Voces del Periodista Diario

Hora de hablar de fascismo

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Ahora que el choro público doméstico ha reciclado su versión hermenéutica populismo-fascismo, no puede hacerse abstracción de que la investigación sociológica universal sostiene que en el descontento de las clases medias anida el huevo de la serpiente del fascismo-nazismo.

La hipótesis tiende a acreditarse en dos escenarios: 1) la actual campaña presidencial en los Estados Unidos, en la que particularmente el republicano Donald Trump, desde una posición xenofóbica, incita a sus compatriotas contra los inmigrantes laborales a los que acusa de quitarle el pan de la boca a las familias de los trabajadores nativos. Trump resulta una reedición de Ross Perot, pero a lo bestia.

2) El brixit, cuyos resultados definitorios fueron atribuidos a segmentos conservadores opuestos a las cuotas impuestas a los países socios de la Unión Europea (UE) para acoger a los desplazados por la guerra en el Medio Oriente y el norte de África.

La más exacerbada reacción al referéndum británico se expresa en los círculos ultraderechistas de Alemania, Francia, Holanda y otros países europeos, a cuyos gobiernos se exige el retiro de la UE.

En ambos casos, el argumento central es que la inmigración subvierte el mercado laboral interno, de por sí dislocado a consecuencia de las políticas neoliberales dictadas por los amos de la globalización.

Francia es el caso más representativo de la sublevación popular y de la respuesta represiva del gobierno de Francois Hollande.

México: El desclasamiento de las clases medias

En México, desde que Miguel de la Madrid puso la conducción de la política económica en manos del secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, éste fue conocido como Salinas Recortari, por la reorientación de la función tutelar del Estado del Trabajo hacia el Capital. De la clase trabajadora  hacia la clase empresarial.

El ajuste a la plantilla laboral, que del sector público se recorrió hacia el sector privado, fue acompañado con los topes salariales y se decretó el Empléate a ti mismo.

Desde entonces, el discurso público de la oposición empezó a hablar del desclasamiento de las clases medias. Decíase que las clases medias empezaron a proletarizarse y el proletariado fue descendiendo a la categoría de lumpen.

Cuando el PRI fue echado de Los Pinos en 2000, el análisis de la votación concluyó que la alternancia fue dictada por la mayoría de los electores de clase media de la ciudad y el campo.

Antes de la elección presidencial de 2012, exégetas del neoliberalismo salinista se dieron a la tarea de publicitar que, por fin, México se había convertido en país de clase media. Obviamente, obra de las “reformas estructurales”, puestas a remolque  del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Incluso, el entonces secretario de Hacienda del calderonato, Ernesto Cordero Arroyo se aventó la puntada de asegurar que con un ingreso de seis mil pesos al mes, los jefes de familia podían disfrutar de automóvil y enviar a sus hijos a escuelas privadas.

Desde la crisis financiera internacional estallada en los Estados Unidos en 2007-2008, son precisamente las familias de clase media  las que con más rigor han resentido en México sus disolventes  impactos.

De esas familias se han desprendido miembros que se suman a los de las familias campesinas y obreras que han optado por la emigración. En los Estados Unidos defienden su estatuto de “asilados económicos”.

Los estudios más recientes indican que de México ya no huyen sólo los parias, sino titulados en los altos centros de estudio, incluso con postgrados.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que realiza regularmente el Inegi, las profesiones (profesiones, no oficios) peor pagadas en México, son las de Filosofía y Ética, Didáctica y Pedagogía, orientación y asesoría educativa, docencia preescolar y lenguas extranjeras, que no alcanzan -puesto al tipo de cambio actual- ni los 500 dólares mensuales.

Casillero aparte ocupan abogados que trabajan de taxistas o ingenieros lanzados a la economía informal. ¿Son sólo los maestros de educación básica los que hoy andan en las calles?

Sí, es imperativo empezar a advertir contra el fascismo.

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