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Seamos realistas: El PRI se va de Los Pinos

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Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

Con un elemental sentido común -que es el más objetivo de los sentidos-, se puede establecer que el PRI va a perder la elección presidencial de 2018.

No es ese el punto. El punto es, a quién entregará Enrique Peña Nieto la banda presidencial el próximo 1 de diciembre.

No fundamos el pronóstico en los resultados de las encuestas sobre la intención de voto que, por lo demás, hasta ahora conservan al partido del gobierno entre el tercer y el cuarto lugar. Los porcentajes son lo de menos.

Motivos por los que el PRI está en la estacada

Los datos tangibles, son que el PRI ha perdido la friolera de unos cinco millones de votos respecto de su registro de 2012.

En el recorrido, el PRI dejó de ser gobierno en la mitad de las entidades de la República. Destacan, por su densidad electoral, la Ciudad de México y los estados de Veracruz y Puebla, que en 2018 entran en la lid por los cambios de Ejecutivo.

La designación de un candidato presidencial externo o simpatizante en la persona de José Antonio Meade, generó una no tan sorda división interna en el priismo militante.

Los tres sectores que tradicionalmente aportan el voto duro tricolor (obrero, agrario y popular), en la perspectiva de la proposición de candidatos al Congreso de la Unión, no saben a quien dirigir su lista: Si a Meade, a Enrique Ochoa Reza o al propio Peña Nieto.

Se desprenden los frágiles alfileres de las alianzas

Los alfileres con los que el PRI tiene colgada su coalición electoral, se están desprendiendo: Nueva Alianza se va “por la libre” en el Estado de México, que tiene elecciones de presidentes municipales y diputados locales.

El Estado de México contiene el primer potencial electoral del país para las elecciones generales de 2018.

En estricto rigor, hasta ahora, Nueva Alianza mantendría su coalición con el PRI en sólo siete estados.

El Partido Verde Ecologista de México, con el que el PRI tiene pacto electoral desde 2006 y ya exploraba zonas en que iría en solitario, tiene abierto un boquete en Chiapas, el único estado en que nominalmente es gobierno.

En la entidad ahora “gobernada” por Manuel Velasco Coello, la decisión cupular de dar la candidatura al senador priista Roberto Albores Gleason, no sólo irritó a los verdes, sino al mismo priismo, en el que otros aspirantes calificaron de desaseado el proceso de selección interna.

En Baja California, donde el PRI es oposición desde 1989, el partido de Peña Nieto ha sido desfondado por las pugnas grupales entre los ex candidatos a gobernador Jorge Hank Rhon y Fernando Castro Trenti, que buscan representar en la entidad al candidato presidencial.

Focos rojos en Yucatán y Chihuahua

A mayor abundamiento, a escasos cinco meses de las elecciones federales, en aquellos estados en que el PRI es oposición, no existen comités municipales y los dirigentes estatales están enfrascados en la pugna por las diputaciones federales y las senadurías.

En Yucatán, donde habrá elección de gobernador, el PRI siente pasos en la azotea al ser desplazado de la contienda interna el actual presidente de la directiva de la Cámara de Diputados federal, Jorge Carlos Ramírez Marín.

En la misma entidad, un activo del PRI, la ex gobernadora Ivonne Ortega, asumió una actitud beligerante antes de la Asamblea Nacional de agosto de 2017, en exigencia de que la candidatura presidencial fuera sometida a consulta de las bases. Se consideraba con derecho a ser la primera mujer, huésped de Los Pinos. Por supuesto, le mojaron la pólvora.

En los estados del norte, donde desde la década de los ochenta el PAN inició un vertiginoso ascenso electoral que le hizo llegar a la presidencia en 2000, los focos tricolores están en luz roja, sobre todo en Chihuahua, donde el azul gobernador Javier Corral Jurado está abanderando la lucha por un federalismo real, que respete la soberanía de los estados.

Peña Nieto “no levanta” sus índices de aceptación

Para colmo, el jefe indisputable del PRI, Enrique Peña Nieto, quien en términos institucionales perdió a mitad del camino la unidad de mando, no ha logrado restaurar los índices de aceptación de su gestión.

El humor social, por añadidura, no está para bollos. ¿Esperar que valide la permanencia del PRI en el poder? Ni soñando.

En última lectura, lo que pase en las urnas el 1 de julio es lo de menos. La decisión definitiva e inatacable queda al arbitrio de los siete magníficos magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Son esos siete individuos los que le dictarán a Peña Nieto a quien le entregará la banda presidencial el 1 de diciembre.

Aun si esos infalibles magistrados nombraran a José Antonio Meade Kuribreña Presidente de México, una cosa es cierta como la catedral metropolitana: El ahora candidato presidencial no milita en el PRI. Es sólo simpatizante. “Adiós, Nicanor, adiós”.

Y a eso le llaman democracia.

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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