Voces del Periodista Diario

¡Volvimos a tomar Columbus!

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Tuvo que pasar un siglo, para que ahora los chanfles  se cubrieran de gloria. La epopeya se cumplió el pasado 11 de noviembre, a nueve días del 106 aniversario de la Revolución mexicana.

No es cosa de tomarlo a broma. La venganza de Moctezuma fue una advertencia al energúmeno Donald Trump. Tan trascendente fue el acontecimiento, que un medio impreso mexicano cabeceó así: Devuelven la trumpada. Otro: El Tri cambia la historia en Columbus… No, pues sí.

Es Columbus la referencia: En marzo de 1916, hace pues, 100 años, el indómito Pancho Villa tomó Columbus. Hasta corrido existe sobre la causa de ese atrevimiento: México, febrero 26/ dejó Carranza pasar americanos/ Diez mil soldados/ 300 aeroplanos/ Buscando a Villa/ queriéndolo matar…

John Pershing se hizo cargo de la expedición punitiva para castigar a Villa. Resulta que eran compadres. Se entendieron y la invasión no llegó a la Ciudad de México. Después, asesinado Villa, su cabeza fue secuestrada. Dicen que está en los sótanos de la Universidad de Yale, bajo custodia de la secta Huesos y calaveras.

Discreto, el gobierno mexicano quiso que pasara inadvertida esa memorable fecha. Nuestros vecinos estaban entonces afanados en las primarias de los partidos Demócrata y Republicano.

Por lo visto, la nueva hazaña futbolera, si leemos las crónicas del 111-12 de noviembre, no tiene crónica pacífica ni se discute si fue penal o no.

El Capi Rafa Márquez ejecutó a balón parado el castigo contra los gringos, y los ratoncitos verdes se trajeron los tres puntos como abono al viaje al Mundial de Rusia.

Y la cosecha de ficciones… nunca se acaba

Imaginamos que Donald Trump está temblando de miedo: “No te metas con nuestros paisanos o te la verás con nosotros”, fue el mensaje que retumbó en el estadio de Columbus. La Liga de la Justicia ha entrado en acción. ¿Para qué necesitamos oficios diplomáticos?

Siempre aparecen venturosamente sucesos que los sudamericanos llaman diversionistas; los que tienen como propósito distraer a la raza de sus íntimas mortificaciones.

En la era neoliberal hemos tenido oportunamente a El chupacabras, a El mochaorejas, a El Pozolero, etcétera. Cuando se desgastan esas ficciones, toman su lugar las inminentes erupciones de El Popo o El volcán de fuego de Colima. Ahora, el coco es el demonio de de la cabeza color zanahoria.

Pero la terca realidad sienta de nuevos sus reales y los “líderes de opinión” reciben un nuevo libreto para acelerar las reacciones virales con nuevas historietas. Es cuanto.

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