Moscú, 23 enero.- La reunión sobre la reconciliación en Siria en Astaná se realiza este martes sin mirar a Estados Unidos, uno de los principales responsables del caos creado artificialmente en ese país levantino para derrocar Al presidente Bashar Al Assad.
Ahora, cuando por primera vez en seis años se encuentran directamente en la misma mesa de negociaciones los jefes de los grupos armados irregulares y representantes del gobierno sirio, muchas conclusiones salen a flote.
Lo primero, como lo reconoció el gobierno francés, son los errores de Occidente al tratar el conflicto sirio que dejaron a las potencias occidentales en la cuneta del proceso negociador y de la participación directa para un arreglo político.
Por el contrario, Rusia supo no solo determinar los acontecimientos en el terreno militar, con el involucramiento de sus fuerzas armadas, sobre todo la aviación, sino, además, mostrar la posibilidad de abrir el sendero para conversaciones.
Así, Rusia siempre trabajó en esa dirección, pues desde el mismo inicio de la crisis siria, Moscú se convirtió en sede de varios encuentros por separado de sus autoridades con dirigentes, tanto de la oposición como del Gobierno.
Tal proceso fue interrumpido en varias ocasiones, sobre todo, después que Occidente se empeñó en emplear a agrupaciones terroristas como el Estado Islámico (EI) y el Frente Al Nusra para radicalizar y recrudecer la confrontación militar.
Ahora, cuando Moscú logró lo que Washington prometió en varias ocasiones y nunca cumplió, es decir, separar a la llamada oposición moderada de las formaciones terroristas, el camino para influir en las negociaciones de Occidente se acortó.
Rusia, por otro lado, no solo determinó los hechos en el terreno, sino que también logró fraguar una alianza con Turquía, con el visto bueno de Irán, cuya primera prueba fue la evacuación de más de 30 mil armados de Alepo oriental.
Tal cooperación, pese a que Damasco siempre acusó a Ankara de entrenar, pertrechar, financiar y hasta curar a los miembros de grupos armados, incluido el EI, permitió coordinar los esfuerzos para convocar a todos a una zona neutral, la capital kazaja.
La moderna Astaná cita a los enfrentados en Siria
Para la reunión de la ciudad kazaja, el gobierno de esa república exsoviética aclaró que solo servía de sede para el encuentro sirio, sin participar directamente en él.
El viceministro kazajo de Relaciones Exteriores, Vasilenko, aclaró que su país se limita a ofrecer una plataforma para las conversaciones interisirias.
La delegación del gobierno sirio la encabeza su embajador en la ONU, Bashar Al Yafari, e incluye al diputado Ahmad Al Kuzbari, el embajador sirio en Rusia, Riad Hadad, y el consejero de la Cancillería siria, Ahmad Arnus.
El grupo opositor lo dirige Mohammed Allush, antiguo miembro de la agrupación Alaish al Islam, además de otras 38 personas, la mayoría perteneciente al llamado Ejército Libre Sirio, indicó el jefe del opositor Consejo Nacional Sirio, Abdul Hakim Bachar.
Las conversaciones, previstas para dos días, también cuentan con la presencia del enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, el viceministro iraní de Relaciones Exteriores, Husein Ansari, así como representantes turcos.
Además, la delegación estadounidense solo está presente en las negociaciones con su embajador en Kazajstán.
El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, afirmó que las conversaciones se iniciaron esta jornada en Astaná, pese a todos los pronósticos en contra y los intentos de cambiar a los jefes de grupos armados por dirigentes políticos.
“De ninguna forma queremos dejar fuera de las pláticas a representantes de la oposición política, pero la idea de Astaná es involucrar a quienes están con las armas en la mano en el terreno. En otra etapa en Ginebra participarán todos”, aclaró.
“Podríamos lograr con ello que se puedan reunir absolutamente a todas las partes del conflicto sirio. Creo que la participación de los armados le dará más perspectivas de éxito al proceso negociador”, consideró el jefe de la diplomacia rusa.
Las conversaciones a puerta cerrada, en las que Da Mistura asiste como moderador entre las partes y Turquía como facilitador, con apoyo ruso, de la oposición siria, pueden convertirse en otro éxito de la política exterior de Rusia.
Desde las gradas, la nueva administración de Donald Trump, apenas con un departamento de Estado en formación, observa un posible fin de la confrontación en Siria, que dejó un saldo de más de 200 mil muertes, muchas de las cuales se pudieron evitar.
(Nota de Antonio Rondón García para Prensa Latina)