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Somos ladinoamericanos. ¡Sí señor!

Abraham2-2-1-300x180El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

Cuando, en sus delirios etílicos, a finales sexenio Felipe Calderón buscaba El tesoro escondido en el fondo del mar, lanzó a la rosa de los vientos el anuncio del fabuloso hallazgo de un súperyacimiento petrolero en el Golfo de México.

En realidad, lo que hizo el michoacano a principios de 2012, fue obsequiarle su firma siniestra a la jefa del Departamento de Estado (USA), Hillary Clinton, en el acuerdo binacional de Exploración y Explotación de Yacimientos Petrolíferos Transfronterizos en el Golfo de México, por el cual los gringos se quedan con la parte de león de lo que se sigue llamando Hoyos de la Dona, ya sin la Isla Bermeja como perdido cuadrante.

Ahora nos deslumbramos con las cosas que cuentan mucho y se anuncia oootro hallazgo por el cual, se dijo después, México será de nuevo la potencia petrolera que fue.

Sospechamos que este segundo descubrimiento es un asunto de mercadotecnia para cerrar fuerte el último tramo del sexenio.

El fracaso de los mercadólogos del régimen

De este punto vamos al recuerdo de que, durante su campaña presidencial, Enrique Peña Nieto tuvo una división de mercadotecnia en su estructura electoral que estuvo a cargo del ahora secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer.

Como en la estrategia propagandística de la Reforma Energética, la correspondiente al posicionamiento y aceptación de la Reforma Educativa y el Nuevo Modelo Educativo deja mucho a deber.

En las semanas previas a la 22 Asamblea del PRI, programada para agosto, en la que se debatirán formas y modos para la elección interna de candidato presidencial y los términos de la campaña misma, se ha visto a Nuño Mayer febril en las pantallas televisivas.

Antes y después de las elecciones gobernador en los estados de México, Coahuila y Nayarit, el gobierno federal apeló a las técnicas del spot que les dieron a las campañas priistas el significado de un referéndum sobre la obra sexenal de Peña Nieto. Los resultados, como se ve ahora, no son para lanzar las campanas a vuelo.

Con lo del socavón asesino en el Paso exprés de la Autopista del Sol, la credibilidad gubernamental sigue cayendo hecha astillas. No obstante, las audiencias de los medios electrónicos siguen siendo aturdidas incesantemente con aquello de que hay cosas que cuentan y cuentan mucho; hay, pues, que contarlas. Ya chole, dice la gente.

Evidentemente, el manual de los mercadólogos del régimen sigue fallando o no ha sido bien entendido, o si, entendido, mal aplicado. El resultado es el mismo: De la patada.

Kafka nos hubiera comprendido; Goebbels, exterminado

Para efectos clientelares, el maese Goebbels propuso el Principio de orquestación, privilegiando un mismo concepto y refriteándolo según el tiempo y el tipo de público: Si una mentira se repite lo suficiente, acaba de convertirse en verdad.

Otra proposición del sagaz nazi tiene México una palpitante actualidad: Individualizar al adversario como un único enemigo. Por ejemplo, El peligro para México.

Ocurre, sin embargo, que Goebbels demostró su eficacia en una sociedad educada en el mito de su supremacía racial, estragada por la profunda depresión económica y asustada por el espectro bélico encarnado por Hitler, susceptible, pues, a la inoculación del pensamiento único.

Se trataría, dice el análisis de aquella metodología, de arraigar actitudes primitivas y convencer a mucha gente de que piensa como todos, de lo que sigue la pretensión de unanimidad.

En la importación de ideas extralógicas, los mercadólogos del régimen hacen mutis al tiempo cultural y al tiempo social mexicanos, y se olvidan de un factor: La idiosincrasia mexicana, por la que algunos sociólogos extranjeros nos aplican el gentilicio ladinoamericanos.

Kafka nos hubiera comprendido; Goebbels no. Nos hubiera exterminado.

Eso no lo entienden los mercadólogos del régimen. Por eso están como están. Es cuanto.    

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