionales desafectos con Trump.
 
Apoyo republicano pero un desconocido
En cambio, como se afirma en BuzzFeed, McMullin estaría siendo apoyado por personajes y grupos republicanos contrarios a Trump y, se afirma, contaría con recursos de importantes donantes para financiar su campaña, aunque esto último aún no es claro.
Por otro lado, McMullin es prácticamente desconocido para el público en general y aunque, por los contenidos de su cuenta en Twitter, ha sido un crítico de Trump desde hace tiempo, lanzarse a la escena nacional a tres meses de los comicios es un salto inmenso tanto en términos mediáticos como logísticos y económicos.
¿Es entonces la candidatura de McMullin un gesto más bien simbólico para tener una opción conservadora ‘genuina’ en las elecciones de noviembre y, quizá, dar cierto aire o excusa a los republicanos que podrían pensar en no votar al ser incapaces de hacerlo por Trump y el resto de las opciones? ¿Tiene McMullin alguna posibilidad de influencia en el resultado electoral?
Hasta el momento las posibilidades de McMullin de influir son en realidad muy reducidas, y no se sabe aún en cuántos estados realmente aparecerá su nombre en las boletas de votación. Y si se considera que Johnson y Stein, que tienen una campaña en marcha a gran escala, en realidad no han tenido todavía un efecto sustantivo en la intención de voto (la diferencia en los promedios de las encuestas entre Clinton y Trump es prácticamente la misma hasta ahora tanto en los estudios que consideran solo a los candidatos demócrata y republicano como los que incluyen a las opciones libertaria y verde), la influencia de McMullin podría ser prácticamente nula en los momentos actuales.
Con todo, eso podría cambiar si McMullin realmente recibe grandes apoyos y su mensaje logra alcanzar al público masivo de modo consistente. Si ese fuese el caso y los republicanos que rechazan a Trump (que no son pocos) apoyan sustancialmente a McMullin, es posible que éste le arranque al magnate algunos puntos en varios estados el día de las elecciones y, quizá, esa candidatura independiente sirva para amortiguar la presión que varios candidatos republicanos al Senado están sintiendo en estos momentos.
El problema es que en dónde ese fenómeno a escala de la elección presidencial podría ser más influyente (en Florida, Ohio, Pennsylvania, por ejemplo) el voto de los conservadores por McMullin implica mermar a Trump en contiendas clave y despejarle el camino a Clinton, que marcha actualmente a la cabeza.
Para los republicanos que creen que pese a todo Hillary es una opción menos catastrófica que Trump ese escenario podría tener sentido, pero entre amplios sectores de la derecha la noción de tener a Clinton en la Casa Blanca sigue siendo tan negativa que prefieren al magnate con todo y los agravios y frivolidades que le achacan.
Por ejemplo, como señala CNN, el hijo de Jeb Bush, George P. Bush (actualmente Comisionado de la Oficina de Tierras de Texas) optó por apoyar a Trump para frenar a Clinton, pese a la ruda confrontación que el magnate tuvo con su padre durante la primaria republicana.
Y hay quienes, quizá, estarían ya resignados a una catástrofe republicana en noviembre y por ello prefieren lavar la cara para salir con la menor mella posible con miras a construir un nuevo futuro a partir de 2017 sin el lastre de haber apoyado a Trump. Para ellos, McMullin podría entonces ser una piedra en el zapato para Trump y una opción simbólica para republicanos principistas, aunque a la postre no incida en el resultado electoral.
Así, no basta levantar la mano, como ahora hace McMullin, para atraerse apoyos automáticos entre los conservadores y los republicanos en esta elección presidencial. Y falta aún ver lo que realmente puede hacer el nuevo candidato en la presente campaña pues, pese al malestar que provocan, tanto Clinton como Trump poseen un impulso entre sus seguidores y en recaudación de campaña que resulta abrumadoramente superior a lo que un candidato independiente sería capaz de construir en unas cuantas semanas.
(Nota de Jesús del Toro en Yahoo Noticias)

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