Voces del Periodista Diario

¿Tenemos a la vista otra generación perdida?

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Desde la primera década de la implantación del neoliberalismo depredador en México, en los ochenta,  algunos especialistas en materia de Desarrollo Humano concluyeron que aquella fue una década perdida.

A la siguiente década no se le cambió la etiqueta. Pero a finales de la primera década del siglo XXI, el enfoque sociológico empezó a referirse a la generación de ninis: Adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan. No por su voluntad, ciertamente. Más de siete millones, se computaron desde entonces.

Con esos antecedentes, ¿es posible que en la próxima década de los veinte tengamos otra generación perdida? Para entonces, personas que ahora tienen menos de 17 años, ya serán convocadas a votar en las elecciones constitucionales.

En los triunfalistas discursos del actual secretario de Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, abunda la autocomplacencia por los grandes logros en materia de creación de empleos; máximos históricos, anuncia a la primera provocación mediática.

En esos choros, Navarrete Prida se gratifica por el éxito de su cruzada para prohibir o regular el trabajo infantil. Coloca el dato en menos de tres millones de niños y adolescentes.

Día Internacional contra el Trabajo Infantil

Parece ser que, para el titular de la STPS, pasó de noche el Día Internacional contra el trabajo infantil, aquí, donde ese tipo de “celebraciones” son objeto de montajes televisivos.

Ese día fue ayer. Los discursos presidenciales no se pronunciaron o se dijeron muy quedito.

Otras voces menos solicitadas por los medios electrónicos hablaron con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Según la preocupación de organizaciones no gubernamentales que dan seguimiento a la incesante precarización de empleos y salarios de la clase obrera en México, el trabajo infantil expone a los que caen en el mercado laboral a ser víctimas de la explotación, la esclavitud y a la trata de personas.

De acuerdo con ese seguimiento, 73 por ciento de los explotados en el trabajo infantil son niños y adolescentes; 27 por ciento, niñas.

Dos millones 267 mil niños y adolescentes mexicanos son empujados a temprana edad a alguna actividad económica; dos millones 217 mil “a ocupaciones no permitidas” legalmente. Subrayamos, son seres de entre cinco y 17 años de edad.

Frecuentes registros de reportes periodísticos e investigaciones solicitadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT/ ONU) informan que los principales centros de explotación del trabajo infantil en México se localizan en plantaciones agrícolas donde familias completas, de origen indígena la mayoría, son expuestas a las condiciones más precarias de subsistencia y los niños son privados del estudio.

Esos pequeños jornaleros, lo confirman certificados de autoridades de salud, son víctimas del uso intensivo y exhaustivo de plaguicidas, empleados sin la menor precaución por los patrones y sus capataces.

Sin ánimo de tremendismo, se podría afirmar que esos modos de explotación del trabajo niño prefiguran un infanticidio masivo, pues a la larga las secuelas, traumas y taras provocadas por aquellos químicos, dejan daños irreversibles en los organismos de los pequeños trabajadores.

Que ese grave y disolvente fenómeno no preocupe a quienes, de acuerdo con los artículos Tercero y 123 constitucionales y la Ley Federal del Trabajo, deben tutelar la protección de los niños, contradice los argumentos de los exégetas de la Reforma Educativa y el Nuevo Modelo Educativo, que anuncian prosperidad y felicidad a las nuevas generaciones. No hay derecho.

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