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Rousseff compareció ante senadores más de 10 horas; los llamó “golpistas”

Dilma Rousseff se encerró ayer lunes durante más de 10 horas con los senadores que tendrán que decidir sobre su futuro esta semana. La presidenta en funciones de Brasil compareció ante el Senado por primera vez desde que se instauró el juicio político, el 12 de mayo pasado, y fue suspendida del cargo, asumido por su vicepresidente Michel Temer, quien seguirá en el poder si ella finalmente es destituida, como todo el mundo da por hecho.
Al presentar sus alegatos finales, Rousseff, que llegó al Senado arropada por su antecesor y padrino político Luiz Inácio Lula da Silva, pronunció un denso y sereno discurso, en el que también apeló a lo emocional y en el que solo por momentos se le quebró la voz.
“Amarga injusticia”. Insistió en su inocencia; negó las irregularidades fiscales que le achaca la acusación y aseguró que, en el ejercicio de su mandato, cumplió con rigor con el “compromiso de defender la Constitución” y las leyes.
Dijo que sentía “el gusto amargo y áspero de la injusticia” y avisó a los senadores que luego la interrogarían, a los que llamó varias veces “golpistas”, que no esperaran de ella el “obsequioso silencio frente a los cobardes que pretenden atentar contra el Estado de Derecho”.
“No lucho por mi mandato ni por vanidad, ni por el poder. Lucho por la democracia”, declaró en su defensa, que junto al interrogatorio duró más de 12 horas.
En su alegato final ante el pleno del Senado, constituido en tribunal, Rousseff dijo que si fuera desa­lojada del poder “se habrá presenciado una elección indirecta”, en las que “los 81 senadores sustituyeron a los 110 millones de votantes” que tiene Brasil.
“Si hubiera una decisión que autorice mi destitución sin que se haya comprobado un crimen, estaremos frente a un golpe de Estado y también frente a una elección indirecta”, dijo, por lo que insistió en la necesidad de salir de la crisis mediante elecciones anticipadas, para devolverle al país un “gobierno legítimo”.
Poco apoyo popular. Al caer la noche, apenas unas mil personas se habían congregado para apoyar a Rousseff en los alrededores del Senado. En Sao Paulo hubo algún choque entre policías y manifestantes que, además de “condenar el golpe”, gritaban “Fuera Temer”.
 
(Nota de La Crónica)

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Redacción Voces del Periodista

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