Voces del Periodista Diario

Sociedad enferma: Estado fallido

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

No se precisan grandes lucubraciones teóricas para ensayar una premisa sobre un efecto rebote: Si el Estado mismo enferma a la sociedad, la sociedad cae en la anarquía, en la anarquía se incuba la ingobernabilidad y la ingobernabilidad define la condición del Estado fallido.

El proceso es irracionalmente simple: Las políticas públicas neoliberales, sobre todo las económicas, excluyen a más 70 millones de mexicanos. Entre los segmentos humanos más castigados económica y socialmente, el desempleo y la falta de ingresos dejan como única opción la criminalidad. La criminalidad termina siendo el único soporte del sustento de millones de familias.

Esa maquinaria infernal es lubricada por la corrupción y la impunidad. La corrupción se gesta en las relaciones entre particulares, entre particulares y sector público, y en el interior de la propia administración gubernamental. Pero es el Estado el que auspicia y arropa la impunidad.

¿Cuál es el oscuro reverso del México en paz?

Pongámoslo en números: En los tres años recientes, según gráficas del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), se han perpetrado 33 millones de delitos (levantones, secuestro exprés, extorsión, robo, asalto, fraude, etcétera).

De fuentes del Congreso de la Unión: En ese periodo, se han cometido 65 mil homicidios dolosos (los culposos se contabilizan en otro casillero). En lo que va del año 14 mil; dolosos, insistimos.

Aunque en ninguna entidad de la República sea posible levantar la bandera blanca de la paz, se puede ilustrar ese monstruoso fenómeno con lo que ocurre en el estado de Morelos, “gobernado” por Graco Ramírez Garrido Abreu.

En dicho estado, en lo que va de mandato del tabasqueño Ramírez (cuatro años), los índices de criminalidad, en algunas de sus modalidades, se han multiplicado por cinco respecto de los seis anteriores. El dato más espeluznante: tres mil 830 homicidios.

Por supuesto, esta cifra debe colocarse vis a vis con otras entidades también agobiadas por la acción de la delincuencia, en proporción a su densidad demográfica.

México, país en llamas

En todo el territorio nacional, organizaciones de la sociedad civil plantean incesantemente sus denuncias en movilizaciones públicas.

Sólo en el capítulo de desapariciones, es conmovedor e indignante  el doloroso espectáculo de brigadas de mujeres  en busca de sus familiares:

Esposas que no encuentran a sus maridos; madres que no hallan a sus hijos; hermanas que no dan con sus hermanos. Sus afanes topan, un día si y otro también, con el hallazgo de fosas y cementerios clandestinos donde, si bien les va, encontrarán los restos de otras víctimas anónimas.

Esa espantosa situación nacional se condensa en una imagen plástica pintada en rojo hace apenas unas horas en su semanario Desde la fe por la Arquidiócesis Primada de México: País en llamas.

El agresivo texto editorial habla de que la prevención y el castigo de y a la criminalidad se encuentran en punto muerto. Dos muertos más en ese cruel escenario son, pues, la Seguridad Pública y la tranquilidad de la sociedad.

Macabro tema sin solución de continuidad, la perspectiva inmediata no es halagüeña: Los criterios de Política Económica y el diseño del gasto público federal para 2017 no ofrecen respuestas a la exigencia de reorientación de los egresos gubernamentales hacia la economía productiva; la que da empleo e ingreso estables a los jefes de familia.

Reconocido hasta por el gobierno el desencanto por la democracia, ¿que se puede esperar de las próximas elecciones generales de 2018 con elección de Presidente de la República? Más de lo mismo. Es cuanto.

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