Voces del Periodista Diario

En el combate a la corrupción, no hay para cuando

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

A escasas 72 horas de que el presidente Enrique Peña Nieto inicie el último tercio de su mandato –se le está acabando el agua al bule, suelen decir los rancheros-, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha puesto a caballo sus preparativos para 2018, terminal a la que llegará pasando por las estaciones de los estados de México, Coahuila y Nayarit en 2017. La primera, con tránsito congestionado.

La reunión del Consejo Político Nacional (CPN) fue el escenario en donde ayer se dio toque a zafarrancho para la contienda presidencial sucesoria.

El PRI no se encuentra en el mejor de los mundos posibles. En 2016 ha salido lastrado por las derrotas en ocho entidades federativas: En siete, perdió las gubernaturas; en la Ciudad de México quedó como minoría en las elecciones de diputados a la Asamblea Constituyente.

El conjunto de las encuestas con vistas a 2018 lo refunde hasta el tercer sitio en la intención del voto.

Contra lo que el sentido común aconseja, el CPN se resistió a hacer un ajuste de cuentas con su pasado electoral inmediato. Autocomplaciente, hizo su apuesta a la continuidad de las reformas transformadoras del Peñismo, que el dirigente formal del partido, Enrique Ochoa Reza postula como “un activo de todo el país”.

El propio Peña Nieto, orador principal en el evento tricolor, tuvo la oportunidad de plantear ante el veredicto de su partido la revisión de las circunstancias adversas que han malogrado sus iniciativas transformadoras.

No lo hizo. Por el contrario, asumió una actitud beligerante contra la perspectiva de una eventual alternancia en Los Pinos dentro de 18 meses.

Lo que no se abordó con ánimo autocrítico en los soliloquios del CPN, se hizo patente en entrevistas extramuros improvisadas a dos presidenciables tricolores.

Los dos temas más ingentes en la vida pública del país, el de la seguridad pública y el del estado que guarda la economía nacional, fueron expuestos respectivamente por los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade Kuribreñas.

En el primer caso, es digno de recordarse que dentro de dos días se cumplen cuatro años de la promesa de un México en paz anunciada a la sociedad mexicana.

“Tenemos que seguir; tenemos que poder”, declaró Osorio Chong de cara a los cuestionables resultados de la estrategia para pacificar los estados donde mayor incidencia criminal se sigue reportando. Ecuánime, el funcionario confía en que el fenómeno de la violencia se puede revertir.

El combate a la delincuencia organizada o común, dado que corresponden a la política interior, es un desafío cuya mayor carga recae en nuestras propias estructuras de gobierno.

No es lo mismo el entorno en que opera el secretario de Hacienda, que se ve profundamente alterado por el impacto de factores externos.

Meade: La sociedad quiere “un gobierno honesto”

No obstante, Meade Kuribreñas opta por un mensaje tranquilizante, seguro de que su dependencia está en posición, según su dicho, de mandar señales de certeza sobre la economía nacional.

Optimismo económico aparte, el titular de Hacienda introdujo en sus declaraciones un aspecto del “humor social” que priva en el país. El llamado del Presidente a combatir la corrupción, sostuvo, recoge el sentimiento de la sociedad que quiere… “un gobierno honesto”.

Sobre ese punto, Ochoa Reza, en su discurso ante el CPN, sostuvo que entre los ejes de acción del partido está el combate a la corrupción y la impunidad. Prometió que el PRI denunciará  actuaciones que se aparten de la ética, “lo que permitirá actuar de manera preventiva en otros casos”.

Es en este punto donde entran los bemoles. Desde 2012 el PRI tiene el control del Senado de la República, cámara de origen de la iniciativa para instituir el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), anunciado hace también cuatro años.

Es el caso que el actual periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión se cierra el 15 de diciembre; quedan a lo mucho cinco sesiones más, si los legisladores no se toman puente guadalupano.

La cuestión es que el Senado, mangoneado por el priista Emilio Gamboa Patrón, no ha logrado encontrar la pieza clave del SNA: El Fiscal Anticorrupción, que actuará transitoriamente adscrito a la Procuraduría General de la República.

A mediados de noviembre, el Senado fue tomado con los dedos en la puerta: El PRI, al validar el nombramiento de Raúl Cervantes como nuevo titular de la PGR, pretendió que en automático asumiera la titularidad de la Fiscalía General para un  periodo de nueve años.

La oposición desmontó la maniobra y es hora que Gamboa no logra planchar la titularidad de la Fiscalía General.

Aunado ese proceso legislativo a otros aspectos del SNA pendientes de instrumentación, todo parece indicar que la cruzada profiláctica bien puede esperar hasta que termine el sexenio, no obstante los escandalosos casos de gobernadores puestos ya en la picota y a quienes, de otro lado, lo que resulte de la culminación del Sistema Anticorrupción no tendrá aplicación retroactiva.

Lo dicho por el clásico: De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. Es lo grave de nuestra democracia representativa.

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