Voces del Periodista Diario

Los 43 de Ayotzinapa

La corrupción, peste del sistema político

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

¡26 de septiembre! Misma fecha de 2014/ 25 meses después: Está probado empírica y científicamente, que en política no existen pequeñas magnitudes. Cuando conflictos que parecen remotos a la gran metrópoli se dejan pudrir, el resultado por acumulación -como lo estamos viendo- prefigura una crisis de Estado.

El caso de Los 43 de Ayotzinapa está más vivo que nunca, aunque sus víctimas acaso ya sean cadáveres. Una situación a la que se quiso echar tierra porque no pasaba del ámbito “rural” se ha potenciado a causa, no de la negligencia, sino de la impunidad.

A sabor del poder central y centralizado, algunos medios de comunicación citadinos pretenden que el “incidente” -así se presentó en las primeras horas- de Iguala, Guerrero, no tiene más culpables que el entonces alcalde José Luis Abarca y su gendarme Felipe Flores Velázquez.

La tortuosa ruta de José Luis Abarca

Primer dato: Cuando las nominaciones del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a presidentes municipales de Guerrero incluyeron el nombre de José Luis Abarca para la alcaldía de Iguala, se le imputaron a éste vínculos con el crimen organizado.

La candidatura de Abarca se planchó de todas maneras desde el comité ejecutivo nacional del PRD. Llegó a especularse que la nominación le costó a dicho empresario dos millones de pesos.

Después de los sucesos del 26 de septiembre de 2014, estando en la presidencia Jesús Zambrano Grijalva, se tiraron la papa caliente las tribus Nueva Izquierda, Alternativa Democrática Nacional y Patria Digna.

Segundo dato; punto de partida: Durante el mandato del priista Rubén Figueroa Alcocer como gobernador de Guerrero, se perpetró La matanza de Aguas Blancas. Defenestrado Figuera Alcocer, asumió el interinato el también priista Ángel Heladio Aguirre. Se perpetró La matanza de El Charco.

Desde entonces, en reclamo de justicia, se movilizó Arturo Hernández Cardona, líder de la Unión Campesina Emiliano Zapata y de Unidad Popular-Frente Unido Popular, formaciones de combate social cercanas al PRD.

Me voy a dar el gusto de matarte

Ya instalado en la alcaldía de Iguala José Luis Abarca, en enero de 2013 (29/30) las organizaciones en las que militaba Arturo Hernández Cardona tuvieron una de sus periódicas reuniones en la cabecera municipal. Acusaron a Abarca de nepotismo. Éste desahogó sus primeras expectoraciones en contra de los activistas.

A fines de mayo, día 30, en el Palacio Municipal hubo una nueva reunión: Abarca advirtió a Arturo Hernández Cardona: ¡Me tienes hasta la chingada, pendejo. Me voy a dar el gusto de matarte!

Aquella misma tarde Arturo Hernández Cardona y dos de sus correligionarios desaparecieron (secuestrados, fue la primera hipótesis). Cuatro días después sus cadáveres fueron encontrados en un paraje de la carretera Iguala-Cuernavaca.

No hubo duda pública sobre la autoría intelectual y presuntamente material: Se apuntó hacia el alcalde José Luis Abarca.

Omiso el gobierno del estado de Guerrero, a cargo nuevamente por mandato constitucional de Ángel Heladio Aguirre, ahora con la camiseta del PRD, la viuda de Hernández Cardona, la regidora perredista Sofía Lorena Mendoza introdujo un recurso al Congreso estatal, exigiendo la revocación de mandato de José Luis Abarca, acusándolo de persecuciones, homicidio, violaciones graves y sistemáticas a sus garantía individuales.

En Chilpancingo, los diputados le cerraron las puertas a la regidora perredista denunciante Sofía Lorena Mendoza. A los días, la Legislatura, dominada por militantes del PRD, dio por improcedente la solicitud de revocación de mandato.

No es un dato de poca monta consignar que en la fecha previa de enero ya citada, después del encuentro de Hernández Cardona y compañeros con José Luis Abarca, visitaría Iguala el gobernador perredista Ángel Heladio Aguirre.

Los movimientos coordinados por Unidad Popular salieron a protestar a las calles. Abarca utilizó a sus cuerpos policiacos para desalojar con violencia a los manifestantes.

Todo un racimo de horca

Para fines de septiembre de 2014, Enrique Peña Nieto tenía agendada una gira por Guerrero a fin de entregar obras de reconstrucción en comunidades afectadas en 2013 por el huracán Manuel.

El 26 de septiembre se produjo la gran tragedia de Los 43 de Ayotzinapa-Iguala, Guerrero.

La carta de navegación  de la impunidad por la que se llegó al 26 de septiembre de 2014, ha sido, pues, descrita.

Las “pequeñas magnitudes” de las que hablamos a la entrada de esta entrega, no atendidas a lo largo de 15 meses, desembocaron en la gran magnitud que sigue ocupando los primeros planos y planas de la narrativa nacional e internacional y tienen en entredicho al Estado mexicano.

Lo que está en el fondo de este tema, son las estructuras complicidad-impunidad, marca de la casa de nuestro sistema político, infestado por la peste de la corrupción que contamina a los tres Poderes de la Unión.

A estas alturas, resulta francamente ocioso especular con la especie de que si el mandato del alcalde José Luis Abarca hubiera sido revocado en su oportunidad, la tragedia de Iguala no fuera  en nuestros días materia de análisis.

La “verdad histórica” sobre esos detestables hechos, tampoco fuera parlamento de humor negro.

La revocación de mandato, ¿hubiera impedido tener en cartelera especímenes criminales como los de los gobernadores Mario Villanueva Madrid… Tomás Yarrington Ruvalcaba, Eugenio Hernández, Andrés Granier Melo, Rodrigo Medina, Javier Duarte de Ochoa, César Duarte Jáquez, Guillermo Padrés Elías, Egidio Torres Cantú, más los que se acumulen esta semana?

“El hubiera”, sostienen los pesimistas, no existe. Si existen en cambio más de 300 solicitudes de juicio político contra políticos bribones refundidas en los fétidos sótanos del Palacio Legislativo de San Lázaro. Es cuanto.

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