Voces del Periodista Diario

México, la nave de los locos

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Causa hondo desasosiego observar cómo el gran espectro de la Comunicación en México  -que debiera ser social- subvierte los fines del régimen estatal de concesiones de bienes públicos, culturales en primer término,  para trasmitir sistemáticamente a los hogares mexicanos una serie de sandeces abominables.

En el Cono Sur se tipifica ese “modelo de comunicación” como diversionista; esto es, distractivo, pretendiendo que el gran conglomerado olvide las calamidades que en la familia, en la comunidad, en la escuela, en las relaciones de producción descarga un mal gobierno.

En ese sistema “comunicacional” se inserta otro fenómeno no menos cuestionable: La industria de las encuestas electorales, expuestas al mejor postor.

Vis a vis con las encuestas que realiza periódicamente el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) sobre el ingreso de los hogares, el desempleo, la inseguridad y otros factores que inciden en el desarrollo humano; en tanto resultados negativos, parecería que las encuestas electorales desearían trasmitir el mensaje de que “no hay mal que dure 100 años”. Otra forma, pues, de distracción.

Aunque las evidencias tanto internacionales como nacionales -el reciente  proceso electoral en los Estados Unidos es prueba de ello-, derivadas del resultado final del voto electoral, dan muestra de los errores,  sin embargo los llamados estudios demoscópicos siguen siendo aquí el gran negocio con vistas a la sucesión presidencial de 2018.

Ya hasta los partidos políticos, con tal de lograr resonancias en los medios (cajas de resonancia de los sondeos, no gratuitas, por cierto), contratan ese tipo de servicios de dudosa eficacia para nominar a sus candidatos a puestos de dirección internos o de elección popular. Así les va, como les va a los que apuestan todo al spot.

El perfil de El pequeño hombrecito

Pasemos a otro enfoque de este tema con una cita, a saber:

Sobre el conflicto, “la lucha interior de un médico y científico que había observado al pequeño hombrecito por muchos años, y visto, en un principio el espanto, luego con horror, lo que el pequeño hombrecito hace consigo mismo; cómo sufre, se rebela, honra a sus enemigos y asesina a sus amigos; y cómo, cuando llega al poder como ‘representante del pueblo’ lo utiliza mal y lo transforma en algo más cruel que la tiranía que había sufrido anteriormente en manos de sádicos de la clase dominante…”.

La primera vez que en nuestro trabajo editorial apelamos a esa descripción, fue a finales del sexenio mexicano 1988-1994.

No es casual que, en la sombría perspectiva de 2018, volvamos a ella.

El  párrafo transcrito introduce la obra de Wlheim Reich: ¡Escucha pequeño hombrecito!

El autor fue reprimido en Alemania por otra de sus obras: La psicología de las masas del fascismo.

Radicado en los Estados Unidos, donde continuó sus investigaciones, en el periodo de paranoia e histeria anticomunistas desencadenadas por el senador Joseph McCarthy,  Reich fue encarcelado y su obra quemada el 23 de octubre de 1956. Un año después, murió.

Reich era inventor, médico siquiatra y sicoanalista, filósofo además, de origen austriaco. Recuperamos su memoria en estas horas de destino de la sociedad estadunidense después de las elecciones del 8 de noviembre.

Los dementes no deben gobernar

Subrayamos el origen austriaco de Reich, por una poderosa razón: Fue paisano, contemporáneo y de vocación científica similar a la del médico Erwin Stransky.

Siquiatra y profesor de la Universidad de Viena, Stransky pasó por los horrores de la primera y la segunda guerras mundiales.

Una de las tesis de Stransky, es que los terribles sucesos en Europa tuvieron clara e inmediata conexión “de causalidad con el desequilibrio o incapacidad de algunos gobernantes”.

De ahí que, con pleno conocimiento de causa, Erwin Stranky haya recurrido a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1954 para entregar un estudio, que se condensa en la siguiente iniciativa:

Que todos los hombres llamados a ocupar un puesto de gobierno, a asumir las grandes responsabilidades sociales y del Estado, deban ser sometidos a previo reconocimiento psiquiátrico”.

La sede de la ONU está a minutos de vuelo en helicóptero de la Casa Blanca. La imaginaria es la siguiente: De haber la ONU dictado una resolución obligatoria a sus Estados parte sobre la propuesta de Stransky, ¿hubiera llegado al poder de la gran potencia George W. Bush, reputado como El renacido por haber pasado por tratamientos a sus adicciones a la droga y el alcohol, por lo visto fallidamente?

Los republicanos Bush -cuyo demencial historial aún no se cierra- pretendieron mojarle la pólvora a su compañero de partido Donald Trump.

No lo lograron. Trump, a su vez, ¿hubiera pasado previo “reconocimiento psiquiátrico” siquiera el escrutinio en las primarias del Partido Republicano?

La temible iniciativa que se arrumbó en México

En México, desde la Legislatura federal 1979-1982, existe (suponemos que en el Archivo General de la Nación se conserva El diario de debates correspondiente) una iniciativa de ley para que los candidatos a puestos de elección popular pasen por el diván del siquiatra antes de que se les conceda el registro.

Veinte años después de haber sido leída en la tribuna del Palacio Legislativo de San Lázaro la iniciativa comentada (palacio de cuya LIV Legislatura fue miembro), llegó a Los Pinos Vicente Fox.

Al término de su mandato, como resultado de sus instancias para que se anulara su primer matrimonio eclesiástico, la Sacra Rota Romana emitió un diagnóstico siquiátrico en el que estableció que Fox padecía ciertas desviaciones mentales. Narcisismo, fue uno de los síndromes identificados. (Narciso: Hombre enamorado de sí mismo).

Felipe fue desgraciado

Aiga sido como aiga sido”, sucedió a Fox en Los Pinos Felipe Calderón Hinojosa. Quiso en su campaña y durante su mandato ser identificado al través del corrido El hijo desobediente. ¿Por qué traumas pasó el michoacano para reconocerse en ese corrido, uno de cuyos versos dice que Felipe fue desgraciado?

En las bibliotecas españolas existe un volumen titulado Examen de Ingenios para las Ciencias. Su autor, Huarte de San Juan advierte:

No hay causa más perjudicial a la República que un necio con opinión de sabio, mayormente si tiene algún  mando y gobierno…”.

¿Por qué, con vistas a 2018, los que usufrutuan la industria de las encuestas electorales no ponen a consideración de sus consultados la pregunta de si es pertinente o no que “los hombres llamados a ocupar puestos de gobierno” deban ser sometidos a examen siquiátrico? La democracia se los agradecería. Es cuanto.

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