Voces del Periodista Diario

Nuestros hijos de perra…

VOCES OPINIÓN Por: Lic. Mouris Salloum George.

Desde su atribulada patria, el gran poeta nicaragüense Rubén Darío describía a los estadunidenses como  “estupendos gorilas colorados”.

José Martí, patriota cubano él, en su oportunidad dejó para los bronces la frase: “Conozco al monstruo, he estado en sus entrañas”.

En su oportunidad, Curzio Malaparte, que de la Segunda Guerra Mundial hizo una magnífica narrativa novelada, no se explicaba cómo los soldados norteamericanos, “tan bellos, tan pulcros, tan correctos…”, sin embargo “todo lo que tocan lo corrompen”.

Durante casi 30 años, el senador Jesse Helms representó a la ultraderecha republicana en El Capitolio. Cuando hizo crisis la dictadura de Filipinas y Washington se decidió a intervenir, al objetar la decisión afirmó, cuestionando la moral de la Casa Blanca: “No estamos rechinando de limpios”.

Esas son apenas cuatro pálidas pinturas que condensan la historia injerencista de los Estados Unidos -para ubicarnos en el tema- en América Latina.

Durante la última década, en el tránsito del republicano George W. Bush al demócrata Barack Obama, Washington se ha lanzado como cruzado “de la libertad” para contener -y lo ha logrado- el ascenso de gobiernos de izquierda, unos confesamente socialistas, en la región.

Se destapa la cloaca en Brasil

Operó con éxito en Paraguay y Argentina; ablandó a los gobiernos de Perú y Ecuador en donde deslizó el acero como en mantequilla. Menos fácil, aunque igual de perturbadora, ha sido la operación en Bolivia y Venezuela.

Tocó finalmente el turno a Brasil. Ha sido suspendido el gobierno emanado del voto popular de Dilma Rousseff, para cederle el interinato a Michel Temer sólo para remover la cloaca.

“Golpista”, fue el grito más resonante en el recinto del Congreso legislativo a donde acudió Temer a presentar su proyecto de presupuesto.

Certera pero inocua la exclamación, no obstante como flecha al blanco al corazón de gobierno interino se clavó la revelación de una conversación grabada, en la que el ministro de Planeación, Romero Jucá apremia al ex presidente de Petrobas, Sergio Machado, a maniobrar para detener las investigaciones sobre la corrupción en la estatal.

Hay que cambiar el gobierno “para cortar el derramamiento de sangre”, habría dicho Jucá a su interlocutor. Ambos son objeto de la averiguación conocida como Operación lavado de dinero, que ni siquiera es una causal explícita contra Dilma Rousseff.

Al hacer pública esa trama el diario Folha de Sao Paulo, Jucá puso pies en polvorosa.

Desde la época de la Diplomacia de las cañoneras, alguien  habría observado en el Salón Oval de la Casa Blanca que sus sátrapas en Centro América eran unos verdaderos “hijos de perra”. Sí, respondería el Presidente en turno, pero son nuestros hijos de perra.

Así se piensa en las orillas del Potomac. ¡Qué le vamos a hacer!

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