Voces del Periodista Diario

Calladitos se verían más bonitos

EL LECHO DE PROCUSTO Por: ABRAHAM GARCÍA IBARRA

No está en el manual de los burócratas mexicanos el imperativo de que la lengua le pida permiso al cerebro antes de que la cavidad bucal  empiece expectorar.

No vamos a hablar del incontinente Orate de San Cristóbal, Vicente Fox Quesada, contratado por fin por pequeños hombrecitos para amenizar una barra televisiva que seguramente desplazará de las preferencias de la audiencia a Pepillo Orijel. A la mejor, hasta el mismísimo Brozo.

Posiblemente, el antes afamado “Hombre de las botas”, desentrañe qué quiso decir cuando dijo que Diego Fernández de Cevallos -con quien ahora compartirá pantallas- se rajó. La Historia lo pide a gritos.

Acaso nos aclare por qué causa la antes célebre “Señora Marta” pidió en 2001 que corrieran a Raymundo Riva Palacios de la dirección general  del medio en el que sus relevos serán ahora anfitriones.

¿Sabremos ya en qué cabañita de Los Pinos dormía cuando en la madrugada del 10 de octubre de 2002 las prensas de los Talleres Gráficos de la Nación imprimían el decretazo por el que el Estado mexicano empezó a verse despojado de su facultad rectora de la industria de la radio y la televisión? 

Quizá alguien le pregunte, en vivo y en directo, si ya se reconcilió con su perseguido José Gutiérrez Vivó.

¿Se sabrá por fin por qué?

El rating quizá esté en los 40 puntos cuando la multitud estalle en una explosión de júbilo cuando resplandezca la respuesta a la enigmática interrogante: “Y yo, ¿por qué?”.

Muchos atractivos nos depara el programa de originalísimo título: “Fox Populi”. en el que el bufón de San Francisco del Rincón se la rifará con su par y paisano gringo Donald Trump. No se lo pierda. Que no lo distraigan las finales del fút.

Pero de entrada dijimos que no hablaríamos de Fox. Lo que queríamos decir es que cada vez que los burócratas de moda sueltan sus lenguas de madera, caen grano tras grano los castillos de arena que levantan en sus recreos pinoleros.

Lo que les quedaba por blasonar, era la poderosa industria automotriz “mexicana”, pilar insustituible de “nuestro” sector exportador. Apenas abrieron la lengua, la producción se contrajo 4.9 por ciento y las exportaciones cayeron 15.6 por ciento.

¡Maldita realidad! ¿Por qué tan cruel?

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