Voces del Periodista Diario

Titanic y una noche para recordar

No hay quien sepa con seguridad de donde salió la supuesta frase; este barco no lo hunde ni dios.” Porque no existe registro alguno de que alguien la haya pronunciado, ya fuera alguno de los constructores o diseñadores o un oficial del propio buque lo más seguro es que haya sido el invento de alguna de las publicaciones amarillistas de la época que al comentar el caso desearon darle una justificación absurda de sacrilegio a la deidad la cual entonces se habría vengado matando a más de mil inocentes.

Se ha dicho que las siglas internacionales de socorro SOS (que no tienen significado alguno sino solo la facilidad de transmisión en Morse) se transmitieron por primera vez en la Titanic. Falso; desde 1910 ya se usaba la clave, pero sí es cierto que fue la primera vez que fue utilizada en una nave civil de tal tamaño.

Se creyó y se escribió hasta el cansancio sobre la rajadura de 90 metros de largo en el casco, pero la verdad era que nadie había visto la herida en la piel de la Titanic cuando finalmente fue vista y estudiada, la historia resulto ser otra. No existía, no existió, tal corte. Ahora sabemos que el roce con el iceberg no rajó el metal sino que lo aflojó en sus remaches y de paso arruinó su resistencia estructural, la presión del agua hizo el resto. Cuando la nave fue construida se usó en ella el mejor acero conocido entonces, pero ahora sabemos que no era tan bueno, de hecho para las normas de calidad actuales era pésimo, podría haber sido bueno en un buque más pequeño, pero no para resistir esas tensiones y pesos, claro, eso se ignoraba a principios del siglo XX.

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Otro mito, la novela premonitoria: La increíble historia del libro que Morgan Robertson escribió 14 años antes del accidente y que predijo la tragedia que dejó más de mil muertosEn 1898, catorce años antes del hundimiento del Titanic, Robertson escribió una novela de ficción donde relataba el primer viaje de un enorme transatlántico llamado Titán el cual terminaba chocando con un iceberg y hundiéndose en el océano Atlántico, casi exactamente igual a lo sucedido el 14-15 de abril de 1912. Las similitudes entre la novela Futilidad” (también conocida como El Naufragio Del Titán”) y la historia del Titanic son bastante curiosas. Muchos datos coinciden con la trágica historia real; la descripción del Titán, las medidas, la velocidad, la capacidad y el número de lanchas salvavidas son algunas de las coincidencias entre ambos buques.

Tras el hundimiento del Titanic, el libro, que surgió como producto de una extrapolación del autor, se reeditó bajo el nombre de El Naufragio del Titán, y en 1997, luego del estreno de la película de James Cameron, volvió a salir a la venta. Ambos buques el real y el de la ficción se hundieron en su viaje inaugural, ambos carecían de suficientes botes salvavidas, ambos eran en extremo lujosos y ambos zarparon en abril; las toneladas de desplazamiento son similares. De inmediato la novela fue consideradaproféticay el autor (por aquello de las ventas) dijo que el origen del libro había sidoun sueño”… muy conveniente.

Pero había sido una extrapolación: esto es una deducción a partir de datos conocidos pues había antecedentes de barcos así. Lo más seguro es que Robertson se inspirara en la negra historia del Great Earsten un coloso insumergible fabricado a mediados del siglo XIX y en el entonces campeón de los mares Lusitania de la compañía Cunard. No existe misterio alguno, Robertson hacía lo mismo que Julio Verne; extrapolar.

Se dijo que el hundimiento fue pronto olvidado por otras naves que buscaban el preciado Listón Azul otorgado por la velocidad de la travesía y que era buscado por el capitán Smith Pero todos los años, en la fecha fatídica, la Patrulla Internacional del Hielo envía un mensaje por radio, a todos los barcos, en el cual se menciona la latitud y longitud que la Titanic tenía entonces, el nombre de la nave y las letras RIP. Aquello es la advertencia de la Patrulla para que aquello no vuelva a repetirse.

 

Algunos en la Titanic, murieron como caballeros

Manuel Uruchurtu era un hombre aún joven, de una familia mexicana acaudalada, abogado, político exitoso, culto y con valores de caballero. Viajaba en primera clase en su regreso a casa desde Europa. Cuando se produjo el choque él fue de los afortunados (por ser rico), que tuvo acceso inmediato o casi, a los botes salvavidas, claro se embarcó primero a las mujeres y a los niños, pero él aún alcanzaba lugar. Entonces ocurrió lo que lo convirtió en algo más que un número estadístico más.

