Voces del Periodista Diario

Cuando un gobierno cae, no se precisa la autopsia

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

 

Alguna escuela periodística en México sostiene todavía la recomendación en la presentación de contenidos informativos: No importa si es verdad; lo importante es que sea verosímil. Esto es, que pueda creerse.

Ese es el principal problema del gobierno mexicano. Sobre el aún insoluto tema de los normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, en septiembre de 2014, se trató de implantar una verdad histórica. Duró lo que dura un suspiro.

Incluso, la verosimilitud de la versión fue hecha añicos, primero, por la potencia de las redes sociales.

En el universo de anarquía que vive hoy el país, la falta de credibilidad en el sistema hace creíble cualquier rumor por más descabellado que parezca.

Las estampas del miércoles negro

En las jornadas violentas de ayer, que se caracterizaron por la rapiña en centros comerciales, las redes sociales se encargaron de imputar al gobierno una perversa táctica de inhibición social para disuadir la participación popular en las manifestaciones de protesta contra los gasolinazos.

La especie cobró verosimilitud cuando los medios electrónicos, después del mensaje presidencial, difundieron imágenes de un convoy de patrullas policiacas de cuyo vehículo de avanzada la voz de un oficial recomendaba a la gente volver o permanecer en los hogares, pues estaba declarado el toque de queda, recurso autorizado constitucionalmente  al gobierno en casos de perturbación grave de la paz pública. Implica la suspensión de las garantías individuales.

De la verosimilitud se pasó a un estado de aproximación a la verdad, cuando la Comisión Estatal de Seguridad Ciudadana del Estado de México emitió hoy un boletín en el que informa que cuatro policías del municipio de Ecatepec fueron consignados ministerialmente por participar en el saqueo de una tienda de autoservicio.

En efecto, imágenes divulgadas por las redes sociales revelan que agentes uniformados cargaban en sus patrullas mercancía robada en dicho establecimiento.

Lo cierto es que, en el mare magnum del miércoles negro, al menos en la Ciudad de México el terror inducido hizo profundo efecto en el estado sicológico de las familias que nerviosas trataban de indagar el paradero de parientes o amigos o para aconsejar permanecer a buen recaudo.

Ni comunicación social ni comunicación política

El fenómeno de la sicosis colectiva tiene como primer detonante la errónea o nula estrategia de comunicación social del propio gobierno en casos de crisis.

Pero ese déficit deriva de otro peor: El desdén al imperativo de Comunicación Política. El gobierno no sensibilizó ni a aquellos agentes económicos que, en principio, aplaudieron la contrarreforma petrolera, cuya consecuencia latente en estas horas es la resistencia a los gasolinazos.

Entre esos irritados agentes se encuentran los socios del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), etcétera, adherentes a la política neoliberal que la administración de Enrique Peña Nieto ha exacerbado irreflexivamente.

Lo dejó escrito el clásico: Cuando un gobierno cae, no se precisa la autopsia: Murió por suicidio. Es cuanto.

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