Voces del Periodista Diario

A una semana de la partida del Maestro Salvador Borrego

Expedientes del poder

Por Jorge Santa Cruz

De muy niño, a los 10 años, cuando México y el mundo eran sacudidos por fuertes movimientos desestabilizadores, mi señora Madre, la Periodista María Guadalupe Santa Cruz de la Mora (1932) me entregó dos libros y, lacónica, me dijo: “Toma, lee esto, para que te vacunes”.

Eran dos tomos, voluminosos ambos, muy diferentes a las lecturas que habitualmente me procuraba, como Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, y Corazón, Diario de un Niño, de Edmundo De Amicis.

Se trataba de las primeras ediciones de Derrota Mundial y América Peligra, del periodista, historiador y filósofo mexicano Salvador Borrego Escalante.

Su lectura me resultó sencilla. Todo lo escrito tenía -al menos- una prueba confiable, si no es que dos, tres o más. De esa manera me asomé, sin saberlo, a la Metodología de la Investigación.

Ese 1968 me marcó. Recuerdo cómo se escuchaban en la Unidad Habitacional Cuitláhuac, los balazos de las refriegas en el Casco de Santo Tomás. También, cómo aquella tarde del 2 de octubre, tuvimos que esperar a que pasara una larguísima caravana de tropas y vehículos militares, que transitaba sobre Guillermo Prieto, en la Colonia San Rafael, con dirección a la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Acompañaba a mi mamá, que iba a escribir su material en la Redacción Central de la Cadena García Valseca.

-¡Mamá! ¡Cuánto soldado!
Sí, hijo. Se va a poner feo.
-¿Por qué, mamá?
-Cuando regresemos a casa te explico.

Ese regreso fue de madrugada, luego de ver a la sagaz periodista coordinar a reporteros y fotógrafos: “Necesitamos toda la información, pero, también, ¡que se cuiden!”

La Redacción de El Sol de México era un caos ordenado -permítanme la expresión-. En un momento, no sé a qué hora, me acerqué a la Mesa Iluminada, donde el Director, el Jefe de Redacción y los Secretarios de Redacción formaban la primea plana. Lo que vi, me congeló: muchos muertos, en su mayoría soldados; también civiles (mujeres y niños).

La explicación prometida sobre las causas de tanta violencia llegó al día siguiente:

El sionismo está detrás del comunismo. ¿Recuerdas los libros que te presté?
-Sí. Mamá: ¡quiero ser periodista, como tú!
-Bueno… Nunca vas a ser rico. ¿De veras quieres?
-¡Sí, mamá!
-Pues lee este otro libro. Es del mismo autor. Es muy técnico, pero yo te responderé las dudas.

El libro llevaba por título Periodismo Trascendente. Era del mismo autor de Derrota Mundial y América Peligra: Salvador Borrego E.

En las páginas de las tres obras, fundamentales para mí, de cabecera, aprendí del Maestro Borrego, como siempre le dijo mi mamá, una de sus discípulas, lo fundamental:

1. Que hay un solo Dios, y una sola religión verdadera: la Católica.
2. Que el sionismo es enemigo del catolicismo.
3. Que el sionismo trabaja para establecer un gobierno mundial, mediante distintos regímenes de gobierno y modelos económicos, de claro signo anticatólico.
4. Que el mejor antídoto para el sionismo mundialista es el amor a la Nación y a la Patria.
5. Que la inmensa mayoría de los mexicanos está integrada por premexicanos, que carecen de los conceptos claros de Nación y de Patria
6. Que existe una minoría de mexicanos que aman verdaderamente a la Nación, que se constituyó como tal, cuando Iturbide consumó la Independencia en 1821.
7. Que existe otra minoría, muy organizada, poderosa en lo político y lo económico -y que ahora veo, en lo criminal- que conspira contra México. Es la clase conformada por los traidores y entreguistas: la de los antimexicanos

8. Que los premexicanos se orientarán hacia los vencedores la lucha entre mexicanos y antimexicanos.
9. Que el Periodismo Trascendente es el que trabaja más sobre la significación del hecho, que sobre el hecho mismo.
10. Que para entender a la Historia se necesita aplicar esta premisa.
11. Que el periodista verdadero debe trabajar sobre los significados parciales hasta llegar al significado único, genérico, universal, de sentido común, que no cambia y que constituye la esencia de la noticia.
12. Que el Periodismo es un tacto a distancia en el tiempo, que hace visibles a la sociedad las amenazas y fortalezas que se perfilan en el futuro.
13. Que todo periodista que se precie de serlo debe ser revisionista, porque una verdad impuesta es, de entrada, sospechosa.

Los años pasaron. En efecto, gracias a esos tres libros, “me vacuné”. Luego vendrían otro, y otro, y otro: México Futuro, Yatrogenia, Neoliberalismo, Imperialismo y teología… Más de 50 obras.

Supe que el Maestro Borrego era bloqueado por el régimen y por los poderes fácticos, incluso perseguido. Que mi mamá, la periodista Santa Cruz, vivía un infierno en El Sol matutino porque había recibido su plaza de manos de don Salvador.

Mi hermano Roberto Santa Cruz, también periodista y yo, fuimos recibidos varias veces -cuando niños- en el modesto departamento de don Salvador, en la colonia Juárez.

-Maestro: ¿por qué esto?
-¿Por qué lo otro?
-¿Qué va a pasar?

Las respuestas eran acompañadas de pacientes explicaciones y de sabrosos sánduiches, que preparaba su esposa. 

Eran horas de lecturas, videos, sonrisas y esperanzas: “Al final, Él triunfará!”

Esos encuentros continuaron, aunque cada vez más espaciados, cuando mi mamá fue obligada al retiro y mi hermano y yo, trabajábamos ya en los medios.

Hoy, el Maestro Borrego goza de la mansión eterna, al lado de Él, del Padre y del Espíritu Santo, junto a la Santísima Virgen María.

Hoy, sigue presente en sus libros. Hoy, seguramente, estamos en sus oraciones.

Hoy, más que nunca, estamos convencidos de que, como don Salvador nos lo enseñó,  Él, Nuestro Señor Jesucristo, triunfará, en una contienda que ha abreviado su tiempo.

¿Cuánto? “Sólo el Padre lo sabe”.

Lo que nos queda claro, es que debemos dar testimonio, como el Maestro Borrego lo hizo siempre, aunque vayan la carrera y hasta la vida de por medio.

Salvador Borrego Escalante fue, es y será sinónimo de lucha leal; nunca, de traición, ni de hipocresía.

Descanse en paz el mexicano más valioso.

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