Manuel R. Uruchurtu, el caballeroso mexicano.Manuel Uruchurtu

Una joven mujer estadunidense (algunos dicen que pasajera de segunda clase) trató de embarcarse en el bote que iba a ser arriado. Ante la imposibilidad de hacerlo quedaba condenada a una muerte segura. Entonces nuestro caballero mexicatl le cedió su lugar en el bote, lo único que le pidió fue que viniera aquí y buscara a la familia Uruchurtu, que les explicara lo que había pasado y porqué él había muerto (no vestido de etiqueta como otros, pero si como un galante caballero), luego él se perdió entre la masa desesperada que llenaba las cubiertas.

Nunca se sabrá cómo y dónde murió, si en el buque, en el agua, bajo ella su cuerpo no fue recuperado. Pero la mujer que salvó si cumplió su promesa, vino a los EUM, buscó a los Uruchurtu y contó la historia, el asunto permaneció como una anécdota familiar, hasta que alguien habló de ello. El nombre de nuestro héroe, por si alguien duda de que viajara en la nave hundida, aparece en orden alfabético en la lista de pasajeros de primera clase desaparecidos en la Titanic, en el apéndice del libro Una noche para recordar.

Sin embargo, la historia de su comportamiento ha permanecido casi inédita, todos prefieren recordar a los otros pasajeros (no latinos) que se portaron de manera galante aquella noche. Una verdadera injusticia pues siendo el único mexicano en la primera clase, su gesto habla muy bien de la bravura que ha caracterizado a muchas personas en este país.

Elizabeth Ramell la mujer que salvó Uruchurtu.Elizabeth Ramell la mujer que salvó Uruchurtu.

Podría decirse que habla por todos.

Es una ironía que habiendo filmado James Cameron una buena parte de la cinta en los EUM y habiéndose vanagloriado de la espléndida mano de obra mexicatl (al reproducir los trabajos de madera de la Titanic), no haya mencionado en su película al único mexicano, hasta donde se sabe, que estaba presente aquel 15 de abril de 1912.

Hoy, en Rosarito, Baja California, EUM, yace (por así decirlo) la réplica en tamaño casi real que James Cameron usó para la filmación de Titanic en ella se puede ver cómo era aquella nave de ensueño y caminar por los sitios por los cuales deambularon Leonardo y Kate, Cameron y muchos más, mientras se hacía la película Una réplica de la nave está ahora en el país que vio nacer a un héroe anónimo de aquella noche tan lejana. Nos gustaría que otros en los EUM miraran esa réplica como un monumento a la acción valiente por parte de Uruchurtu.

Pero al recordar la película de Cameron y su final si quisiéramos hablar de fantasmas y recuerdos, de espectros caminando por las cubiertas de un buque irreal, preferimos ver a don Manuel Uruchurtu, primero paseando bajo el sol, mirando a las damas, soñando con la patria lejana y quizá con el primer tequila en casa, con la familia y luego, ante lo inevitable; mostrando el valor y el desapego. O, tal vez preferimos verlo caminando, por una cubierta cada vez más inclinada, hacia las sombras y el olvido, tras el deber cumplido. Así pasan los espléndidos

 

OLYMPIC, TITANIC & BRITANNIC

Tres hermanas, un destino

 

Ellas, las naves son damas, femeninas, bellas; ellas engalanan la mar.”

Dicho marinero.

 

Las tres fueron bellas, de buena familia, ágiles, esbeltas, fuertes: nacieron bajo signos promisorios, se les auguró un futuro brillante y todas terminaron de manera miserable, como si las amparara un hado siniestro.

Pero nada de esto parecía posible cuando fueron construidas para ser parte del orgullo marítimo de Inglaterra. Una, la segunda hermana se volvió eso sí, la nave más famosa del siglo XX el 15 de abril de 1912, otra la menor fue asesinada por una mina y yace boca abajo en su tumba líquida, la primera y de mayor edad, fue descuartizada de manera ignominiosa. Todos recuerdan a la segunda hermana y su agonía en primavera con las notas musicales de Otoño, los actos de heroísmo y de cobardía: es la historia de una noche para recordar que se ha contado quizá demasiadas veces es imposible olvidar a la Titanic.

La Britannic a pesar de haber sido hundida durante la guerra (también en su viaje inaugural), no se llevó a la tumba a tantas víctimas como su hermana mayor y su prima la Lusitania, las víctimas en este caso fueron militares y algunas enfermeras, la asesina una mina anónima y no un iceberg o un torpedo, no había a bordo personajes famosos, ni pocos botes salvavidas, tampoco un comandante de submarino alemán a quien culpar por dispararle a un buque civil como en el caso de la Lusitania al agujero abierto por la explosión se sumaron cientos de portañolas abiertas para ventilación y la Britannic se hundió veloz y calladamente.

