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Como no caer en “más de lo mismo”

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Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

En el anciano régimen priista, el partido en el poder barajaba suficientes hombres y nombres para demostrar que su caballada estaba bien gorda. Para 2018, fue tan flaca tal caballada que el PRI optó por un simpatizante.

La lectura del expediente nos da algunas pistas sobre el comportamiento de los candidatos a la presidencia, respecto de su benefactor desde Palacio Nacional o después desde Los Pinos.

Para dar la sensación de méritos propios y de una supuesta autonomía a fin de levantar el ánimo de su audiencia, el candidato daba algunos indicios de ruptura con quien lo había escogido.

Parecía un juego a valores entendidos. En 1969, sin embargo, Luis Echeverría fue obligado a un rapto en la Universidad Nicolaíta de Michoacán: Guardó un minuto de silencio por los caídos en La Matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, de la que Gustavo Díaz Ordaz al año siguiente asumió toda la responsabilidad histórica, política y moral.

El desliz estuvo a punto de costarle la candidatura al ex secretario de Gobernación, según lo comentaría por aquellos días el presidente del PRI, Alfonso Martínez Domínguez.

Para salir al paso a pretensiones de “minimaximatos”

La ruptura verdadera se produjo ya en el cambio de guardia presidencial: El propio Echeverría con Díaz Ordaz, José López Portillo con Echeverría. Menos ríspida, la de Miguel de la Madrid con López Portillo.

La de Carlos Salinas de Gortari con De la Madrid fue bastante a toro pasado. Cuando meses antes de morir De la Madrid declaró que, al nombrar a su sucesor, no tenía idea de la catadura moral de la familia Salinas de Gortari.

De película fue la ruptura de Ernesto Zedillo Ponce de León con Salinas de Gortari. El PRI pasó a retiro en 2000. (La de Felipe Calderón con Vicente Fox se dio desde que el michoacano le ganó al guanajuatense su nominación).

Pero del PRI es el tema: Cuando en noviembre pasado el tricolor estaba en el ojo del huracán en eso de encontrar candidato, Enrique Peña Nieto saltó al ruedo con una especie de no se hagan bolas: El sucesor no será producto de aplausos o encuestas, etcétera.

Fue el canciller Luis Vedegaray Caso quien dio la nota al ponerle nombre al futuro: José Antonio Kuribreña.

Desde su precampaña, el ex secretario de Hacienda dio señales de sana distancia del PRI al placearse como candidato ciudadano. En esa línea, en el arranque de su campaña el primer domingo de abril, Meade fue más categórico al anunciar que su gobierno estará formado con gente decente. Más claro, ni el lodo.

La apuesta: Ofrecer lo que se carece

La constante del discurso electoral de Meade, es la autoexaltación de su escalafón personal como servidor público a lo largo de dos décadas, si bien se declara continuador de las grandes reformas transformadoras del actual sexenio.

Existen otros signos más indicadores del humor del candidato del frente Todos por México. El más reiterativo, el tema de la corrupción, que en el actual sexenio se ha disparado a tal velocidad que en el combate a esta peste México ha caído más de 30 puntos, si se atiene uno al índice que periódicamente publica Transparencia Internacional.

Sobre esa asignatura, señala que la raíz es la impunidad, compañera de viaje de la violencia.

Lejos relativamente del spot, Meade empieza a mandar otros tips: Reprueba el asistencialismo como deformación de la política social, que debe orientarse a la inclusión como fórmula contra la pobreza. En uno de sus mensajes al principio de las tareas de proselitismo, el primer compromiso que hizo fue el de llevar comida a los hogares de todos los mexicanos. ¿Qué pasó con la Cruzada Nacional contra el Hambre?

En esa misma dirección ubica la crisis de la seguridad pública que vincula también con la impunidad: Si no logramos justicia para cada uno de los homicidios, nos costará mucho avanzar en materia de seguridad, en construir un espacio de unidad y autoridades creíbles

Los candidatos a puestos de elección popular suelen acentuar la oferta de lo que se carece. Si es así, lo que resulta de esas declaraciones de Meade es que en materia de persecución de la corrupción, la inclusión social y la justicia, los saldos exhiben un déficit, ¿con cargo a quién?

Una última perla: Meade asegura que ganará la presidencia de México sin recurrir al fraude. Una piedra sobre varios frágiles tejados, a la luz de los procesos electorales en los estados de México y Coahuila en 2017. Sólo por citar dos casos recientes.

La única forma de posicionar una campaña electoral, es decir “la neta”, hablar en plata: Romper el cordón umbilical. Vale. 

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

VP/Opinión/EZ

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