Voces del Periodista Diario

En el eje Londres-Washington

VOCES OPINIÓN Por: Lic. Mouris Salloum George.

Para efectos puramente mediáticos, el proceso electoral para llevar  un nuevo huésped a la Casa Blanca en noviembre, toma sus cauces institucionales una vez que los partidos Demócrata y Republicano confirmarán en breve las candidaturas de Hillary Clinton y  Donald Trump, respectivamente.

Juego de apariencias y de espejos, Clinton ha logrado un plus con la adhesión a su candidatura de su contendiente en las primarias Bernie Sanders.

Apariencias las que mueven a Clinton al agradecer el respaldo de Sanders, sin asumir de inmediato compromiso alguno con el senador socialista que levantó a su favor 23 estados de la Unión Americana, dato aritmético que, sin embargo, condensa un hecho incontestable: Los jóvenes demócratas y muy visibles segmentos de la clase trabajadora no quieren más de lo mismo; opción que representa la candidata del PD.

Parecería que el acto simbólico de Sanders logra la soldadura del partido cuyos militantes le  entregaron mil 539 votos delegados a grandes electores, contra los más de dos mil requeridos para la nominación. Por supuesto, esos datos se vuelven relativos frente a un universo de casi 191 millones de potenciales votantes en noviembre.

Y en ese universo extrapartidario es donde Clinton debe buscar la piedra de toque, habida cuenta que hacia la primera semana de mayo pasado los sondeos de intención de voto favorecían mayoritariamente a Trump, si bien esos datos seguramente se matizarán a favor de la ex secretaria de Estado con el espaldarazo de Sanders.

Por primera vez en tres décadas -con la llegada de Ronald Reagan- un factor determinante en la campaña electoral será el de la política exterior, materia por cuyo ejercicio pasó ya Hillary Clinton.

Obviamente, Medio Oriente -América Latina sigue siendo vista como patio trasero- será el cuadrante de referencia toda vez que Barack Obama no ha podido en siete años encontrarle la cuadratura al círculo en Afganistán e Irak, en perpetua crisis, asunto que fue de la competencia de la candidata demócrata, lo que indica su ineficacia como operadora de la diplomacia gringa.

El factor Theresa May

Para noviembre todavía no aparecerán en su vasta dimensión los impactos  de brexit -que se empieza a procesar en octubre- en cuya retórica se ha montado Trump. Pero en Londres ha sentado plaza un nuevo ingrediente: La conservadora ministra del Interior, Theresa May se ha convertido en tácita sucesora del primer ministro David Cameron.

No es posible hoy mismo aventurar el perfil de May en gestión suprema, pero no estorba recordar que su correligionaria Margaret Thatcher resultó uña y mugre del conservador Ronald Regan, formando la dupla que proclamó la Revolución conservadora, matriz de la depredadora y disolvente globalización económica.

Si se repitieran las convergencias anglosajonas, es previsible que May y Trump lograran mejor química que May y Clinton, en cuyo caso veríamos la misma gata, hasta sin retoque. Y en esa felina expectativa los mexicanos pasarían de Guatemala a Guatepeor.

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