Las dos hermanas menores tuvieron vidas efímeras. Ambas fueron heridas de muerte en las amuras de estribor, como si fuera una especie de maldición. La hermana mayor, la Olympic fue más afortunada, aunque su muerte fue quizá peor pues no fue para la fama, o en la labor humanitaria, sino anónima y callada. Y eso duele.

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Lujo y velocidad

La Olympic fue puesta en servicio como la nave más grande de pasajeros el 20 de octubre de 1910, y el número de su quilla fue el 400 (su hermana Titanic llevó el número 401 y la última de las tres la Britannic ex Gigantic, el número 433), fue la primera de un proyecto grandioso que buscaba poner a flote los buques de pasajeros más lujosos y veloces construidos hasta entonces para la compañía naviera White Star, su viaje inaugural fue un éxito y las siguientes naves gemelas y hermanas serían conocidas como la Clase Olympic. Dos años después ocurrió la tragedia de su hermana Titanic y la Olympic fue llevada a los astilleros: recibió botes salvavidas extra y previendo una posible colisión el doble fondo fue extendido hacia arriba con lo cual tuvo una segunda piel, al estilo de la Great Eastern. Los constructores estaban aprendiendo.

La construcción de la tercera hermana, la Gigantic continuó, pero se le cambió el nombre por el de: Britannic. Después del desastre de la Titanic la compañía no deseaba volver a ser acusada de arrogante por aquel rumor tan extendido sobre la Titanic (que nadie ha podido comprobar) de que alguien dijo que esa nave no podía hundirla ni dios”. La hermana mayor, la Olympic ya había tenido algunos problemas antes, pero no habían llegado a mayores: el 20 de septiembre de 1911, bajo el mando del capitán E.J. Smith (el mismo que se hundió con la Titanic), chocó con la nave inglesa Hawke. Fuera de unas raspaduras y la hélice de estribor (siempre estribor) dañada, el asunto no fue más allá del susto. Smith ni siquiera lo consideraba digno de mención.

Cuando estalló la guerra, la Olympic continuó llevando pasajeros a través del Atlántico por un tiempo, pero luego fue destinada al transporte de tropas, hizo múltiples viajes y todos con buen éxito, transportó a 41,000 civiles, 66,000 militares, 12,000 chinos de batallones de trabajo a través de 184,000 millas y quemando 347,000 toneladas de carbón. Su labor durante la guerra le valió el cariñoso apodo de Old reliable: Vieja confiable”.

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Una dama enojona

En su viaje número 22 llevando tropas, realizó un acto único hasta la fecha: un submarino alemán, el U-103 le lanzó un torpedo, el proyectil fue detectado y el timonel hizo una maniobra rápida (si hubiera ido a bordo de la Titanic otra hubiera sido la historia, pero en fin), y evadió el torpedo, eso ya era notable para una nave de tal tamaño, pero hubo más, desde el puente el capitán bramó y se le oyó hasta popa: “¡Sobre el bastardo!” y la dama de los mares viró ceñidamente (algo sumamente audaz para su tamaño) y ¡embistió al U-103!

¡Y le dio! Apenas un rozón que a ella apenas le raspó la pintura, pero esa caricia de una nave de más de 46,000 toneladas fue suficiente. El sumergible alemán se fue al fondo en dos patadas y la Olympic se convirtió con ello en la única nave civil en la historia naval que ¡hundió un sumergible en combate!

La Olympic volvió a transportar pasajeros civiles después de la guerra hasta totalizar 25 años de servicio, un año antes de ser dada de baja: el 15 de mayo de 1934, por la noche; hundió su segunda embarcación. En esta ocasión fue el buque faro Nantucked que se encontraba en el sitio inadecuado, en el momento preciso y en medio de la niebla, siete tripulantes del navío embestido y hundido perecieron. Fue la última aventura.

La compañía Cunard, ahora dueña de la nave, decidió que era ya demasiado vieja, costosa e inadecuada, en marzo de 1935 la Old reliable hizo su última travesía, luego fue vendida como chatarra y desguazada. Un fin indigno para la única sobreviviente de una clase desafortunada.

Nunca más se construyeron otros barcos semejantes, la era del vapor a carbón había muerto, las nuevas señoras de la mar usaban turbinas de diesel los interiores de la Olympic fueron subastados y sólo se conservó su fastuoso comedor como restaurante, idéntico al de su famosa hermana Titanic.

Como una burla del destino, ahora podemos ver en la TV a las hermanas hundidas, en sus tumbas húmedas pero la Old reliable es apenas un recuerdo en algunas fotografías borrosas.

Las hermanas eran tres bellas naves, damas de la mar, que merecían un mucho mejor destino

 

 

Héctor Chavarría | Voces del Periodista

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