Con el nuevo modelo de comunicación política inaugurado por Enrique Peña Nieto en 2010, según dictaminaron los insospechables magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el Peñismo ha emprendido una febril cruzada mediática para retener electoralmente el Estado de México.
Uno de los más activos agentes de esa ofensiva propagandística, es el secretario federal de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, que presenta cualquier tramo carretero o libramiento como versión revisada de las siete maravillas del mundo.
En uno de los spot de la SCT, se presenta a un comerciante de mariscos que habla de lo útil que le resulta una nueva vía rumbo a Ixtapaluca, Estado de México, que le permite ahorro de tiempo y dinero en su mercadeo de productos perecederos, antes expuestos a perderse por la demora en su transportación. Ergo: Esa mercancía ya no se pudre.
El spot que no tiene desperdicio es el del gobernador mexiquense y aspirante presidencial, Eruviel Ávila Villegas.
Dice Ávila Villegas que el Estado de México es el árbol más grande y fuerte de México, que produce frutos maravillosos. (Cómo recordamos al profesor Carlos Hank González, cuyo obsequio predilecto era el artesanal Árbol de la vida).
Advierte Ávila Villegas, que hay malosos que quieren talar y quemar aquel prodigioso árbol. No se les permita tamaño crimen.
Al escuchar ese spot, una duda existencial nos sobrecoge, ¿cómo es qué, con tantos y expeditos medios de traslado de Toluca a la Ciudad de México, aquellos frutos tan maravillosos pierden su original naturaleza y terminan siendo de consumo tóxico? Es cuanto.