Voces del Periodista Diario

Terrorismo: El huevo de la serpiente

VOCES OPINIÓN Por: Lic. Mouris Salloum George.

Lo escribió Sor Juana  hace más de tres siglos, pero igual aplica a los sedicentes estadistas de 2016: El niño que pone el coco/ y luego le tiene miedo…

Durante la Guerra Fría, la coartada de los líderes occidentales fue el combate al totalitarismo. Disuelta la URSS, había que buscarse otro coco: El narcoterrorismo, aclimatado en América Latina, y ahora el terrorismo a secas.

Dentro de dos semanas, la ONU, en Asamblea General, debatirá sobre su “nueva” estrategia para la prevención del extremismo violento.

A propósito de terrorismo, Edgar Alan Poe, maestro del terror para más señas, describió en El descenso del Maelstrom un drama sicológico: El del marinero que se sume en el abismo y se pone a especular sobre la estructura del gigantesco torbellino, mientras éste lo engulle inevitablemente.

Sois como los sepulcros blanqueados

Esa es la conveniente imagen que difunden los señores de la guerra que tripulan el Consejo de Seguridad de la ONU. Aparentan preocupación por los estragos causados por los atentados terroristas, pero se pertrechan en el disimulo frente a las sospechas fundadas de que son las potencias las que han incubado el huevo de la serpiente.

Ahora es el impacto de la matanza de Orlando, Florida, como hace meses fue la de París. Mientras la Humanidad paga con muertos y angustia cada tragedia, esos señores se convocan un día sí y otro también para seguirle dando vueltas a la noria.

Las cosas como son, en tres dimensiones: Los gobiernos de Siria, Rusia e Irak, han documentado con pruebas al canto que Arabia Saudita, Qatar y Turquía proveen de recursos financieros, armas y logística para las criminales operaciones de los yihadistas al servicio del Estado Islámico.

Los amos del Consejo de Seguridad de la ONU, que hacen el uno-dos con la Unión Europea, fingen no encontrarle la cuadratura al círculo.

En los Estados Unidos mismos: Tras cada atentado, después de que sus gobernantes se desgarran las vestiduras y se bañan en cenizas por la tolerancia a la compra y portación de armas, habla la Asociación Nacional del Rifle y todos se engarrotan.

México, dice el gobierno, se conduele por las víctimas y condena los brutales hechos de Orlando. Pero sabe que, con cobertura oficial, desde el otro lado se ponen a caballo operaciones como Rápido y furioso, que surten a las bandas del crimen organizado destructores arsenales, con el supuesto de seguirles la pista y dar con los cabecillas del tráfico de drogas y personas. Falacia.

Después de los crímenes de Estado de fines del siglo XX, 2010 es el año de la inauguración de las grandes masacres en México con los macabros hallazgos de San Fernando, Tamaulipas. Hace apenas horas, en el mismo lugar y con la misma gente, se reportó el enésimo racimo de muertos.

Mayo y junio nos han dado las matanzas de Xalapa, que pudo cobrar más de una veintena de víctimas; en Puebla, metralla en mano, se liquida a una pacífica familia de trece miembros; en el Estado de México dejaron de ser noticia los linchamientos de todos los días; Morelos nos exhibe fosas colectivas clandestinas administradas por el propio gobierno del estado; tras las huellas de los 43 de Ayotzinapa los padres exploradores siguen la ruta de numeroso enterramientos donde se pierde la cuenta de los cadáveres rescatados…

Se habla de la esquizofrenia en la que ha quedado atrapada la Humanidad. Por supuesto, pero el pánico, la paranoia que todos padecemos, tiene autores intelectuales cuyos nombres y jerarquías  públicas están a la vista de todos.

Ya están a trote los embajadores rumbo a la Asamblea General de la ONU. Y, después del 1 de julio, el planeta seguirá en vilo. Los usufructuarios de la industria armamentista estarán a orillas del Hudson eructando un martini y leyendo los reportes del mercado bursátil en The Wall Street Journal. Esa es la neta.

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