Voces del Periodista Diario

2018: ¿Es posible aún La tregua de Dios?

El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

Desde finales de abril y principios de mayo, una especie creó estado: Hombres de poder económico hicieron contacto con los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) en consulta sobre términos y tiempo en que podrían “declinar” a sus aspiraciones los candidatos presidenciales.

Al inicio de semana, el espectro de la “declinación” tocó al menos a dos candidatos presidenciales, después de ser escuchados por los hombres de negocios en sesiones privadas.

Esa ominosa sombra apareció después de que, en la cuenta regresiva hacia el 1 de julio, encuestas nacionales sobre la intención del voto confirmaron las tendencias registradas desde el inicio de las campañas presidenciales. Con esa referencia arrancamos esta entrega.

El fiel de la balanza electoral lo inclina el poder del dinero

Lo primero que hay que plantear, es que existe la hipótesis- ya plenamente demostrada por la Ciencia Política- de que en las democracias occidentales el fiel de la balanza de los procesos electorales es inclinado por el peso del dinero. No por el voto popular.

Particularmente en los Estados Unidos, ese supuesto se confirmó en la elección presidencial de 2016, en las que se dio el triunfo al magnate republicano Donald Trump.

Académicos estadunidenses, que ejercen las disciplinas de Sociología y Análisis Político, colocan el contrapunto en estos términos: 1 por ciento dueños de la riqueza; 99 por ciento de tributarios.

Los grandes polos económicos en México

Traslademos el cuadrante a México, precisamente en el marco de la sucesión presidencial de 2018: La nota dominante, es que 16 mexicanos están nominados entre los más ricos del mundo. Cuatro de ellos acumulan aproximadamente 120 mil millones de dólares.

Aleatoriamente, tres docenas de corporativos controlan los movimientos de la Bolsa Mexicana de Valores. Los mexicanos más ricos del mundo y los principales jugadores del mercado bursátil son identificados con un genérico: Hombres de negocios. Tienen el control también de las principales cúpulas empresariales.

En la casa de enfrente, está la economía informal o criminal, según la tipifican las autoridades fiscales. Sin estar inscritos en ese rango, existe en el país un millón de pequeños comerciantes. Su ingreso por ventas se calcula en promedio en 12 mil pesos al mes: Ocho mil, descontada la inflación (40 por ciento de minusvalía).

Ese millón de mexicanos están en el padrón de la Alianza Nacional del Pequeño Comercio. Esta asociación no forma parte del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).

De los secretos “moches” al PRI, a las donaciones públicas

En la época de vino y rosas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque larvada la operación, resultó visible que los dueños del gran dinero eran requeridos para donar recursos líquidos a las campañas presidenciales del tricolor. Respondieron con creces, sobre todo en 1993.

Es hasta las campañas presidenciales de 2000 y 2006, cuando particularmente el CCE hace ostensible su injerencia en las campañas. Consta en expedientes judiciales y en dictamen, para el segundo caso, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Sobre todo en la segunda sentencia, los magistrados electorales, sin hacer el análisis del fondo de la cuestión, reconocieron esa injerencia pero la desestimaron con el argumento de que no les era posible ponderar la influencia de esa intromisión en la voluntad del votante.

Lo que ayer era oscuro, hoy está a pleno sol

Hoy, los hombres de negocios, a pleno sol, están en pleno activismo electoral. Hay una variante, sin embargo: Consejeros del INE no encuentran causa de Litis aplicable. Una de las causales es desechada: No existen pruebas tangibles de que estén pagando promociones o ataques de o a partidos o candidatos en los medios de comunicación.

Un episodio que se dejó casi para la anécdota, es el siguiente: Un candidato independiente a la presidencia de la República, fue imputado por el INE de transgredir la norma en la recolección de firmas de apoyo, al tomarlas de copias de credencial de elector.

Después, la Unidad Técnica de Fiscalización del propio INE encontró, en el mismo caso, elementos de presunción sobre un eventual lavado de dinero y evasión fiscal.

Hay dos antecedentes al respecto: En un recurso de impugnación, el Tribunal Electoral federal alegó que sólo la credencial electoral da certeza al ciudadano sobre el proceso electoral.

Cuando el asunto de las firmas “irregulares” llegó a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) de la PGR, el titular encontró que aquellas infracciones no tienen el correspondiente tipo penal.

Entran en escena política las empresas fantasma

Volviendo al expediente del candidato presidencial independiente, la sospecha de lavado de dinero y de evasión fiscal se fundó en la sospecha del uso de empresas fantasma para hacer las triangulaciones de recursos dinerarios.

Para otros efectos, tanto la Auditoría Superior de la Federación de la Cámara de Diputados, como expertos en contaduría pública y derecho fiscal coinciden en que las empresas fantasma son utilizadas para la evasión fiscal, una de las grandes fuentes de corrupción pública-privada.

Eso de las empresas fantasma es un elemento recurrente en los procesos judiciales contra varios ex gobernadores priistas ya encarcelados. Para otros casos, las empresas donantes a los partidos y los candidatos no son tan “fantasmas”: Tienen razón social, domicilios y socios de carne y hueso.

La cuestión de la legitimidad y la Tregua de Dios

A manera de conclusión, podemos dar un diagnóstico preliminar: Con independencia de la frágil legalidad electoral en uso, lo que prima los procesos comiciales en su conjunto es el riesgo de la ilegitimidad y su consecuencia natural: La dificultad para el ejercicio del poder político.

Después de las jornadas de comparecencia de los candidatos presidenciales ante el foro de los hombres de negocios, la sensación es que se habría pactado La tregua de Dios.

Esa vieja figura religiosa se invoca en los peligros de las especies ante el enemigo común. La lectura que puede aventurarse, es que los convocantes a los diálogos presidenciales podrían haber concluido que el enemigo no está entre los candidatos, sino en otras fuentes: La externa, la más beligerante en estos días.

Como sea, a escasos 22 días de que se cierren las campañas presidenciales, el fantasma de “la declinación” no ha sido del todo exorcizado. Es cuanto.

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