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Dilma Rousseff vacía su despacho en víspera de votación que decide su destitución

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, retiró sus fotografías personales y vació las estanterías de su despacho, situado en el tercer piso del Palacio de Planalto, en una señal de que podría haberse resignado a perder su cargo en la votación que se celebrará hoy en el Senado.
Aunque los abogados del Gobierno pidieron al Supremo Tribunal Federal (STF) que detenga la votación en el Senado, que el oficialismo da por perdida, un asesor dijo que Rousseff espera recibir mañana jueves la notificación oficial de su suspensión del cargo de jefa de Estado, por violar las leyes presupuestarias del país. La mandataria niega haber cometido irregularidades y acusa a sus enemigos políticos, muchos de ellos aliados hasta hace poco tiempo, de haber conjurado para dar un golpe de Estado en su contra.
 
Sesión histórica
La sesión especial del Senado, que se espera apruebe el inicio de un juicio político contra la presidenta izquierdista, podría prolongarse hasta bien entrada la noche del miércoles. Cada uno de los 81 senadores tendrá derecho a ejercer la palabra durante diez minutos, aunque en la oposición hay parlamentarios dispuestos a renunciar a ese tiempo a fin de acelerar el trámite.
Para que el juicio político sea instaurado, los partidarios del “impeachment” precisan una mayoría simple de 41 votos entre los 81 senadores. Sin embargo, la intención de la oposición es rebañar votos hasta último momento para llegar a 54, equivalentes a la mayoría calificada de dos tercios que, una vez que concluya el juicio, será necesaria para que Rousseff sea finalmente destituida.
En ese último caso, fuentes del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, derecha), uno de los principales impulsores del proceso contra Rousseff, dijeron que con esos 54 votos se le transmitiría “el mensaje de que no hay retorno posible”. Ello responde a que, si Rousseff fuera absuelta una vez que el proceso concluya, recuperará el cargo y desplazará a Temer, que debería regresar a una vicepresidencia que, según coinciden todos los analistas, sería absolutamente insostenible.
El vicepresidente, Michel Temer, será nombrado entonces presidente interino mientras dure un juicio que podría prolongarse hasta seis meses, y Rousseff podría ser destituida de forma permanente si es condenada.
 
A la desesperada
En un intento postrero por impedir esa votación o la aplicación de su resultado, la Abogacía General del Estado, que defiende a la presidenta, intentó ayer un último recurso ante la Corte Suprema en el que exige la “nulidad” del proceso, pese a que casi no existen posibilidades de que prospere.
La mandataria, que sólo estará suspendida del cargo mientras dure el proceso, tendrá derecho a utilizar el Palacio de la Alvorada, que, según fuentes oficiales consultadas, pretende convertir en el “fortín de la resistencia” a lo que califica de “golpe”.
De hecho, para el momento en que sea notificada de la decisión que la separará del cargo, se prevé que Rousseff encabece una marcha con simpatizantes que caminarán con ella a lo largo de cuatro kilómetros entre los palacios de Planalto (presidencial) y la Alvorada.
“Estoy cansada de los desleales y los traidores, pero no de luchar”, afirmó ayer Rousseff, quien reiteró que defenderá su mandato y no renunciará, pues mientras siga “de pie, con la cabeza erguida, quedará claro que han cometido una enorme injusticia”.

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