Voces del Periodista Diario

Ochenta y ocho y más razones para continuar luchando por la salvación de la humanidad

Fidel
Las enseñanzas de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, quien cumple este miércoles 88 años, son imprescindibles para salvar al mundo de una catástrofe de proporciones universales

 

Armando Hart Dávalos

Nuestro Comandante en Jefe cumple hoy 88 años. Sus enseñanzas son imprescindibles para salvar al mundo de una catástrofe de proporciones universales. El imperio norteamericano se halla ante una evidente decadencia, y puede destruir a todos los que tiene a su alrededor, en fin, al mundo entero. La historia de Cuba y América Latina pueden contribuir a evitarlo; Fidel Castro la representa y nos ha enseñado los nuevos caminos que permitirían hacerlo.

Es insostenible el capitalismo; ya se volvió insoportable su presencia; es dañino para la vida. Los pueblos que levantan sus voces antiimperialistas desde la raíz de sus corazones —porque como diría Martí: «El cuerpo humano es como las naciones: tienen el corazón donde no se les ve…»—, están requeridos de una plataforma ideológica, de un pensamiento filosófico, político y social; en sí mismo emancipador, reservorio de eticidad, cultura superior, esa que necesita la humanidad para vencer aquella que promueve el egoísmo personal, la exaltación de lo material, la podredumbre moral. No en balde abogamos por continuar haciendo por la construcción del socialismo; sin olvidar, como he expuesto en otras ocasiones, que el socialismo es una luz para alcanzar en el horizonte. De ahí la importancia de tener conciencia de que se trata de un camino largo y no exento de dificultades ni de adecuaciones y rectificaciones, y que requiere siempre del análisis y del estudio para garantizar el buen rumbo.

La humanidad precisa hoy de un pensamiento que lleve en sí la esencia de cada uno de nuestros pueblos, las fuentes latinoamericanas como rasgo original, la identidad nacional, el respeto al derecho ajeno tanto a nivel individual como colectivo, una estrategia cultural, ética y políticamente admisible, un ejercicio íntegro del deber y un carácter entero como abogaba el Apóstol de Cuba, José Martí. Y a propósito de ese necesario pensamiento filosófico, político y social hemos de ir a fuentes de indiscutible valor, dotarnos de la levadura histórica de hombres de una altura ética trascendental, de pensamiento y acción valerosa como Simón Bolívar, José Martí, Hugo Chávez y Fidel Castro. En ellos vamos a encontrar importantes lecciones de política, sobre todo de algo en lo que he insistido y he llamado «la cultura de hacer política»; pues son estos grandes hombres maestros en ese arte, donde tanta falta hace saber conjugar el ser radical con el ser armonioso; y más en estos tiempos. No olvidemos que las enseñanzas de Martí y de Fidel, especialmente en el campo de la política, constituyen el aporte fundamental del pensamiento cubano a la cultura política y filosófica universal: la ya aludida cultura de hacer política; o sea las formas prácticas que utilizamos para lograr materializar la cultura política y vencer los obstáculos que se levantan ante todo proyecto revolucionario.

Razón suficiente tiene Fidel cuando en días recientes, a propósito de la masacre en Palestina expresó: «La especie humana vive hoy una etapa sin precedente en la historia. Un choque de aviones militares o naves de guerra que se vigilan estrechamente, u otros hechos similares, pueden desatar una contienda con el empleo de las sofisticadas armas modernas que se convertiría en la última aventura del conocido Homo Sapiens». No es una alarma sin sentido, es una realidad que todos debemos concientizar por la responsabilidad que albergamos como seres humanos en la defensa y preservación de la humanidad. Hay mucho que estudiar; el momento es crucial; no son estos tiempos de mera contemplación, de descripción superflua de una realidad, sino de voluntad política consecuente, decidida a cambiar para el bien de todos; creadora de las condiciones requeridas para dar solución a los ingentes problemas globales; transformadora del escenario en penumbras en que vivimos. Ahora toca protagonizar una nueva obra de teatro, y el guión que continuaremos construyendo tendrá su fuente en el caudal de ideas de Bolívar, Martí, Chávez y Fidel.

Son ya 88 agostos de gloria; 88 y más razones para seguir luchando por Cuba, Nuestra América y la humanidad toda; son también 88 los escalones de la siempre heroica escalinata de la Universidad de La Habana; sitio este donde se hizo Fidel revolucionario, donde fraguó aún más su rebeldía y se convirtió en la fórmula salvadora de la nación, encarnando como mejor discípulo las ideas de Martí. Ese es Fidel, el que llevó las doctrinas del Maestro en su corazón cuando en 1953 tuvo lugar el asalto al cielo de la libertad, las acciones del 26 de julio glorioso y épico, como pocos hechos de la historia universal.

Ese es Fidel, el hacedor de justicia e igualdad social, el quijote e hidalgo del internacionalismo y la solidaridad mundial, el eterno joven rebelde, el maestro de las ideas y la lucha invencible y preñada de pasión revolucionaria. Allí, en la universidad casi tricentenaria, debemos estar todos, donde cada joven cubano ha de rendir tributo a Julio Antonio Mella y a José Antonio Echeverría, donde la patria se torna más hermosa y las ansias de lucha se yerguen, se levantan como aquellos racimos gozosos de los Pinos Nuevos que describió el Apóstol un 27 de noviembre de 1891 en la ciudad de Tampa. Como ayer seguimos honrando a nuestros muertos, el camino por ellos señalado no desaparece, la juventud lo asume como legado y ha de ser cada día más consecuente con él.

No puede fallar pues si no, como sentenciara Fidel, todo fallará. Tiene muchos retos por delante: mantener la Revolución llena de vida. Para ello ha de apertrecharse de un arsenal de ideas necesarias para tan alto propósito; el mismo se halla en la inmensa cultura cubana que hemos heredado y que representan, en su grado más alto en distintas épocas, entre otros, Félix Varela, José de la Luz y Caballero, José Martí, Enrique José Varona, Julio Antonio Mella y, en nuestro tiempo y para siempre, el compañero Fidel. Enorme es la responsabilidad que tenemos porque en Cuba, durante el siglo XX, se articularon con las ideas y acciones de Mella y de Fidel el pensamiento filosófico y político más avanzado de Europa, el socialismo y la tradición patriótica y utópica, latinoamericana y caribeña de Bolívar y Martí. Este es un hecho singular en la historia de las ideas en el mundo. 1 Me siento un joven más del siglo XXI; he aquí mi sincero homenaje a usted, Comandante en Jefe, amigo, en su cumpleaños 88.

 

Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba

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