Voces del Periodista Diario

Fox: ¡Quiero rating; denme rating!

El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

Pongamos un ejemplo del nuevo modelo de comunicación política, según lo defienden en sus ponencias los magistrados electorales federales.

Desde su precampaña presidencial, el entonces gobernador de Guanajuato, Vicente Fox prometía a quien quisiera escucharlo, aplastar a las tepocatas, las víboras prietas y otras alimañas, según identificaba a los que despachaban en Los Pinos: Los priistas.

Ya en campaña formal, el candidato presidencial motejaba a su adversario priista en 2000, Francisco Buenaventura Labastida Ochoa, como lavestida, chaparro, mandilón.

Cuando los magistrados electorales federales le negaron insertar su retrato en las boletas electorales, Fox los acusó de incurrir en marranadas.

Como Hugo Chávez, “Fox contigo”

En la ahora muy citada Venezuela, el bolivariano Hugo Chávez instituyó un método de comunicación radiofónica con sus gobernados: Aló, Presidente. Fue un modelo precursor en América Latina. Se le acreditó una audiencia de más de 70 por ciento de escuchas.

Instalado en Los Pinos, el guanajuatense imitó aquel programa de Chávez: Fox contigo. Al finalizar 2003, la propia Dirección General de Imagen y Opinión Pública de la Presidencia se preocupaba porque 65 por ciento de la audiencia no escuchaba la emisión.

¡Quiero rating; denme rating! vociferaba el Presidente al entrar en cabina. Según monitoreo, el rating apenitas rebasaba el 35 por ciento. Concluyó el programa el 25 de noviembre de 2006.

Otro ariete favorito: Diego Fernández de Cevallos

La incontinencia de Vicente Fox, continúa doce años después de haber entregado la banda presidencial. En el canal televisivo que le da voz, difunde la estampa de un hombre alienado. En reciente atropellada entrevista a control remoto, el ex presidente gesticulaba con un “discurso” fuera de orden y cargado de improperios contra uno de los contendientes por la Presidencia de México.

Es el estilo del estridente locutor guanajuatense: Desde las elecciones primarias, durante su campaña y después de instalado en la Casa Blanca, Fox se ha pintado a si mismo atacando rabiosamente a Donald Trump. “No llegarás”, era la advertencia al republicano. ¡No permanecerás!, le ha dicho ya como Presidente.

Otra voz favorita en ese canal y otras cadenas metropolitanas, es la del ex candidato presidencial (1994) Diego Fernández de Cevalllos. Su “discurso” se caracteriza por los arrebatos verbales que le dieron fama desde que era un militante juvenil azul.

Recientemente, Diego confirmó su celebridad oratoria, mentándoles a fiscales de la Procuraduría General de la República (PGR), su origen maternal.

Son, los dos especímenes nombrados, prototipos del “nuevo modelo de comunicación política”, según la tipifican en sus sentencias los magistrados electorales federales.

De acuerdo con una reforma constitucional, los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) fueron dotados de la facultad exclusiva de regular la publicidad electoral en campaña. Se sublevó la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión (CNIRT)

Hace un año, los comisionados del Instituto Nacional de Acceso a la Información y de Protección de Datos Personales (INAI) emitieron un manual para indicar a los conductores de barras en medios electrónicos la distinción de lo que es noticia y cuando se trata de opinión. Metió baza en el tema la CNIRT.

Más recientemente, en 2017, el INE expidió otras normativas electorales relacionadas también con la publicidad electoral, el uso por los partidos de los programas públicos en campañas electorales y la entrega en actos masivos de tarjetas bancarias, cuyos detractores las denunciaron como formas de coacción y compra de votos.

Todo en nombre de la Libertad de Expresión

En los casos referidos, las impugnaciones dieron Litis al pleno del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Los magistrados, que en ese tipo de causas procuran votar por unanimidad, revirtieron aquellas medidas.

Por ley, el INE es responsable de pautar en medios electrónicos los debates entre los candidatos presidenciales: Prohibió esos debates en medios de comunicación en la etapa de la ahora llamada intercampaña.

Otra vez, los magistrados electorales federales le dieron reversa a la disposición de los consejeros electorales federales.

Desde hace seis años, en un resonante caso en víspera de la sucesión presidencial de 2012, los togados federales deliberaron y sentenciaron con el argumento del nuevo modelo de comunicación política.

En las sentencias posteriores del TEPJF revisadas, la constante es la “defensa y protección” de la Libertad de Expresión. Suscribimos el argumento, a condición de que…

De que la Libertad de Expresión se ciña a los preceptos constitucionales y se acompañe con el ejercicio del Derecho a la Información, que debe ser universal, no monopolio de las élites políticas y electorales.

El colmo, negar hasta lo que es legal

No es, el anterior, un deslinde casual o gratuito: En los millones de spots que aturden a las audiencias, llega a afirmarse lo increíble. En uno de ellos se asegura que no son los partidos ni el gobierno los que hacen las elecciones: Son los ciudadanos habilitados como funcionarios de casillas. Función de Estado, la electoral: ¿Puede cumplirse prescindiendo del gobierno y los partidos, instituciones de interés público?

Apenas si vemos o escuchamos que el voto, consustancial de la soberanía popular, es “libre, universal y secreto”. No coaccionado, pues.

En cambio, observamos un “debate” entre beligerantes primado por la injuria, la calumnia, el denuesto, criminalización sin documentar, el indiscriminado linchamiento publico, etcétera.

Todo se aúpa bajo el raído ropaje del “nuevo modelo de comunicación política” y de la Libertad de Expresión.

En la guerra y en la política, ¿todo se vale?

Que los contendientes por la Presidencia de México (“quiero rating, denme rating”), usen y abusen de las armas más innobles y detestable en la consecución de sus ambiciones personales de poder, a más de ilegal se presenta como legítimo. Parafraseando al clásico, en la guerra y la política todo se vale.

Lo que no se vale es que los árbitros electorales, doctores en “Derecho constitucional”, pretendan que en el llano se traguen esas ruedas de molino. Es cuanto.

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Redacción Voces del Periodista