Voces del Periodista Diario

En busca de los gatos encerrados de la Cepal

El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

De los más recientes presidentes de México, cinco blasonaron o blasonan de su formación en las más grandes y prestigiadas universidades de los Estados Unidos; todos, en disciplinas relacionadas con las ciencias económicas. Obviamente, son los protagonistas de la construcción del Estado neoliberal mexicano.

En América del Sur, algunos mandatarios, con menos arrogancia ciertamente, acreditan títulos por aquellos planteles estadunidenses. Uno de ellos, el de Perú, Pedro Pablo Kuczynski pasó por Oxford, Reino Unido, y Princeton (USA). Fue ministro de Energía y Minas y de Economía y Finanzas. Terminó su breve mandato absorbido por el torbellino de Odebrech.

Del directorio actual de gobernantes latinoamericanos, el que no se preocupa por tan brillosas prendas académicas es: Juan Evo Morales. Es portador de sangre indígena Aymara. Arrancó su carrera política en Bolivia como organizador de trabajadores campesinos y lideró el Movimiento de Pueblos Soberanos. Sus detractores lo tipifican como populista. En México se le diría emisario del pasado.

Evo Morales, conquistó su primer mandato hace 13 años con 54 por ciento de la votación nacional. Su segundo, con 64.22 por ciento. Su administración tiene como sello la recuperación de la gestión soberana de los recursos naturales; la minería y la energía encabezan el listado. La política fiscal redistributiva es otro aspecto de su obra de gobierno.

Vis a vis México-Bolivia en materia de crecimiento

Pues bien: La semana pasada, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal/ ONU) dio a conocer dos de sus reportes periódicos sobre el comportamiento económico de la región.

Esas evaluaciones colocan a México en el lugar  15 de 20 en la gran región y 21 de 33 en el Caribe. Entre ejercicios recientes y expectativas para 2018, la Cepal estima para México un crecimiento apenas por encima de dos por ciento. Entre 2016 y 2017, Bolivia acumuló 8.2 por ciento de incremento de su Producto Interno Bruto.

La semana pasada, en Lima Perú, tuvo lugar la reciente edición de la Cumbre de las Américas, desairada por Donald Trump, ocupado en oficios bélicos. El fin de ese evento fue la exclusión de Venezuela y de Nicolás Maduro, determinada por el presidente desaforado Kuczynki, sostenida por su relevo Martín Vizcarra y avalada por la dupla Luis Almagro-Luis Videgaray; el primero secretario general de la OEA y el segundo, todavía canciller de México.

En Lima participaron Enrique Peña Nieto y Juan Evo Morales. Si se saludaron, lo harían muy de lejos y sólo por protocolo.

Un medio español cabeceó su crónica desde Lima, celebrando: La cumbre americana ahonda el aislamiento de Venezuela. Acompañan la nota dos imágenes: Los sonrientes Justin Trudeau, primer ministro de Canadá y Peña Nieto (portada). En interiores, el mismo Peña Nieto con el presidente Juan Manuel Santos, de Colombia, y el ministro chileno de Desarrollo Social de Chile, Alfredo Moreno, del gobierno del poderoso magnate Sebastián Piñera.

Alerta con el regreso a “un pasado fracasado”

Peña Nieto llevó a la Cumbre de las Américas su intromisión en el proceso de sucesión presidencial en México, declarando su propósito de atajar el regreso de esquemas del Estado intervencionista en la economía, porque eso representa pasos en reversa acelerados.

Apenas unas horas antes, aquí, el ex secretario de Hacienda y candidato presidencial, José Antonio Kuribreña, había incitado a una incendiaria organización campesina que se abandera con antorchas a frenar a Andrés Manuel López Obrador. En ejercicio de división del trabajo.

Crecer toma tiempo y cuesta mucho, dijo en  Lima Peña Nieto al presentar su proclama americana en la que alertó contra un modelo que representa un pasado fracasado.

Una duda existencial nos avivó ese discurso: ¿Quién ha pagado en México el costo del crecimiento? Es cierto que ese crecimiento es precario, según la Cepal, pero aún así, ¿quién paga el monstruoso costo? Sospechamos que más 60 millones de compatriotas que fluctúan entre la pobreza moderada y la miseria, según estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación  de las Políticas de Desarrollo Social (Coneval).

Ese lacerante cuadro es producto de los últimos gobiernos mexicanos que han pretendido implantar la posmodernidad en México. Pero como intuimos que Peña Nieto no se refiere a esos sexenios como el pasado fracasado, para aclarar nuestras dudas nos aplicaremos las próximas horas a releer los últimos reportes de la Cepal, con la intención de solicitar aclaraciones de por qué alaba al gobierno populista  de Bolivia y ofrece datos tan contundentes de su crecimiento económico. ¿Guarda la Cepal gastos encerrados? Es cuanto.

VP/Opinión/EZ

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