Voces del Periodista Diario

Con o sin Constitución, la CDMX territorio de bellacos

El Lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

Entre los acontecimientos históricos que tendremos en 2018, está la puesta en vigor -en septiembre- de la Constitución de la Ciudad de México. Desde el punto de vista jurídico y político, la sede de los Poderes de la Unión estaría dotada, en algunos aspectos sustanciales, de un estatuto paritario con las entidades federativas de la República.
Sería, el anterior, un evento digno de celebración… sino fuera por ciertas manifestaciones públicas que difunden la sensación de que la gran ciudad parece convertida en tierra de nadie. O dicho, con más propiedad, en feudo de bellacos amarillos que sólo rezan para su santo.
Desde la óptica de la sicología del poder, hay una imagen desoladora: El jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, heroico combatiente por la Constitución, cambió sus maneras de quehacer público una vez que fue desplazado en sus aspiraciones de cambiar su domicilio desde el Zócalo metropolitano a Los Pinos.
Mancera privilegia ahora la atención de su agenda en la presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). Deja hacer y pasar lo que ocurre en y contra de la sociedad metropolitana.
Control chicharronero de la Asamblea Legislativa
En ese vacío, las facciones dominantes en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal -PRD, PAN y PRI- se gratifican imponiendo sus designios a placer sobre la sociedad civil.
La Asamblea entra ya a su fase crepuscular. La nueva Constitución emigra las 16 delegaciones a alcaldías. Sobre ese objetivo, los asambleístas del PRD ejercen su derecho de apartado en el interior de su partido para apropiarse de las candidaturas.
Pero antes de que el calendario electoral se acorte, los diputados locales parecen dispuestos a no dejar piedra sobre piedra del entramado institucional en transición.
Todo gira en torno a los dineros públicos que, sólo en 2018, forman una bolsa fluctuante en los 250 mil millones de pesos cuyo etiquetado se planchó en la revisión de las iniciativas de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos.
(La semana pasada, hubo versiones de que el secretario de Finanzas del gobierno de la Ciudad, Edgar Amador Zamora fue sometido a acoso domiciliario y la propia sede de la Asamblea en el Centro Histórico de la Ciudad de México fue sitiada durante casi dos semanas por grupos manipulados.)
El primer dato al canto es que, en la rebatiña, los asambleístas se elevaron su propio presupuesto de mil 589 millones de pesos en 2015, a dos mil 366 millones para el ejercicio legislativo de 2018.
Con ánimo de agandalle electorero los asambleístas perredistas orientaron las asignaciones de 2018 a las delegaciones en que son gobierno, a expensa de las que son administradas por otras formaciones partidistas en una proporción de tres pesos por uno.
Es de observarse que la comisión que regula los acuerdos en la ALCDM es la de Gobierno, que está en manos del amarillo Leonel Luna Estrada que, en el juego de toma y daca, contó con los votos de sus pares del PAN y el PRI.
El medro a costa de las víctimas del terremoto de septiembre
La falta de escrúpulos brilló en todo su esplendor a costa de la tragedia generada por el terremoto de septiembre. Para el efecto, la Asamblea creó ex profeso su Comisión de Reconstrucción, a la que dotó de sus propios recursos y la facultad de sancionar la gestión del total de los asignados a ese plan, cuyo monto está cercano a los nueve mil millones de pesos.
Cada peso del Fondo de Reconstrucción será transparentado, prometió Mancera (Je je je).
La realidad indica que esos pesos fueron puestos al arbitrio de tres diputados locales: El citado Luna Estrada, el también perredista Mauricio Toledo y el panista Jorge Romero Herrera.
Si hubiera duda de las motivaciones electorales que mueven al PRD, ésta quedó desvanecida a mediados de diciembre en que hordas amarillas al mando del asambleísta Mauricio Toledo se lanzaron con todo en un acto político de Morena y sus precandidatos presidencial, Andrés Manuel López Obrador, y a la sucesión de Mancera, Claudia Sheimbaun, en la delegación Coyoacán, de gobierno tribal.
Blindaje contra la persecución de corruptos
El broche de oro de esa obscena estrategia lo colocaron el propio Mancera y los asambleístas confabulados al dar madruguete en la selección de los amigochos que integrarán el Tribunal de Justicia Administrativa, órgano responsable de prevenir y castigar la corrupción, sin consulta social ni a las bancadas participantes en el pleno.
Con esa metodología cerril, ¿a qué necesita la Ciudad de México una Constitución? Es cuanto.

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