Voces del Periodista Diario

La pugna por el monopolio del espíritu.

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

En un sombrío clima de abatimiento moral y social, como el que campea en México, siempre resulta esperanzador escuchar las promesas de prosperidad y felicidad.

Son las principales ofertas que hacen los exégetas de la Reforma Educativa y del nuevo Modelo Educativo. Tenemos, pues, la panacea.

Las dudas razonables sobre tales maravillas asaltan a los mexicanos cuando se enteran de que el castigo presupuestal para 2017 se lleva entre las espuelas 18 de los 35 programas “prioritarios” que corresponden a Educación y Salud.

Dejamos entre corchetes los montos de esos recortes, habida cuenta que la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados está todavía en posición de discernir el apotegma: “El Presidente propone y el Congreso dispone”.

Tope en ello, citamos sólo un programa recortado: El llamado “Escuela de calidad”. Que alguien nos explique, pero no con un spot.

Lo del rasurado Presupuesto de Egresos para 2017 nos da pie para expresar una preocupación que compartimos con nuestros compatriotas.

Desde hace más de siete décadas, se inició una campaña política, básicamente de corte clerical, contra lo que entonces se denominaba “educación oficial”; la básica, impartida en la escuela pública y tutelada constitucionalmente por el Estado.

Desde la década de los cincuenta -y hasta la fecha en la Ciudad de México y en algunos estados- esa ofensiva ha tenido como centro de gravedad los Libros de Texto Gratuitos, una prestación del Estado para la población de escasos recursos.

En tratándose de la Educación Pública, obviamente la oposición a la doctrina y los programas oficiales tiene sus troneras en las escuelas privadas, auspiciadas por jerarcas de la Iglesia católica que desde la promulgación de las Leyes de Reforma sintieron perdido “el monopolio del espíritu”.

Es el caso que, en la campaña para imponer la Reforma Educativa, se ha incubado un conflicto entre el Estado y el magisterio oficial. Con independencia de la validez o la intransigencia de los argumentos de la resistencia, la SEP se ha cerrado al diálogo con la disidencia.

En cambio la SEP ha llevado a consulta ese proyecto, por ejemplo, a la Universidad Panamericana (enclave del Opus Dei). Más tarde, a algunos planteles primarios de financiamiento y usufructo privados.

¿A quién sirven cuadros gerenciales mercenarios?

Hablamos de ese nivel educativo, porque es aquel en que, donde se forma a la niñez,  la doctrina constitucional propugna el desarrollo armónico de las facultades del ser humano, fomentando el amor a la Patria y la conciencia de solidaridad internacional en la independencia y en la justicia.

Dice más el artículo Tercero: Esa educación pública se basará en los resultados del progreso científico y luchará “contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”.

En síntesis se trata, pues, de una formación primordialmente humanista. No podemos decir lo mismo de la educación privada, que empieza por discriminar a aquellos niños cuyos padres no tienen capacidad económica para pagar el  acceso de sus hijos al conocimiento.

De lo básico se pasa a la Educación Media y Superior. Por su propia naturaleza, la Universidad Pública le da continuidad a aquellos principios y valores infundidos en la Escuela Primaria.

En ese campo tenemos otro motivo de inquietud. Desde la presidencia de Vicente Fox, sus correligionarios en el Congreso de la Unión llegaron al despropósito de plantear el recorte del presupuesto a la UNAM y en lógica cadena al resto de las universidades de los estados.

Si por la vía legislativa no se ha consumado ese atentado, por la vía administrativa se dan pasos en ese sentido. En los últimos diez años se han expedido casi dos mil licencias para universidades privadas, algunas francamente, patito.

¡Qué bueno! que existan dos mil, diez mil nuevas universidades. Sino fuera porque el fin último de las privadas es formar cuadros gerenciales al servicio de la empresa mercenaria; de preferencia extranjera.

De ese tipo de profesionales se ha nutrido la casta tecnocrática que ha conducido a México al abismo. No se vale.

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