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Llamar al pan, pan, y al vino, vino

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Si de economía criminal es el tema, hoy tenemos que, mientras el sátrapa veracruzano priista Javier Duarte de Ochoa sigue jugando al gato y al ratón con sus perseguidores, su clon sonorense, el panista Guillermo Padrés Elías, recibió su primer auto de formal prisión imputado de defraudación fiscal y lavado de dinero.

Puestas tantas barbas a remojar, por si o por no el ex mandatario priista michoacano Fausto Vallejo se ha armado un equipo legal para prevenir cualquier acción de la justicia en su contra; incluso la partidaria.

Como se trate de jugar a qué partido político se le indician más corruptos, la bancada tricolor en el Senado está removiendo expedientes abiertos desde 2013 por la contraloría del gobierno de Jalisco para ajustar cuentas al ex mandatario panista Emilio Etilio González Márquez, quien dejó descuadradas sus cuentas públicas por un monto superior a los siete mil 500 millones de pesos.

Como anuncia Pronósticos Deportivos, más los que se acumulen esta semana.

Si el asunto es de economía especulativa, su buque insignia -la Bolsa Mexicana de Valores- no ve salir el Sol: Entre el 8 de noviembre, martes negro en los Estados Unidos, al cierre de hoy, el Índice de Precios y Cotizaciones ha perdido la friolera de tres mil 306 puntos. Se dice pronto.

México contra sí mismo

En el cúmulo de novedades que cuentan, cuentan mucho y hay que contarlas, hoy encontramos en el mundo económico un uso retórico poco usual: México contra sí mismo.

Su aplicación se recomienda a los analistas especializados domésticos para que prescindan de las percepciones exteriores y expliquen la situación de México, comparándola con indicadores internos propios, según los periodos que se computan, para el caso, trimestrales consecutivos.

El México contra sí mismo, surgió en la presentación hoy del Índice Nacional de Competitividad por el que el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) y la Secretaría de Economía (SE) adoptan nueva metodología para la medición del comportamiento de la economía mexicana.

Citamos ese evento, habida cuenta que, entre los factores que conspiran contra el desarrollo económico del país y su competitividad, vuelven a subrayarse a lápiz rojo: Corrupción, inseguridad y falta de transparencia.

Se da por descontado, pues, que el nuevo enfoque metodológico para darle seguimiento al comportamiento de la economía nacional, tiene como propósito decir las cosas como son: Con realismo.

Para ser congruentes, sería pertinente que la nueva regla se aplicara, por ejemplo, al mito de la distribución de la riqueza nacional, que toma como base el Producto Interno Bruto y de cuyo global se hace el reparto por cabeza.

Vale ilustrar esa ficción con dos datos: Los exégetas de las reformas transformadoras blasonan que el ingreso anual per cápita de los mexicanos, en pesos,  se ha incrementado en 1.4 por ciento; de lo que resulta que cada mexicano alcanzaría anualmente 155 mil 510 pesos.

Sin embargo, puesto ese alcance en dólares (8 mil 516), el resultado es que ese ingreso anual por persona ha perdido en pesos 12.3 por ciento en el mismo periodo analizado.

La falacia aparece en todo su esplendor cuando, para hacer el reparto del ingreso nacional, se hace la suma del total de la población y entonces tenemos que los ocho mil 516 dólares al año corresponden lo mismo a cada uno de los señores Carlos Slim Helú, Alberto Bailleres y Germán Larrea Mota-Velasco, que a las familias indígenas que subsisten con los apoyos de la Cruzada Nacional contra el Hambre.

Es hora, pues, de llamar al pan, pan, y al vino, vino. Otra cosa es incitar a la subversión social, sólo por tratar de ocultar una realidad inocultable.

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