Voces del Periodista Diario

El banco de sangre en manos de Drácula

El lecho de  Procusto

Por Abraham García Ibarra

En estricto rigor, vistas las imágenes públicas, el grupo dominante no ha superado su estado de catatonia frente a la crisis nacional. La catatonia es un de los síntomas de la esquizofrenia. Se expresa en la torpeza o la inmovilidad del raciocinio.

Lo primero que se percibe, es que el grupo dominante no se ha hecho cargo de esa crisis nacional que está presente desde hace varios sexenios. Frente a ello, no sólo opta por la negación, sino por un absurdo triunfalismo.

El impacto de los fenómenos climatológicos y su exacerbación con los terremotos del pasado verano -y sus consecuencias sociales- han sido respondidos con una incontinencia verbal de la burocracia pública que humilla aún más a las víctimas y subleva a la sociedad civil que ha tomado la iniciativa para salir al paso a la magnitud de la tragedia.

Seguramente -concedemos el beneficio de la duda- con muy buena voluntad, un “líder de opinión” escribió el pasado domingo que, “súbitamente, el presidente aparece en público y se vuelve protagonista efectivo y eficaz, potencialmente alterando la ecuación política”.

¿De eso se trata la respuesta al drama colectivo? De alterar “la ecuación política”. Tiene que subrayarse este elemento porque la mayoría de las opiniones coincide en que, de la calidad y la profundidad de las respuestas, dependerá la reacción de las fuerzas electorales en 2018 y sus resultados.

Peña Nieto atrapado en el mito de Frida Sofía

Tomemos dos elementos de esas apariciones de Enrique Peña Nieto.

Primera aparición presidencial para decir: “Estamos siguiendo y hemos estado muy atentos, como seguro estoy, muchos mexicanos han estado atentos, al caso de Frida Sofía…”.

“Frida Sofía” resultó un mito televisivo al estilo de La rosa de Guadalupe.

Segunda aparición presidencial, en Santiago Niltepec, Oaxaca: El 22 de septiembre Peña Nieto anunció que a partir de esta semana el gobierno federal entregará monederos electrónicos para la reconstrucción de Chiapas y Oaxaca.

Queremos que sean las mujeres de cada comunidad las que se aseguren de que se administre muy bien la tarjeta…”, dijo Peña Nieto.

Nos parece que, entre las improvisaciones discursivas, eso es mentar la soga en casa del ahorcado. Lo de los “monederos electrónicos”, que se materializan en cajeros bancarios, han sido moneda corriente desde la campaña presidencial misma de Peña Nieto.

Se repitió la operación en la pasada campaña para elegir gobernador en el Estado de México, con los monederos rosas.

Obviamente, los plásticos sirven para disponer de efectivo en los cajeros automáticos. Al menos tres corporativos bancarios nacionales han informado del cierre de sucursales en localidades afectadas por los terremotos. Si no hay movimiento en ventanilla, no lo hay en los cajeros.

La experiencia del Plan Nuevo Guerrero

Ahora bien. El discurso burocrático insiste en que los damnificados no tienen acceso directo a los recursos de auxilio, sino al través de dependencias gubernamentales, incluso estatales; esto es, los gobernadores, que responderán contra los folios emitidos por una autoridad administrativa responsabilizada expresamente para formular el padrón de víctimas.

Esa tarea se encomendó a bote pronto a la secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Rosario Robles Berlanga.

La semana pasada, con la ligereza que los caracteriza, Peña Nieto anunció in situ que antes de tres meses damnificados de Oaxaca y Chiapas podrían  disponer de sus nuevas viviendas.

La señora Robles Berlanga, entonces secretaria de Desarrollo Social, para administrar los apoyos del Plan Nuevo Guerrero anunciado desde 2013, tuvo en sus manos “los folios” entregados a las familias siniestradas.

Muchas de esas familias guerrerenses ambulan todavía de oficina en oficina folio en mano sin alcanzar un solo bien de los más de 77 mil millones de pesos que supuestamente se presupuestaron para la reconstrucción.

La arquitectura “solidaria” para proteger la vida

Desde el sexenio de Ernesto Zedillo se instituyó el Fondo Nacional de Desastres (Fonden), presentado como pilar de la arquitectura financiera y solidaria para proteger la vida… Humana, por supuesto.

La gestión de ese Fondo tiene como cabeza de sector la Secretaría de Gobernación.

En otoño de 2005, los huracanes golpearon los estados del sureste; con especial y devastador impacto en Chiapas. Tiempos de Vicente Fox.

