Diversos factores de alto riesgo, como lo son “la sequía, la pobreza y el conflicto armado en la cuenca del lago Chad, en África”, formarían una “tormenta perfecta” que de no ser considerada con medidas urgentes por parte de líderes mundiales, alimentaría una crisis migratoria hacia Europa.
“La búsqueda de asilo, la crisis de refugiados, la crisis ambiental, la inestabilidad sembrada por los extremistas, todas esas cuestiones convergen en la cuenca del lago Chad”, indicó Toby Lanzer, coordinador humanitario regional de la ONU para la zona del Sahel.
Una fuerte y pertinaz sequía ha venido afectando a los países limítrofes con esta cuenca: Chad, Níger, Nigeria y Camerún. Aproximadamente 2.5 millones de personas han sido desplazadas de la región, y una parte de estos migrantes se ha visto obligada a cruzar la frontera hacia otros países, principalmente obligados por las acciones del grupo militante islamista Boko Haram.
“No se trata solo de que la gente es muy pobre, se trata de que hay inestabilidad, una enorme degradación del medio ambiente, y se complica aún más por la situación demográfica”, abundó Lanzer.
“Por lo tanto, hay una razón muy convincente por la cual la comunidad internacional debe intensificar sus esfuerzos y hacer más”, dijo. A su juicio, el mundo debe ayudar a los países de la cuenca del lago Chad no solo a acabar con el problema yihadista, sino también a hacer frente a los efectos del cambio climático.
El coordinador humanitario de la ONU insistió en que la cuestión debe ser abordada en la cumbre UE-África que se celebrará durante dos días desde el 11 de noviembre en la capital de Malta, La Valeta, y en la conferencia climática de la ONU que tendrá lugar en París, Francia, a finales de mes.