Voces del Periodista Diario

Aumenta el consumo de alcohol en mexicanas menores de 17 años

  • México presenta un incremento en el consumo de alcohol clasificado como peligroso
  • El fenómeno aumentó entre la población adolescente 2.1% en la prevalencia de dependencia
 
MÉXICO, 18 de julio de 2017.- México presenta un incremento en el consumo de alcohol catalogado como nocivo o peligroso, ya que la accesibilidad de la juventud a esas bebidas es cada vez mayor, a pesar de las prohibiciones impuestas para la venta a menores, señaló la doctora María de Jesús Radilla Vázquez, coordinadora del Eje Temático de Adicciones y Violencia del Programa UAM Saludable.
 
Al dictar la conferencia magistral Prevención de conductas de riesgo asociadas con el consumo de alcohol, en la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), expuso que el uso nocivo está referido a los patrones de ingesta en grandes cantidades por ocasión, sin alimentos y fuera del hogar, además de que las mujeres han adquirido más esa práctica y a una edad menor.
 
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) de 2008, 38.9 por ciento de las menores de 17 años bebía alcohol; 51.2 de 18 a 25 años y 9.9 de 26 a 65 años; promedios que se incrementaron para 2011, de acuerdo con el mismo instrumento, en 4.4, 4.9 y 0.7 por ciento, respectivamente.
 
En el caso de los hombres 56.8 por ciento de los menores de 17 años consumía bebidas alcohólicas; 41.4 por ciento de los de18 a 25 años, y 1.8 por ciento de los de 26 a 65 años en 2008, mientras que para 2011, según la ENA, lo hacían 64.9, 33 y 2.1 por ciento, en ese orden.
 
En las mujeres la ingesta de esa sustancia tóxica inicia en promedio a los 19 años, pero hay sondeos que reportan que tanto el de alcohol como el de tabaco ocurren entre los 8 y 10 años de edad, y en el caso de los hombres a los 16.
 
Los índices de consumo de alcohol de manera excesiva son alarmantes, ya que en el caso de las mujeres la proporción representa 19.3 por ciento y en los varones 47.2 por ciento, presentándose casos de dependencia en menores de 21 años.
 
Otro dato que revela la gravedad del problema es que 11.7 por ciento de las mujeres de entre 12 a 17 años muestra un consumo muy alto, mientras que en los hombres el promedio es de 17.3 por ciento. En relación con la dependencia, en ellas es dos por ciento y en ellos de 6.2 por ciento.
 
La representante de la UAM ante el Consejo Consultivo del Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones y de las Redes de Instituciones Educativas contra las Adicciones de la Ciudad de México y de Universidades Promotoras de la Salud, dijo que los mitos sobre esta bebida son falsos porque beber sólo los fines de semana sí causa daño al organismo.
 
El deterioro que provoca el alcohol depende del llamado patrón de consumo, es decir, de la cantidad –cuánto mayor es ésta, mayor es el daño– y de la intensidad –la misma proporción concentrada en menos tiempo es más dañina–. También existe el riesgo de convertirse en un hábito, hasta el punto de no divertirse si no se bebe.
 
La especialista en tratamiento de adicciones y experta en toxicología refirió que el consumo de alcohol no ayuda a las personas a activarse ni a superar el cansancio, pues hace perder el control sobre las emociones y sentimientos; tras una breve sensación de bienestar, si se está triste o deprimido esta situación se agudiza; produce una mayor fatiga física y más sueño; también se pierde fuerza y coordinación.
 
Tampoco combate el frío ni hace entrar en calor, no es un alimento, no es bueno para el corazón, no facilita las relaciones sexuales ni proporciona energía; la mezcla de bebidas no emborracha más, no todas las personas reaccionan de igual forma al alcohol, una ducha o tomar café no vuelve a un individuo sobrio o beber durante la resaca hace que mejore.
 
Los jóvenes que beben tienen entre 4 a 5 veces mayor probabilidad de desarrollar dependencia, la ingesta en edades tempranas aumenta el riesgo de usar otras drogas y de tener problemas escolares y de rendimiento.
 
Además de sufrir lesiones, herir a otra persona o morir –por caídas, accidentes de coche, suicidio– tener relaciones sexuales sin protección o no deseadas, con el riesgo de contraer VIH/SIDA y hepatitis o un embarazo no deseado, junto con otros problemas de salud, ya sean digestivos o psiquiátricos.

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Redacción Voces del Periodista