Voces del Periodista Diario

La manada acéfala rumbo al 18

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Importamadrismo, parece ser en  nuestros días el atributo ético más disputado por los sedicentes políticos mexicanos. En esto no hay distinción de siglas o colores partidistas; ni si están en el poder o lo añoran.

A escala menor, ese me vale galopa en los estados de México, Coahuila y Nayarit, a caballo ya la pugna por las gubernaturas estatales que se renuevan en 2017.

La arena preferida de los bellacos, sin embargo, es aquella donde prácticamente desde junio de 2015 se abrieron las esclusas a la sucesión presidencial de 2018.

Nos permitimos tratar de ilustrar el tema del me vale con un breve ejercicio memorioso: Hace 26 meses desde Palacio Nacional resonaron estas promesas: 26 leyes preservan y aseguran la propiedad de la nación sobre Pemex y la CFE, los hidrocarburos en el subsuelo y la renta petrolera. El Estado “mantiene la rectoría”.

Hoy, el Estado rector está quebrado, precisamente por la distorsión o por  la ineficacia operativa de aquellas leyes.

Los publicistas de Pemex no se dan por enterados o, de plano, le juegan a la ironía. Un spot se repite incesantemente en los medios electrónicos y se reproduce en espectaculares y engomados en los medios de transporte  público: Pemex tiene energía para llegar más profundo… ¿De qué tamaño es hoyo negro en el que se quiere refundir esa supuesta empresa productiva?

Existe una normatividad estatal que impone límites a la propaganda charlatana, ya codificada por la Suprema Corte como delito. ¿Quién hace observar esa normatividad?

Partimos de ese ámbito, habida cuenta que el gobierno de la República es la primera entidad obligada a hacer el mejor uso del Derecho a la Información, congruente con una garantía que debe ser tutelada por el Estado.

El marido de la señora Margarita

Pero es de la manada acéfala en estampida con miras al 18 de la que queremos tratar. Los desenfrenados ya rompieron los corrales estatutarios de sus partidos y las prescripciones del régimen electoral constitucional, en un flagrante desacato ante el cual el INE se hace de la vista gorda.

No hay presidenciable que no caiga en la tentación de los atajos, como si éstos los pusiera más cerca de Los Pinos. El jefe nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés ya “agarró monte” desde el 6 de junio pasado.

El queretano se ha pasado por el arco del triunfo todo exhorto de sus correligionarios y potenciales competidores por la candidatura azul para que le ponga piso parejo a la lucha en el proceso de selección interno. “Si la quiere”, le dicen, que renuncie a su actual privilegiada y ventajista posición.

El pasado fin de semana, al menos dos ex gobernadores panistas (uno de ellos precandidato presidencial en 2005), un ex jefe nacional, dos senadores en activo y otros ex miembros del secretariado nacional a la cabeza de una larga lista, insistieron en la denuncia de ese abuso de la presidencia nacional.

Más pronto que inmediatamente, a lomo de esa exigencia se lanzó al cortijo el marido de la aspirante Margarita Zavala Gómez del Campo.

Felipe Calderón le mandó un mensaje digital al joven Ricardo, tratando de recordarle que la unidad es vital para el PAN.

El michoacano pretende que se olvide que en 1999 Vicente Fox lo echó de la jefatura nacional por no serle confiable y puso en su lugar a Luis Felipe Bravo Mena.

Durante su mandato presidencial, en eso de la vital unidad Calderón no fue precisamente el mejor practicante: Terminó embroncado con Manuel Espino Barrientos, finalmente expulsado del partido; mandó abruptamente a retiro consecutivamente a Germán Martínez Cázares y Cesar Nava Vázquez. Con Gustavo Madero Muñoz el buque azul se le fue a pique en 2012.

Una carta de su mentor Carlos Castillo Peraza a Calderón, pinta de cuerpo entero al michoacano intemperante. Hace apenas unas horas, el ex subcomandante Marcos, ahora Galeano, lo describió como “sicópata, aficionado al alcohol y la sangre…”.

Háganlos entender. Son las cosas que cuentan y que hay que contar. Así se construye el umbral del 2018. Es cuanto.

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