Voces del Periodista Diario

WhatsApp y su polémica liga con Facebook; finalmente son parte de la misma empresa

La semana pasada, una ampulosa explicación sobre un cambio en las condiciones de uso y privacidad de WhatsApp llegaba a los usuarios del servicio de mensajería más popular.
Curiosamente (o no tanto), lo que intentaba ser un haz de luz que esclareciera sobre lo que Facebook, dueño de WhatsApp, hace con nuestros datos, terminó siendo un reflector que apunta de lleno al tema más sensible de la vida en tiempos de hiperconexión: la privacidad.
En cinco párrafos redactados con maestría, con exactamente 463 palabras rematadas con un “creemos firmemente en el valor de la comunicación privada”, ese “nosotros” exclusivo nos avisaba –sin decirlo de manera muy directa– que WhatsApp comenzaría a compartir ciertos datos con Facebook. En rigor de verdad, más de un usuario sospechaba que esto sucedía desde la adquisición misma de la app por parte de la red social. Supongamos que no.
“Al conectar tu número con los sistemas de Facebook –explicaban con convicción–, este podrá ofrecerte mejores sugerencias de amistades y mostrarte anuncios que te resulten relevantes si tienes una cuenta con ellos. Por ejemplo, puedes ver un anuncio por parte de una compañía con la que ya te has comunicado, en vez de uno por parte de un comercio del que jamás has escuchado”.
Por supuesto, aseguraba en su cordial misiva WhatsApp, el usuario puede no aceptar esos términos y seguir chateando lo más tranquilo, e incluso, si dio su acuerdo y quiere revertirlo, sólo debe destildar una casilla y listo.
El espectro de reacciones fue desde el “le doy aceptar, total ya sabe todo” al “ni loco le doy aceptar”. Por más que suene a derrota, hay que admitir que la realidad está más cerca del razonamiento del primer grupo que del segundo.
Pero lo que sucede es bastante más grave: no importa la elección. Aunque declinemos la invitación a compartir los datos entre uno y otro servicio, Facebook tendrá acceso por este medio o por algún otro a los productos que habitualmente relacionamos desde el smartphone, como Messenger o Instagram (también “de la casa”).
El profesor de Derecho, ingeniero de telecomunicaciones y politólogo español Sergio Carrasco lo explicó en Twitter de manera más clara.
Desde el momento en que instalamos WhatsApp, la única forma de usarlo es otorgándole acceso a la agenda de contactos del celular, y eso incluye también usuarios que tal vez no estén en WhatsApp ni en Facebook, cuyos datos terminarán en una base de datos con nuestro consentimiento, pero sin el suyo.
Vale decir que ese anuncio de nuevos términos de privacidad es más bien irrelevante, porque toda la “familia Facebook” seguirá recolectando data, estadísticas de uso y agenda de contactos. Si alguien todavía se pregunta por qué Mark Zuckerberg pagó 22 mil millones de dólares por WhatsApp, la respuesta es esa cantidad de perfiles que evidentemente le servirán para monetizar el servicio. Información que, no huelga aclarar, no les pertenece a los usuarios de esas aplicaciones, sino a Facebook.
Esos 22 mil millones de dólares, divididos por los mil millones de usuarios activos de WhatsApp, dan 22 dólares por usuario. Eso pagó Facebook hace dos años.
Hay especialistas que hoy cifran el valor de WhatsApp en 100 mil millones de dólares, si la red social logra hacerlo productivo en dinero.
Evidentemente, “el valor de la comunicación privada” cotiza en Bolsa.
 
(Nota de Pablo Leites en La Voz)

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