Voces del Periodista Diario

EU: Hora de tirar cohetes; hora de recoger las varas

VOCES OPINIÓN Por: Lic. Mouris Salloum George.

Pasado el segundo “súper martes” en la fase preliminar de las campañas para la elección presidencial en los Estados Unidos, han quedado definidas las candidaturas de Hillary Clinton, por el Partido Demócrata (PD), y de Donald Trump, por el Partido Republicano (PR).

De La democracia en América, de Alexis Clerel de Tocqueville, sólo queda la nostalgia y la ingenuidad de las nuevas generaciones de estadunidenses, a las que sus mentores escolares siguen tratando de convencer de que, la de “América”, no tiene rival como modelo democrático para la formación de los poderes públicos.

No se trata, por supuesto, de la ilusión de Abraham Lincoln, quien proponía un poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; ni de su prescripción, en el sentido de que todo estadista debe pensar en las próximas generaciones, antes que en las próximas elecciones.

Se trataría, en pos de esos imperativos, si la opción del “insurgente socialista” Bernie Sanders hubiera cuajado en las preliminares del Partido Demócrata, pero el establishment de la plutocracia norteamericana logró finalmente acotarlo.

El primer martes de noviembre próximo y, en sus secuencias, veremos que, contra los grandes mandones electorales de esos partidos (los delegados y súperdelegados), nada cuenta el voto popular directo para el encumbramiento del próximo huésped de la Casa Blanca. Lo vimos no hace mucho en el caso del demócrata Al Gore.

En unas semanas más, las convenciones nacionales de los partidos citados consagrarán a sus candidatos. Sólo eventualmente podría darse la alternativa de Sanders como candidato independiente. Los expertos estadunidenses la consideran remota, no obstante el número de delegados que logró sumar en el proceso interno del PD, y el pegue que catalizó a grandes segmentos de la juventud estadunidense y entre las clases obrera y media.

Alguna vez, al denunciar la intromisión política de Washington en países amigos, el senador republicano ultraderechista, Jesse Helms cuestionó la autoridad moral de los Estados Unidos al denunciar que “no estamos rechinando de limpios”.

De esa elocuente metáfora hicieron ejercicio retórico durante sus precampañas Donald Trump e Hillary Clinton, al enfangarse en el perverso juego de las descalificaciones recíprocas, no pocas veces bien sustentadas y documentadas.

En esa etapa, ambos beligerantes quemaron no pocos cohetes; ahora recogerán las varas para recargarlas y entrar al combate final.

En el caso de Trump, en los días finales de su precampaña se magnificó el Talón de Aquiles electoral del magnate: Su xenofobia.

Tratando de mojarle la pólvora, un juez de Indiana, hijo de padres mexicanos, Gonzalo Curiel, se metió entre las patas de los caballos reafirmando demandas en su contra ante cortes de San Diego y Nueva York.

“Engaño a los estudiantes”, dice el togado poniendo como referente la universidad que lleva el nombre del virtual candidato republicano.

El hombre de excéntrico copete ha replicado a sus detractores, amenazando con sacar al sol los trapitos de los Clinton.

Esa es la  pedestre tónica de la lucha de los contrarios que buscan cumplir sus ambiciones instalándose en el Salón Oval de la Casa Blanca.

La perra suerte de nuestros compatriotas transterrados

Si la racista vocación de Trump se subraya ahora, es porque en esa grave tesitura se encuentran millones de familias de inmigrantes contra los que ha desenvainado su espada y la ha dirigido con especial fobia hacia los de origen mexicano.

Nuestro gobierno trata de exorcizar los espectros zarandeados por el republicano, sacando cuentas de lo que la mano de obra mexicana significa para la empresa y el fisco norteamericanos.

Fuera de eso, acaso como reconocimiento de impotencia, México no tiene planes A o B para enfrentar la eventualidad de una repatriación masiva de compatriotas en momentos en que la economía nacional carece de margen de maniobra para reincorporarlos al proceso productivo.

En la sombría perspectiva de noviembre, en la suerte electoral de Hillary Clinton va la suerte de los más 30 millones de viejos y nuevos mexicanos transterrados en los Estados Unidos.

Nunca ha habido una auténtica política del buen vecino. No la habrá en el corto plazo. Llegue quien llegue a la Casa Blanca.

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