Voces del Periodista Diario

IV Informe de Gobierno

No se puede luchar cuerpo a cuerpo con la Historia

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Sin ánimo de hacer ironías del estado que guarda la Nación, a unas horas de que Enrique Peña Nieto presente ante instancias del Congreso de la Unión su IV informe de Gobierno, un diagnóstico externo nos indica un  comportamiento bipolar del espectro público del país.

En las críticas circunstancias por las que atraviesa la República, lo deseable fuera que los beligerantes en la escena política adoptaran lo que en términos filosófico-religiosos se conoce como La tregua de Dios.

Peña Nieto entra ya al tercer tercio de su sexenio: Lo que se esperaría es que, después del descarrilamiento de las expectativas que generaron en el ámbito doméstico y en el extranjero las grandes reformas transformadoras, el análisis de sus resultados se centrara en las debilidades y fortalezas del proyecto, que acomodó el régimen constitucional a sus fines.

Es función imperativa del estadista, desembarazarse de aquella vieja actitud despótica que establecía: Si la realidad no se ciñe a mis designios… peor para la realidad.

Está escrito en los antiguos libros, que no se puede luchar cuerpo a cuerpo con la Historia. Si lo que observamos en estos días es que, aun sin concertación orgánica, la Nación transita por carriles distintos a los que han escogido los conductores del Estado, algo ha fallado en la carta de navegación.

Corresponde al piloto asumir puntual y oportunamente las providencias para impedir que la nave común naufrague. Es apenas un signo de voluntad de supervivencia propia, hasta si de voluntarismos personales se tratara.

Hay fórmulas probadas de enfrentar la tempestad, a condición de que se reconozca, previa y serenamente, que el fenómeno existe. ¿Rectificar el rumbo, va en desdoro de previsiones que originalmente se tomaron cuando aparecen impactos exógenos que alteran el compás y la brújula?

Tal es una forma de decir que la racionalidad del estadista está por encima de los prejuicios.

El punto es ese. Pero hay otros puntos que sólo se procesan y se resuelven en la dialéctica.

Para seguir empleando la metáfora de la nave en riesgo, tomemos la conseja aquella que asegura que las ratas son las primeras en abandonar el barco.

Apliquémosla al hasta no hace mucho celebrado Pacto por México. Sus firmantes se refocilaron en la primera fase de grandes expectativas y reclamaron el crédito. A la hora de la verdad, se niegan a asumir los costos de sus saldos.

Nombrémoslos por sus nombres: Acompañando al PRI, operaron el PAN y el PRD. Cuando las cosas pasaron del rosa al gris, los dirigentes de esos partidos, que fueron parte del Pacto en su calidad de legisladores, pretenden deslindares de sus consecuencias.

A lomo precisamente del transitorio -ojala lo fuera- fracaso del Pacto por México, ahora, como el avestruz, esos protagonistas hunden su  cabeza en la arena y sacuden su plumaje para emprender la ruta sin escalas hacia Los Pinos. ¿Que los muertos entierren a sus muertos? No se vale. La Nación no lo merece.

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