Voces del Periodista Diario

Matar al mensajero

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Lo más normal en la lucha de los contrarios en un sistema democrático, es que los opositores al régimen -cualquiera que éste sea- tengan opiniones diferentes a la oficial, en cuyo caso se reconoce el derecho a la disidencia.

No es tan ordinario, sin embargo, que los militantes de un mismo partido con un régimen estatutario, declaración de principios y programa de acción comunes, se vayan “por la libre”, en cuyo caso se habla, más  que de indisciplina, de incoherencia.

Ilustramos este segundo punto con el siguiente registro: Hace precisamente un año, el hoy gobernador priista de Hidalgo, entonces senador Omar Fayad Meneses presentó una iniciativa de ley para prevenir y castigar delitos informáticos.

Con independencia de la codificación de eventuales transgresiones sujetas a penalización, la llamada Ley Fayad fue objeto de una generalizada repulsa de quienes defienden el derecho a la Libertad de Expresión.

La coordinación partidista de la bancada senatorial decidió retirar de la agenda parlamentaria dicho proyecto y lo mandó a la congeladora para beneplácito de sus detractores.

Se consideró juiciosa y saludable esa decisión a la vista de un antecedente del que fue protagonista el propio Fayad: La promoción de una reforma penal federal, aprobada finalmente, por la que se tipifica como terrorismo algunos delitos relacionados con los hidrocarburos.

Redes sociales: “campo fértil para la demagogia”

Ese tipo de tentaciones vuelve a insinuarse a contrapelo del discurso supuestamente democrático. Hoy, al dirigirse a la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en la voz presidencial se escuchó una buena y otra mala.

La buena: En el mensaje se exaltó la Libertad de Expresión como un arma legítima  contra el autoritarismo. Lo cual fue bien recibido por la audiencia. Con más razón, cuando se reconoció que hay crímenes contra periodistas pendientes de resolver.

La mala: La asamblea cambió de semblante cuando se vino la andanada contra los medios digitales y las redes sociales. Se les tipificó como “tierra fértil para la demagogia” y se les culpó de producir frustraciones, desencanto por la democracia y pesimismo.

Se presentó a esas alternativas de comunicación como riesgos por la inducción de la sociedad a la opción de salidas falsas. Peor aún: De generar división y retroceso.

Conviene hacer una acotación a esas manifestaciones de ninguna manera tranquilizantes. El auge de las redes sociales en el sistema digital es un fenómeno relativamente nuevo.

La demagogia es la peor deformación de la democracia y la padecemos desde hace casi un siglo. El desencanto por la democracia es de vieja data, pero lo radicalizó el fraude electoral acontecido en 1988.

Poco después de 2000, cuando se proclamó como establecida la transición democrática, desde el propio Estado se promovió una consulta nacional sobre Cultura de la Democracia en México. Desde entonces se diagnosticó el desencanto por la democracia.

No simples encuestas, sino profundas y sólidas investigaciones académicas con base en las experiencias de 2006 y 2012 confirman el desencanto por la democracia sobre todo entre los jóvenes.

Nos parece, pues, incorrecto pretender matar al mensajero. Ya hay muchos mensajeros muertos.

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