Voces del Periodista Diario

‘Polleros’ y agentes de migración se van quedando sin trabajo en la frontera

La historia del periodista Pedro Ultreras en el Noticiero Univisión era impactante. Ultreras entrevistó en cámara –por supuesto que el personaje cubierto y con la voz deformada- a un “pollero” que se dedicaba hasta hace unas semanas al lucrativo empleo de pasar gente indocumentada a Estados Unidos por la frontera de Tamaulipas.

El “pollero” que ganaba por lo menos dos mil dólares por persona cruzada, se quejaba amargamente de que ahora “se las está viendo negras” porque prácticamente nadie, quiere cruzar.

¿Cómo arriesgarse si no solo es muy difícil encontrar trabajo, sino algo peor aún, cruzar y que lo vayan a arrestar en cualquier esquina? ¿Tirar a la basura un dinero que pagaban casi con sangre a un “pollero”?

El negocio se le estaba acabando a ese hombre entrevistado por el reportero Ultreras a quien le dijo:

“Antes de cruzar ilegales trabajaba en una maquiladora donde ganaba cuarenta dólares el día. Después, con el negocio que siempre requería de mis servicios, las cosas se pusieron bien, muy bien, pero lo que ahora vivimos es una realidad: no hay quien quiera cruzar”.

Alguien más me dijo: “Hay que ver a los agentes de la “migra” esperando horas y horas por alguien a quien arrestar. No tienen mucho trabajo y ellos también, a causa de eso, pueden tener problemas graves”.

Mi fuente tiene toda la razón.

Corría el año dos mil cuando un importante jefe de la Patrulla Fronteriza en California me hacía ahí en plena frontera, durante un recorrido, un comentario que provoco la reflexión que no he podido olvidar diecisiete años después.

Era una visita por la conflictiva línea divisoria de Tijuana-San Ysidro, siempre tan fuera de control por los cruces ilegales, que aquel hombre, y –fuera de récord- pronunció una frase que me sonó entonces a profecía difícil de realizarse.

“¿Ve usted todo esto lleno de agentes de nuestras corporaciones? Los afortunados somos nosotros, no los indocumentados”.

Cuál sería la cara de sorpresa que puse, que de inmediato dio la explicación.

“Todos los números de aprehensiones y los promedios de los que entran y los que se nos escapan han hecho que Washington decida aumentar el número de agentes porque la frontera para ellos está fuera de control, y por tanto, nosotros tenemos trabajo. Pero, ¿qué sucedería si esos números bajaran? ¿Qué pasaría si en lugar de que hubiera decenas de aprehensiones de pronto la gente no viene y nosotros no tenemos a quien detener? La respuesta es sencilla: los primeros desempleados seriamos nosotros, los agentes de inmigración”.

Y eso es lo que ahora podría estar a punto de suceder. Por principio los cientos de nuevos agentes que el presidente Trump prometió contratar de inmediato, han quedado en “veremos”. ¿Para qué hacen falta si no hay suficiente gente pasando y con los que tienen basta y sobra para ese trabajo ahí mismo?

Un oficial que pidió anonimato me comentaba que con el tiempo extra que hacía por las larguísimas jornadas de trabajo, él había comprado su auto y estaba a punto de comprar casa, pero que la incertidumbre de las redadas y deportaciones y con todos aquellos que están decidiendo autodeportarse para evitar la pesadilla de que a la fuerza los saquen.

(Nota de María Antonieta Collins para la Crónica)

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