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Por Mouris Salloum George (*)

Si algo de pudor queda en los políticos, hasta para el anfitrión de la Cumbre de las Américas debió resultar penoso estampar su firma en el documento final del encuentro, que contiene 54 compromisos para el combate a la corrupción.

Martín Vizcarra, quien hizo el honor a los visitantes, tenía escasos días de haber jurado como Presidente de Perú, en suplencia de Pedro Pablo Kuczynski, quien dimitió antes de que lo corriera el sistema.

Kuczynki fue arrastrado por el lodo que inunda el territorio de al menos nueve repúblicas latinoamericanas por los sobornos repartidos por la brasileña Odebrecht. Tres corporativos del ex presidente peruano se beneficiaron con unos cuatro millones 800 mil dólares.

Dos de los puntos suscritos por el Grupo de Lima contra la corrupción comprometen a los firmantes a la transparencia y la máxima publicidad de los contratos de obras públicas.

En política, dice el clásico, no existen casualidades: apenas 72 horas después del regreso de Enrique Peña Nieto a México, se hizo público que el encargado del despacho de la PGR, Alberto Elías Beltrán, selló los expedientes de la indagatoria sobre las transas de Odebrecht aquí, en las que aparece implicado el ex director general de Pemex, Emilio Lozoya.

Si la negativa hubiera tenido como solicitante a un ciudadano de a pie, no implicaría novedad, pero es el caso que quien pidió la información fue el Sistema Nacional Anticorrupción. Nada más, pero nada menos.

En política no existen las casualidades: El mismo día en que salió a balcón la resolución de la PGR, la Auditoría Superior de la Federación dio a conocer un segundo reporte de la compulsa sobre el manejo de recursos para el financiamiento del Nuevo Aeropuerto Internacional de México.

Sólo en la revisión del gasto de 2016, el órgano fiscalizador de la Cámara de Diputados encontró irregularidades por unos 700 millones de pesos. Apesta a corrupción.

Hace un mes, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, anunció la disposición de esa cúpula a sentarse a la mesa a revisar los contratos de la obra citada, a instancia expresa de Andrés Manuel López Obrador.

Castañón es de Los Mochis, Sinaloa. Precisamente el miércoles pasado, el candidato de Juntos haremos historia visitó esa ciudad. Había invitado al presidente del CCE como nativo distinguido.

Castañón declinó la invitación, pero ese mismo día hizo una declaración pública en la que dice que siempre no; que los hombres de negocios no van a la mesa sobre el NAIM.

Los dos temas comentados entrañan el futuro de la industria petrolera y de un proyecto que se considera fundamental para el desarrollo económico.

Si en ambos asuntos de suma trascendencia pública así se atienden las sospechas de corrupción, ¿qué será de los recursos de los programas sociales desviados a la compra de votos? Estamos entre la sartén y el fuego.

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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