Voces del Periodista Diario

Imperativo, preservar el respeto y la confianza en las Fuerzas amadas

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George.

Dos máximas solía emplear con su agudo intelecto don Jesús Reyes Heroles: 1) En política, lo que parece es, y 2) La forma es fondo.

Qué actualidad cobran esas dos expresiones de sabiduría en momentos en que México entra a un cielo futurista sacudido por violentas turbulencias.

En temporadas sucesorias, los protagonistas más autorizados envolvían en claves crípticas sus mensajes sobre lo que estaba por venir en el futuro inmediato: El personal y el de la Nación.

Un actor imprescindible de esos vitales procesos, era el indisputable líder del movimiento obrero, el mexiquense Fidel Velázquez Sánchez. Socarrón, avisaba: El que se mueve no sale en la foto.

Se aseguraba entonces que el poder presidencial era monolítico. A su fortaleza acudían, lo que Jorge Carpizo codificó como facultades metaconstitucionales del Presidente de la República.

Los beligerantes en la adelantada sucesión presidencial de 2018, difunden la impresión de que se ha roto la unidad de mando en el ejercicio de la autoridad presidencial. Así parece convenir a sus intereses.

En esa feria de voluntarismos personales e indisciplina, cada quien asume la estrategia que le parece más eficaz para concretar sus ambiciones.

Unos, por la naturaleza propia de sus funciones de secretarios encargados de despacho (nada más), nadan de muertito. Otros, asumen una juiciosa cautela. Los terceros, puestos ante graves desafíos, combinan ecuanimidad y equilibrio en el tratamiento de su agenda pública. Esta es parte de los usos y costumbres que impuso el sistema métrico sexenal.

Otros, atrapados en la esquizofrenia, no miden las potenciales consecuencias de sus arrebatos. Se olvida de que La forma es fondo.

¿Por qué y para qué involucrar a las fuerzas castrenses?

Ilustremos aquella percepción: Desde la primavera pasada y en lo que va del segundo semestre, el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer se ha apoderado no sólo de los tiempos Triple A, sino de todo el horario del espectro electrónico de los medios concesionados.   

Es legítimo -hay que reconocerlo- el derecho del Estado a tratar de convencer a los gobernados de la idoneidad de determinadas política públicas. Pero hay diferencia de grado y calidad entre los verbos convencer y vencer. Lo estableció en aciaga ocasión el educador español don Miguel de Unamuno.

La cuestión es que en semanas pasadas, en cuanta oportunidad se le presenta para defender la Reforma Educativa, el funcionario civil responsable de la Educación Pública ha preferido difundir su imagen flanqueado por mandos castrenses en ocasiones en que Ejército o Armada tienen eventos relacionados con la formación militar.

Ayer, en el campo militar 37-C, con sede en San Miguel de los Jagüeyes, Estado de México -en algunos periodos cuartel de las militarizadas Fuerzas Especiales de Apoyo de la Policía Federal Preventiva- se repitió la escena.

Esta vez, sin embargo, hizo uso de la palabra el general secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, para advertir que “todos tenemos la obligación, el deber, el compromiso, de apoyar la iniciativa a favor de la educación”.

Lo que llama la atención es el tono imperativo del comandante militar al señalar que ese proceso debe acometerse “de manera rápida y contundente”. (De  no hacerlo) “regresaremos a lo mismo”. ¿Qué es “lo mismo”, que queda a la interpretación de cada escucha?

Las Fuerzas Armadas mexicanas tienen en la actualidad graves misiones consustanciales a su propia naturaleza, algunas de cuyas asignaturas no son favorablemente evaluadas por la sociedad. Es el caso, por ejemplo, de la Seguridad Nacional, del combate al narcotráfico, del tráfico de armas, etcétera.

Están en la tesitura de una reforma legal que les impone a esos cuerpos incluso el cateo de recintos legislativos.

¿Tienen que asumir las fuerzas armadas la suplencia en casos de ineficacia de las autoridades civiles? ¡Cuidado! En política, lo que parece es.

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Redacción Voces del Periodista