En México, el sistema de prevención de violencia contra las mujeres es una simulación. Cada día siete mujeres son asesinadas en el país norteamericano, según cifras de las Naciones Unidas. Esta cifra escalofriante convierte al país en uno de los integrantes del G-20 en el que las mujeres se encuentran más desprotegidas. En total hasta noviembre de 2016, más de 7.000 fueron asesinadas, aunque sólo un 25% de los casos se investigaron como feminicidio, según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
Luto de Sangre se trata de un proyecto que nace a partir de la obra: La casa de Bernarda Alba, de Federico Garcia Lorca. En el cual vemos a seis mujeres sumidas en un encierro donde son devoradas por sus pasiones, miedos, anhelos y ansiedades, mostrándonos la forma en que se relacionan con ellas mismas y con las otras; asumiendo juegos de poder en el que son la víctima y el victimario en todo momento. La ausencia de Bernarda en este montaje busca reflejar la decisión de todas ellas por permanecer atadas a cadenas que ellas mismas se han puesto, volviendo su hogar el universo entero que están destinadas a conocer. ¿En verdad somos víctimas o simplemente gozamos del placer de sentirnos así? ¿Nos convertiríamos en victimarios a la menor oportunidad?
El asesinato de mujeres en México cobró notoriedad internacional en 1993, cuando comenzaron a denunciarse públicamente los casos de mujeres asesinadas en la fronteriza Ciudad Juárez, al norte de México. Tuvieron que pasar casi 20 años para que el país incluyera en su Código Penal el delito de feminicidio. Hoy desafortunadamente, todo México se ha convertido en un gigantesco Ciudad Juárez y no tiene para cuando terminar.
Toda muerte violenta debe ser investigada con perspectiva de género, quienes critican su uso han señalado que la gran mayoría de víctimas de homicidio en México son hombres. No obstante, los expertos señalan que el feminicidio deriva del odio relacionado al género de la víctima, el cual se evidencia con la mutilación de los cuerpos, con signos de violación sexual o tortura en ellos y con el hecho de cómo intentan esconderlos en terrenos baldíos o canales.
Luto de Sangre se trata de una obra que perturba nuestros sentidos, nos molesta, que logra incomodar incluso a quienes hacen uso de la violencia hacia la mujer que puede ser su novia, esposa e incluso hasta su propia madre, de igual forma al mismo tiempo nos hace reflexionar y disfrutar del espectáculo visual con el que cuenta; nos encamina a la cruda verdad de nuestra situación que se vive en el país cada día. Pocas obras se atreven a hablar del tema por miedo quizá a la censura que existe en nuestro país, pero Luto de Sangre logra su propósito y es atraer la atención del público que asiste a verla. En México, durante 2015 se cometieron 2 mil 555 feminicidios, de acuerdo con un reporte de Univisión.
Luto de Sangre es la invitación a adentrarnos a un encierro que va más allá de cuatro paredes, se está presentando en el Teatro La Capilla que se encuentra ubicaco en la Calle de Madrid No. 13 en la Delegación Coyoacán, cerca de, E la parada Centenario del Circuito Bicentenario y de la estación Coyoacán de la línea 3 del metro, los domingos a las 12:30 Hrs desde el pasado 05 de marzo y terminará su temporada el próximo 23 de abril de 2017.
Dramaturgia: Xandra Orive.
Dirección: Enrique Aguilar.
Elenco: Sebastián Romero, Javier Rendón Tovar, Iván García, Holil Heredia, Roberto Jerr, José María Higareda / Mauro Gómez.
Sinopsis:
Un proyecto que nace a partir de la obra: La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca. En el cual vemos a 6 mujeres sumidas en un encierro donde son devoradas por sus pasiones, miedos, anhelos y ansiedades, mostrándonos la forma en que se relacionan con ellas mismas y con las otras; asumiendo juegos de poder en el que son la víctima y el victimario en todo momento. La ausencia de Bernarda en este montaje busca reflejar la decisión de todas ellas por permanecer atadas a cadenas que cada una se han impuesto, volviendo su hogar el universo entero que están destinadas a conocer.
¿En verdad somos víctimas o simplemente gozamos del placer de sentirnos así?
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