Voces del Periodista Diario

Sí, al Estado benefactor; aunque se enojen en Davos

Expedientes del poder

Por Jorge Santa Cruz (*)

Los dueños del mundo están reunidos en Davos, Suiza. Su discurso único, sigue siendo el mismo: libre mercado y nula injerencia estatal en la economía.

Su malabarismo discursivo se sustenta en las declaraciones de afamados investigadores y de sumisos políticos.

Así, por ejemplo, el economista de la universidad británica de Oxford, Max Roser, sostiene que la sociedad humana ha mejorado mucho, en el transcurso de los últimos 200 años, en seis temas:

  • Pobreza extrema.
  • Educación básica.
  • Alfabetización.
  • Personas que viven en democracia.
  • Vacunas. 
  • mortalidad infantil.

En la página oficial del Foro Económico Mundial de Davos, se cita la explicación dada por Roser en el sentido de que la idea de que el mundo va cada vez peor se debe a que “los cambios positivos necesitan mucho tiempo” para ser percibidos. Según él, las tendencias se construyen a lo largo de las décadas, incluso, de los siglos.

No debatiremos, en este momento, las estadísticas de los amos del dinero, de sus investigadores y de sus gerentes, los gobernantes. 

Baste decir, nada más, que el economista en jefe del Banco Mundial, Paul Romer, renunció ayer a su cargo, debido a la manipulación de las estadísticas económicas de Chile, durante los dos mandatos de la presidenta socialista, Michelle Bachelet.

Este caso, al que la dictadura global del dinero quiere hacer aparecer como aislado, nos sirve para proponer que todas las agencias multilaterales sean auditadas por instancias académicas y profesionales independientes, de absoluta solvencia metodológica y ética. Y de paso, las mediciones -por ejemplo- del Banco de México.

¿Qué fue primero? ¿El Estado o las personas?

La pregunta anterior, nada tiene en común, con aquella que -de manera capciosa- cuestiona qué fue primero, el huevo o la gallina.

Por supuesta que antes de que la Economía existiera, hubo seres humanos, personas. Con el Estado, sucedió lo mismo.

El Estado, pues, tiene como principal deber el servir y proteger a las personas en sus cinco dimensiones:

  • Material: procurando su salud corporal, desde el momento mismo de la concepción.
  • Intelectual: promoviendo y facilitando su búsqueda natural de la verdad.
  • Volitiva: encauzando el ejercicio de la libertad individual al bien común (sustentado en la justicia).
  • Afectiva: entendiendo que las personas son, ante todo, capaces de amar. Y que el amor verdadero es el que busca el bien del otro, de los otros.
  • Trascendente: permitiendo a cada ser humano desenvolverse de manera integral, a efecto de que su existencia sea fecunda y buena para la posteridad.

El Estado debe intervenir en la economía: ¿sí o no?

Definitivamente sí, porque debe velar por las víctimas de las injusticias económicas. Demos un ejemplo: la dictadura neoliberal se apropia de las riquezas naturales de las naciones y lucra con ellas, de manera grosera, en perjuicio de la salud de las economías nacionales y de los presupuestos de casi todas las familias.

En México, por ejemplo, los precios de las gasolinas son de espanto. El litro de Magna se vendía esta mañana a 17 pesos con 17 centavos, en Tecamachalco, Estado de México. El de Premiun, a 18 pesos con 93 centavos.

El Estado cuenta con la legitimidad para intervenir en la economía cuando los poderosos agentes económicos se confabulan para distorsionar la ley de la oferta y la demanda.

Las grandes tiendas de autoservicio, por ejemplo, tienen a su favor un potencial económico que les permite reducir los precios en el porcentaje y el tiempo suficientes para “reventar” a las pequeñas tiendas de abarrotes de las colonias o a los locatarios de los mercados populares.

Estas personas tienen todo el derecho de dedicarse a la micro y pequeña empresa. Para ellas, es una necesidad vital. El Estado, por ende, debe procurarles las circunstancias adecuadas para que se ganen sus ingresos, de manera honesta y, lo que es esencial, pagando impuestos justos.

Lo decimos porque sabemos que los mil 300 agentes económicos poderosos que operan en nuestro país son beneficiados con multimillonarios rembolsos fiscales, por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Éste, mantiene un constante terrorismo fiscal contra “Pepe” y “Toño”, que no contra Meade y sus jefes y cómplices; en cambio, todo el tiempo atosiga y amenaza a los micro, pequeños y medianos contribuyentes.

Así pues, el Estado tiene la obligación, el deber, de proteger a las víctimas de las injusticias económicas.

El tramposo argumento de que “no hay dinero”

Fue el que utilizaron para entregar la riqueza petrolera a políticos mexicanos y ex directores de PEMEX que se enriquecieron a cosa de la ex paraestatal; también,  para dejarla a merced de empresas transnacionales.

Dinero sí lo hubo. Y probablemente, lo haya. Pero se derrochó y no se administra bien. Con Fox y Calderón, por citar un ejemplo, los excedentes petroleros ascendieron a 900 mil millones de pesos. Esa fortuna, se esfumó, sin dejar rastro.

En conclusión:

El Estado debe mantener la rectoría de los sectores estratégicos y ser garante de la libertad económica de la población. Los monopolios y oligopolios privados distorsionan esa libertad, a fin de esclavizar a los consumidores y sacar de ellos, tanto dinero como tengan.

La economía está para servir a las personas, y no para que éstas, sirvan a las estadísticas macroeconómicas.

(*) Periodista mexicano. Contacto: jlsc.ua@gmail.com

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