Voces del Periodista Diario

Dese a los coreanos un sitio en el Altar de la Patria

El Lecho de Procusto

Abraham García Ibarra

Lo dicho, apenas ayer: La incontinencia verbal se ha convertido en un incurable vicio de la democracia a la mexicana, devenida en pura parlocracia.

Creímos algunos -ingenuos- que, después de Vicente Fox -quien, a decir de los magistrados electorales federales, con su injerencia chacotera puso en riesgo la validez de la elección presidencial de 2006-, las gentes de gobierno y los depositarios de la autoridad electoral respetarían el libre juego de la lucha de los contrarios.

Anoche, cuando pretendíamos seguir la fase culminante de las campañas presidenciales y atender los mensajes finales de los candidatos, las trasmisiones televisivas de los cierres de campaña fueron violentadas con la irrupción de terceros. ¿Para decir qué?

Enrique Peña Nieto, por órdenes de Los Pinos a las cadenas electrónicas, fue introducido súbitamente en la escena electoral, para anunciar la fiesta de la democracia del 1 de julio.

En 90 segundos, no pudo manifestarse peor la paradoja: El Presidente convocó a los electores a rechazar la violencia y a acudir a votar pacíficamente, haciendo abstracción -el mandatario- de que, en dicho fenómeno, uno de los vectores es el propio Estado, cuya jefatura él ejerce.

Sólo los catastrofistas hablan de violencia política

Como lo advertimos en la entrega de ayer, se deja de lado el espectro de la violencia política, que desciende de un malentendido ejercicio del poder público hasta ras de tierra, donde actúan las insumisas fuerzas criminales.

No acabamos de ver y escuchar a Peña Nieto, y la escena fue invadida por el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova compitiendo a cuadro con los candidatos presidenciales.

Ambos protagonistas mediáticos parecían ansiosos de aprovechar los últimos minutos antes del inicio de la veda electoral. Por este ordenamiento, partidos y candidatos deben abstenerse de seguir haciendo propagada proselitista.

Los spots de los beligerantes electorales fueron, por fin, retirados del aire. Hoy por la mañana, sólo permanecían en pantalla y audios radiofónicos los comerciales del INE. No parece bastarle, sin embargo: Los incontinentes consejeros electorales seguían haciendo su paseíllo por las cabinas de radio y los pisos televisivos.

Quiere Peña Nieto que los electores reflexionen su voto. ¿Cómo hacerlo bajo la compulsión que siguen ejerciendo agentes extrapartidarios, cuyas apariciones publicas no son, precisamente, dechados de meditación ni de buen decir?

Todos quieren sus cinco minutos de fama

Lo que hace la mano, hace la tras: Si tal hacen los funcionarios federales, ¿como se resistiría el gobierno de la Ciudad de México? Hay que tomar por asalto las pantallas. ¿Para qué?

Para avisar Urbi et Orbi -como si no bastara un simple boletín-, que el 1 de julio habrá ley seca: Teporochos citadinos, tomad providencias; hay que surtir la despensa etílica con anticipación, no los vaya a tomar el domingo el delirium tremens.

Tanto parloteo electorero, de plano dan ganas -a nosotros los remisos- de buscar la puerta falsa futbolera y lanzarnos al Ángel de la Independencia a exigir la nacionalidad mexicana a los chicos coreanos que le dieron el pase al Tri a octavos de finales. Es cuanto.

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Redacción Voces del Periodista