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La voz tenaz de Alfredo Daza regresa a México

A Alfredo Daza le cae al dedillo la frase que da nombre a la famosa aria de la ópera Aida: ¡Ritorna vincitor! Han pasado casi nueve años desde que el barítono pisó un escenario en México. Ahora es cantante principal de la Ópera Estatal de Berlín –invitado en forma directa por su propio director, Daniel Baremboim–, ha colaborado con Plácido Domingo en Washington y Los Ángeles, y recientemente festejó 100 interpretaciones del rol de Fígaro de El Barbero de Sevilla, de Gioacchino Rossini. Con una carrera firme en Europa y Estados Unidos, él esperaba que llegara pronto una oportunidad para presentarse aquí, pero ésta no sucedió sino hasta hace poco.

Tras alternar con figuras de primera línea como la soprano Anna Netrebko y batutas como la de sir Simon Rattle o Gustavo Dudamel, Daza reaparece en México mañana para cantar una gala con fragmentos operísticos de Mozart, en el Centro Nacional de las Artes (Cenart). Su última presentación aquí fue en el Réquiem de Brahms que interpretó en el Festival Internacional Cervantino, en 2006.

“Fue larga la espera y lo tomé con resignación. Yo creo que fue gracias al apoyo de los medios de comunicación que escribían de lo que estaba pasando con mi carrera, que surgió esta invitación”, dice vía telefónica desde Berlín.

La Gala Mozartiana, que tendrá lugar mañana a las 20:00 horas y el domingo a las 12:00 horas en el Auditorio Blas Galindo del Cenart, es parte del festival Esto es Mozart, que inició el pasado viernes con el montaje de la ópera Così fan tutte. Junto a Alfredo Daza se presentará también la soprano Karen Gardeazabal, una joven promesa que con 21 años de edad ganó el más importante certamen nacional de canto, el Carlo Morelli, en 2012, y quien en enero pasado hizo su debut internacional en Colombia, con un concierto en el que también participó el tenor Javier Camarena.

Para permanecer en roles protagónicos en los teatros europeos, uno de los entrenamientos más difíciles que Daza ha tenido que cultivar es el dominio de los miedos y proyecciones catastróficas.

“Es que, más que abrirse camino, que sería llegar a ciertas casas de ópera, lo más difícil es establecerte en cierto nivel, con las cualidades que se requieren; porque si llegaste, pero técnicamente tienes problemas, o no diste para más o sufres un incidente con la voz…

Seguir creciendo se hace a base de constancia y de paciencia, porque a veces sientes que no va a pasar algo más; piensas que ciertas invitaciones no van a llegar o que cierto repertorio no te va a quedar o que ciertas casas de ópera no te van a querer porque depende de los directores, de las agencias, de tantas cosas… Y no hay más que estar preparado para, si llega una oportunidad, estar ahí y tomarla”, explica.

Daza regresa ya con otra tesitura. Su voz ha crecido, naturalmente, y de hacer Mozart, Rossini o papeles más ligeros de ópera francesa, comienza a adentrarse en pastas más gruesas. Verdi, principalmente.
“Esto ha sido más bien una ampliación de mi repertorio, aunque hay ciertos roles para los que ya no me van a llamar: un Dandini (La cenicienta, de Rossini) o una Flauta Mágica (el rol de Papageno), porque ya la voz creció. Pero me siento magnífico tanto en Mozart como en Verdi. Con cierta edad se llega a cierta madurez musical: no es lo mismo tener 22 años a casi 40, con las vivencias que uno adquiere. Además, el barítono conlleva una combinación física de resistencia vocal, de resonancia, para poder escucharse bien por encima de las orquestas verdianas, y esa resistencia te ayuda a realizar pasajes de cierto dramatismo, pero al mismo tiempo tener matices y colores de voz”, dice.

En este sentido, el cantante se prepara para cantar La Straniera, de Bellini, y una serie de funciones de La Traviata, de Verdi, que cantará en el Nuevo Teatro de la Ópera de Tokio este año.

“Es la casa de ópera más importante del país”, comenta. “Más tarde en Berlín cantaré Un baile de máscaras, de Verdi, una vez más”. También ha incorporado a su carpeta el villano de Tosca, de Puccini. “Haré mi segundo Scarpia el año que viene”, y espera que se concrete una reposición de La Dulce Rosa, bajo la dirección de Plácido Domingo.
El cantante observa que Alemania ha sido menos vulnerable a las crisis económicas y culturales que han tambaleado al mundo.

“Allá los teatros dependen la mitad del Estado y la mitad de compañías; en Estados Unidos dependen casi totalmente de la inversión privada, mientras que en México parte del problema es que las bellas artes dependen totalmente del Estado. Es un asunto de educación y cultura. No podemos comparar un país como Alemania, en donde cada pueblito tiene un teatro, a veces especializado. Allá la gente tiene el interés de llevar a sus hijos al teatro desde pequeños. ¿Será porque la televisión alemana es aburridísima?”.

 

 

Con información de El Financiero

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