Voces del Periodista Diario

Una candidatura presidencial bien vale una aberración

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

El problema de una sucesión presidencial adelantada, como la de México-2018, es que sus actores caen presa de la esquizofrenia.

Es cuando la malicia del llano, el ciudadano de a pie propone que materia tan maleable pase del estudio de las Ciencias Políticas a la de Ciencia siquiátrica para tratar de entender por qué, de espaldas a los tiempos partidistas y constitucionales, los que se sienten con cuerpo de torero son tentados por el suicidio, quemando etapas a lo loco.

En el partido del gobierno, el PRI,  por ejemplo, como entre las mulas, nomás las patadas suenan.

En territorios azules, los tapados se han desencapuchado y viven ya en plena noche de los cuchillos largos. 

En la Ciudad de México, contra toda evidencia electoral plasmada en los resultados de 2015 y 2016, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) sigue actuando como dueño de todas las canicas.

La bandera en esta entidad metropolitana, es la Asamblea Constituyente para darle a la CDMX su inaugural estatuto constitucional.

Para ese efecto, PRI y PRD, y tangencialmente el PAN, han pactado para hacerse del control del proceso y por el producto que resulte de ese enjuague, fuera del recinto parlamentario, nadie mete las manos al fuego por el engendro anunciado.

La Constitución, de cualquiera que se trate y donde se trate, es una misión no apta para no iniciados. La predestinación no es un don que se deposite en el hombre común. Pocos pero escogidos, dice el fascismo, son los privilegiados a cargo de tan portentosa hazaña.

Mientras esperamos eso que los publicistas codifican como Carta Magna a cargo de Los cien, vale ocupar la espera en algunos asuntillos prosaicos.

Ya están los tinacos, y el agua ¿cuándo?

De esquizofrenia hablamos. Verbigracia: Antes y después del proceso electoral de junio pasado en la CDMX,  brigadas promotoras del voto, pagadas por el PRD, anduvieron febrilmente repartiendo tinacos.

Se sospecha que el uso futuro de esos tinacos, es para el almacenamiento de agua. Los destinatarios de esas donaciones fueron o son principalmente los de la Delegación de Iztapalapa, la más populosa de la CDMX.

Es el caso, sin embargo, que precisamente esa demarcación es sometida histórica y sistemáticamente al racionamiento del suministro de agua durante todas las estaciones del año.

La población de Iztapalapa, gobernada por el PRD, está a expensas de los piperos, que venden el líquido, aun para consumo humano, a precios más caros que el de los refrescos embotellados. Que ya es decir.

El caso nos recuerda el del cacique rural que entregó a sus gobernados un moderno puente. “Pero señor, si aquí ni tenemos río”. No importa: “Pronto lo tendrán”.

En la Delegación Coyoacán, también bajo control del PRD, un sector de la población dependía para la disposición de agua de mantos freáticos localizados entre las zonas de Xotepingo y Peña Pobre.

Pues bien: Con eso de que el cambio de uso de suelo y las licencias de construcción son de los negocios delegacionales más rentables, la autoridad tuvo a bien autorizar a una constructora privada el levantamiento de torres en la calle de Aztecas, para casi 400 departamentos habitacionales.

Lo primero que hizo esa constructora fue romper el subsuelo, provocando el derrame y desperdicio de miles de metros cúbicos de líquido. La sociedad civil afectada protestó a principios de año. La respuesta estuvo a cargo de 300 granaderos.

Ahí viene nueva colonia: La Mexicana

Son, los dos anteriores, casos a escala menor. Pero ayer los habitantes de la Capital Social se estremecieron con la noticia de que, directamente, la jefatura de Gobierno anunció a la rosa de los vientos un gran proyecto de esos que luego la publicidad llama paradigmáticos.

Se erigirá en Santa Fe -ciudad dentro de la gran ciudad, donde se han  dado desarrollos sólo para privilegiados- una mega colonia que dispondrá de cuatro millones 200 mil metros cuadrados. La Mexicana, se llama desde ya.

El financiamiento de obras centrales, de entrada unos mil 500 millones de pesos, provendrá de la venta de 12 hectáreas a la iniciativa privada, ahí donde la propiedad inmobiliaria es mercancía en un mercado rabiosamente especulativo.

Según los planos de esa magna inspiración, un núcleo habitacional dispondrá de mil 600 residencias, una torre de oficinas y área comercial con sus respectivos estacionamientos. Las residencias suplen, del diseño original, nueve mil viviendas de interés social.

Lo primero que cualquier neófito se pregunta es, ¿cómo se satisfarán los requerimientos de agua tanto para consumo humano como comercial? Seguramente el gobierno de la ciudad, previsor como es, ya tiene las providencias tomadas. ¿A costa de qué y de quiénes?

Hace apenas unos días (coincidentes con el secuestro y asesinato de una ciudadana española), alarmados vecinos de Santa Fe emplazaron al secretario de Seguridad Pública de la CDMX a ponerse las pilas para proteger a los habitantes de esa zona.

Si en los actuales límites de Santa Fe la cuestión de la Seguridad Pública ya es un círculo de difícil cuadratura, ampliarlo a 42 hectáreas no es, precisamente, enchílame otras.

Pero se trata de abonar méritos a una candidatura presidencial. ¡Aléguenle al ampáyer! Es cuanto.

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