El titular entonces de Gobernación, Santiago Creel Miranda abandonó la secretaría para buscar la Presidencia de la República. Lo relevó Carlos María Abascal Carranza.

Fue en ese tránsito burocrático cuando se convirtió en piedra de escándalo el saqueo de los recursos del Fonden, sin que hubiera ninguna consecuencia jurídica sobre los responsables de ese crimen de lesa humanidad.

Esa benemérita institución, de arquitectura solidaria para proteger la vida, vuelve estar de moda.

Lo primero: “Evitar presión sobre las finanzas públicas”.

Recientemente, el subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Hacienda, Miguel Messamacher tuvo su turno en las pantallas televisivas.

Explicó que de la gestión del Fonden son responsables las secretarías de Hacienda, Gobernación y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, de la ya citada ex presidenta nacional del PRD, Rosario Robles Berlanga.

El subsecretario de Ingresos de Hacienda hizo una acotación que nos parece reveladora: Se tienen recursos suficientes para evitar toda presión sobre las finanzas públicas en 2018. Buena coartada para no revisar el orden de las asignaciones ya previstas en los Criterios de Política Económica para el año venidero.

El funcionario hizo otra precisión: Las administraciones del Fonden se harán conforme las evaluaciones que hagan las tres secretarias involucradas en su gestión y esto no ocurrirá antes de 30 días. ¿Cómo dice el Presidente que damnificados empezarán a disponer de sus nuevas viviendas antes de tres meses?

La cuantificación de daños en infraestructura física, que debe abarcar ahora la catástrofe en la Ciudad de México, apenas estaría por iniciarse de acuerdo con los peritajes técnicos en la materia, que no se han emprendido entre tanto caos.

Ahí tenemos otra rémora: Los verdaderos especialistas en esas disciplinas se encuentran en los centros públicos de Educación Superior. No han sido convocados a incorporarse a esas tareas, que se siguen dejando en manos de las burocracias enquistadas en la Administración Pública.

A la descomunal contingencia, menos de la mitad que a tareas electoreras

Vale hacer una acotación al respecto: En la estructura burocrática de la Secretaría de Gobernación, se ubica el área responsable de Protección Civil. El gasto de esta dependencia lo absorbe mayoritariamente el pago de personal.

A la luz de los hechos, ese adefesio carece de equipamiento técnico y de tecnología elemental -hablar de tecnología de punta se antoja imposible- para cumplir su cometido en tiempo y forma. Lo que ahí sobra es saliva.

Párrafos antes retomamos el dato de que, sólo para el inconcluso Plan Nuevo Guerrero se habrían destinado casi 78 mil millones de pesos.

¿Qué disponibilidad en presupuesto tiene el gobierno federal?

A decir de Hacienda, en lo inmediato el Fonden tiene de poco más de nueve mil millones de pesos. Para el 18 se agregarían seis mil 600 millones.

Se tendría así un total de 15 mil millones de pesos. Apenas la mitad de lo que se asignarán en 2018 a los órganos electorales y a los partidos políticos que recibirán, entre recursos federales y estatales, más de 38 mil millones de pesos.

Lo que tendrá el Fonden no alcanza ni para obras cosméticas, vista la magnitud del colapso físico, aun si se echa manos al bono catastrófico del Banco Mundial, que es sólo de 360 millones de dólares.

Los que revolotean sobre el dinero público

Lo peor del asunto es que, en la rebatiña presupuestal de lo que ahora hay en reserva y lo que se agregará en 2018, operan como pelones de hospicio al menos cinco presidenciables, a saber:

El gran repartidor titular de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreñas; el de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, y los gobernadores de Morelos, Graco Ramírez, y de Chiapas, Manuel Velasco Coello. Más lo que se acumulen esta semana.

Suena un tanto exótico invocar en México, en estas horas de tragedia, el imperativo de un Plan de Salvación Nacional. Imposible todavía más, suponer que en un eventual Consejo para tal efecto, se admita la contraloría social que necesariamente tendría que estar en manos de aquellas representaciones civiles que suplieron a un gobierno catatónico de lento aprendizaje en las respuestas a la crisis humanitaria.

Pasada la conmoción sicológica, lo peor está por venir. Si el fin de tantas reacciones epilépticas dentro del Estado, es cambiar la ecuación política, los mexicanos sólo tendrán la opción de escapar de la sartén para caer al fuego. Es cuanto.

Articulos relacionados

Desde legisladores y los juegos del hambre

EL “DESPACHO DIVINO” DE JULIO SCHERER

Voces Diario

Pajarracos en el alambre 

Voces Diario