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“Crimea como rehén para justificar la hostilidad” hacia Rusia

CRIMEA, (Sputnik), 16 de noviembre de 2017.- Aase Vig Berget, una jubilada de Noruega, ha contado al periódico Ny Tid las impresiones sobre su visita a Crimea. Contrariamente a la opinión ‘mainstream’, han sido todas positivas.

Antes de irse, la mujer y sus compañeros de viaje solicitaron una reunión en la Embajada rusa. Allí explicaron que querían ir a Crimea para ver lo que está ocurriendo ‘in situ’ con sus propios ojos para saber si la situación se corresponde con la imagen de Crimea que dan los medios de comunicación occidentales.

El consejero de la Embajada, Andréi Kolésnikov, les aconsejó conocer a gente allí libremente, sin previos acuerdos. Berget hizo caso omiso de las ‘advertencias’ de que Crimea se encontraba en ‘zona de operaciones militares’ y a los reparos expresados por el ministro de Asuntos Exteriores noruego. El país escandinavo, como se sabe, tiene una línea estricta sobre el cumplimiento de las sanciones occidentales.

“Después de una semana en Crimea —tres días en Yalta y tres en Simferópol— regresamos sanos y salvos, sin encontrar un solo soldado. La vida era normal y corriente en todos los lugares que visitamos. Fue incluso agradable”, subrayó la mujer al medio.

Lo que vimos en Crimea

La población de Crimea es multinacional, allí viven representantes de 130 nacionalidades distintas. Berget y sus compañeros pidieron presentarlos a la diversidad étnica y tuvieron esa oportunidad, conocieron a gente en diferentes lugares, cafés, etc.

Tres idiomas —el ruso, el ucraniano y el tártaro— gozan en Crimea de los mismos derechos, a diferencia de Ucrania, donde el ucraniano va gradualmente convirtiéndose en el idioma dominante camino a ser único, como consecuencia del golpe de Estado de 2014 que allanó el camino a los partidarios de las ideas nacionalistas.

Además, “ninguna de las personas que nos encontramos expresó descontento con el liderazgo del país o la reunificación con Rusia. También nos comentaron la pertenencia histórica a Rusia”, explica Berget.

También pidieron organizar reuniones con funcionarios en Simferópol. Estas fueron reuniones serias, aunque hubo algunas notas humorísticas, por ejemplo cuando preguntaron si nos habíamos encontrado con muchos soldados.

“La imagen falsa dada por los medios occidentales es tan absurda que aquí solo causa risa”, comenta la mujer.

También destaca que los problemas que las sanciones occidentales crean a la gente común causan indignación. De hecho cuesta entender su propósito, según ella. No obstante, las sanciones también tuvieron su parte positiva, abriendo nuevas oportunidades.

Patriotismo

Los visitantes noruegos prestaron atención al humor patriótico que prevalece en Crimea. La península tradicionalmente ha tenido un alto grado de autonomía, incluso durante el dominio de otros Estados. La gente de Crimea, según Berget, está decidida a luchar por el estatus único de su patria, lo que fue especialmente evidente durante la crisis de 2014. Curiosamente, los lugareños sacan a menudo a relucir la historia de su tierra, que comenzó 500 años a.C.

Gente común argumenta que apoya la reunificación con Rusia, que fue su elección propia, no una violación del derecho internacional. Y se sorprenden de que sea un problema para Occidente si no es ningún problema para ellos, agrega la autora.

“Crimea es utilizada y retenida como rehén para justificar nuestra [europea] hostilidad, el aumento de nuestras armas en la frontera con nuestro vecino ruso. Por lo tanto, ¡debemos continuar viajando a Crimea! Allí somos bien recibidos”, concluye.

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